LA AUTARQUÍA (1939-1959)

LA AUTARQUÍA (1939-1959)

La autarquía, que puede definirse como la situación de un país que económicamente se basta por sí mismo, fue, en parte, impuesta por las circunstancias (II Guerra Mundial); pero también, deseada por el Régimen resultante de la Guerra Civil Española, por criterios político-ideológicos. Los principios que rigieron estos cuatro lustros en la economía nacional fueron los mismos que en las décadas anteriores: reserva del mercado para la producción nacional y sustitución de importaciones, pudiéndose añadir como propio de esta época el principio de dar prioridad absoluta al aumento de producción sin considerar los costes asociados a dicho aumento.

La política comercial llevó a su extremo la bilateralización del comercio exterior mediante contingentes o restricciones cuantitativas de las mercancías y acuerdos bilaterales de pagos (“clearings”, palabra inglesa que se refiere a la compensación de los créditos y débitos en general y del comercio internacional entre dos o más países cuyas monedas no son convertibles entre sí).

La cotización de la peseta variaba para incentivar la exportación y desestimular la importación, mientras que el sistema de contingentes se convierte en el principal instrumento proteccionista, dejando sin efectividad el Arancel (documento oficial en el que se establecen los derechos de la importación de las mercancías de procedencia extranjera), que representaba un instrumento de protección más refinado, pero muy inferior para obstaculizar las importaciones.

La autarquía se proponía alcanzar la autosuficiencia mediante un proceso de crecimiento industrial protegido de la competencia exterior mediante los contingentes y el control de cambios que desplazan al Arancel por su mayor contundencia protectora. Todo el mercado nacional quedó así reservado a la producción nacional. Aun así resultaba imprescindible mantener abierta la importación para atender a las necesidades de la propia industria en materias primas y combustibles, cuya importación era el condicionante clave para el mismo desarrollo industrial. Esta corriente de importaciones imprescindibles fue aumentando con el incremento de la demanda industrial de importaciones (equipos, semimanufacturas, energía). A su vez, la exportación no crecía con el mismo ritmo, porque la industria funcionaba al margen de los precios relativos internacionales y su capacidad exportadora era muy limitada. De esta suerte la importación se duplicó en valor entre 1950 y 1960, mientras la exportación no llegó a crecer un 30,5% en el mismo periodo, creándose una insuficiencia asfixiante para el sistema autárquico.

Ante esta situación resultaba evidente la necesidad de un nuevo esquema para el comercio exterior, renovación que no podía llevarse a cabo sin proceder previamente a la estabilización interna de la economía española.

En los años 1957 y 1958 se publican una serie de medidas precursoras del Plan de Estabilización que terminaría con la autarquía en 1959. Estas medidas fueron:

• Una reforma fiscal tendente a incrementar la recaudación y disminuir el déficit  presupuestario así como la reducción de los intervencionismos interiores, con un nuevo replanteamiento de las relaciones laborales.
• Racionalización de la política de tipo de cambio (mediante la unificación de los cambios múltiples y el establecimiento de un cambio único)
• El arancel como un instrumento efectivo en la política comercial española.
• El acceso al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y a la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE) en julio de 1959 como miembro de pleno derecho.

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