LA PERSONA HUMANA ABIERTA A LA TRASCENDENCIA
Enviado por vidita1321 • 20 de Junio de 2018 • Ensayo • 995 Palabras (4 Páginas) • 1.009 Visitas
[pic 1] LA PERSONA HUMANA ABIERTA A LA TRASCENDENCIA
| DESCRIPCIÓN BREVE LA PERSONA ES UN SUJETO ABIERTO A UN SIN CAMBIO DE IDEAS, EN EL QUE ESTA SIEMPRE EN RELACION CON UN AMOR QUE LO TRASCIENDE, LO DEFINE Y LO CONSTITUYE. |
LA PERSONA HUMANA ABIERTA A LA TRANSCENDENCIA
Como ya sabemos el ser humano se encuentra en un sin fin de cambios que nos hacen trascender, está siempre de la mano con un amor que lo define y lo constituye. Entendamos que la persona humana pertenece a la apertura de transcendencia; esto quiere decir que el hombre está abierto al infinito y a todos los seres creados. Sobre todo, está abierto al infinito, es decir a Dios, porque con su inteligencia y voluntad se eleva por encima de todo lo creado y de si mismo, se hace independiente, es libre frente a todas las cosas creadas y se dirige hacia la verdad y el bien absoluto.
El ser humano también está abierto hacia el otro, a los demás hombres y al mundo. Dichas personas salen de si, de la conversación egoísta de la propia vida, para así poderse permitir entrar en una relación de dialogo con el otro.
La persona está abierta a la totalidad del ser, al horizonte ilimitado del ser. Tiene en si la capacidad de transcender los objetos particulares que conoce, gracias a su apertura al ser sin fronteras. El alma humana es un cierto sentido, por su dimensión cognoscitiva, todas las cosas inmateriales gozan de una cierta infinidad, en cuanto abrazan todo, o porque se trata de la esencia de una realidad espiritual que funge de modelo y semejanza de todo.
El hombre existe como un ser único e irrepetible, existe como un “yo”, capaz de auto comprenderse, auto poseerse y auto determinarse. La persona humana es un ser inteligente y consciente, capaz de reflexionar sobre si mismo y, por tanto, de tener conciencia de si y de sus propios actos. Sin embargo, no son la inteligencia, la conciencia y la libertad las que definen a la persona, sino que es la persona quien está en la base de dichos actos. Estos actos pueden faltar, sin que por ello el hombre deje de ser persona. En efecto, el hombre existe ante todo como subjetividad, como centro de conciencia y de libertad, cuyo ser único y distinto de los demás es irreductible a esquemas de pensamiento o a sistemas de poder.
Por otra parte, una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad transcendente de la persona. El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la obediencia al principio de “considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente”.
Por tal motivo es preciso que todos los programas sociales, científicos y culturales, estén presididos por la conciencia de cada ser humano. Si cada programa social, científico y cultural quiere realmente promover el desarrollo de la persona, debe tener en cuenta que este solo se puede realizar plena y definitivamente en Dios. Y, por lo tanto, el bienestar bio-psico-social de cada persona no puede ser real cuando se dan restricciones injustas en el ejercicio de la libertad y de la conciencia, sobre todo cuando la persona busca y expresa la relación con Dios.
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