LA REVOLUCIÓN EN LIBERTAD (Por Alvaro Muñoz Ravera)
Enviado por EDGAR JACOB PARADA IGOR • 16 de Mayo de 2018 • Apuntes • 1.797 Palabras (8 Páginas) • 224 Visitas
LA REVOLUCIÓN EN LIBERTAD
(Por Alvaro Muñoz Ravera)
La “Revolución en Libertad” fue el nombre del proyecto de reforma estructural que el gobierno de Eduardo Frei usó como plataforma política para ascender al poder y como base programática para su gestión en el período 1964-1970.
En una época en que la “revolución” impregnaba el discurso y los planteamientos teóricos y prácticos sobre la sociedad que se quería construir, el concepto demócrata cristiano intentaba mostrar que se podían hacer cambios profundos y estructurales dentro del marco institucional de la democracia (“una revolución sin sangre y sin dictadura”). Era, al mismo tiempo, una alternativa a la “revolución popular” que la izquierda chilena quería promover la que se sustentaba en la crítica al sistema democrático-burgués y la propuesta de cambio que no descartaba el uso de la violencia político-social. El efecto demostración era poderoso argumento para la izquierda chilena y estaba representado por el proceso cubano iniciado con la revolución en 1959. No por casualidad, el gobierno de EE UU., en la lógica de la guerra fría y su lucha contra los brotes revolucionarios en América Latina, miró con simpatía el “modelo desarrollista” de la Revolución en Libertad que combinaba justicia social, libertad democrática y reformas estructurales. Los apoyos institucionales, estratégicos y monetarios llegaron en abundancia para apoyar el proyecto de cambio de la Democracia Cristiana y su líder Eduardo Frei.
Las bases teóricas de la Revolución en Libertad estaban sostenidas en tres pilares: (a). La trayectoria histórica del PDC; (b). La teoría “desarrollista-cepaliana” desde la década del ’50; y (c). El comunitarismo, doctrina o ideología del partido.
A comienzos de los años sesenta la Democracia Cristiana acuño el concepto “Revolución en Libertad”, contradicción para la época que uno de los ideólogos del partido explicó en una de sus obras más importantes (La crisis integral de Chile, de Jorge Ahumada): lo revolucionario es la rapidez del cambio, es decir, “realizaremos en un breve plazo cambios profundos en nuestra sociedad, renunciando al uso de la violencia para realizarlos”. Esto se debía hacer con tres acciones: (a). Cohesión y disciplina en las fuerzas revolucionarias (demócrata cristianas); (b). Creando fuerzas revolucionarias más allá de lo político”: organización social, participación y representación; y (c). Movilizando al pueblo y al partido de la revolución: estabilidad e igualad, participación y representatividad. En esta perspectiva estaba presente la concepción socialcristiana de la sociedad: ampliación de la democracia política, cambios en la estructura social, evolución cultural hacia el humanismo, respeto hacia la “persona” con énfasis en los sectores más desposeídos. Significaba “un rechazo explícito a la ‘lucha de clases’ en cuanto diagnóstico base y motor del programa”.
Desde el punto de vista del “desarrollismo-modernizante”, sociólogos y economistas (entre ellos: Raúl Prebisch
, Aníbal Pinto Santa Cruz, Raúl Sáez y Jorge Ahumada) bajo la influencia de la CEPAL vinculada a la filosofía del partido, que aplicaron el análisis “estructuralista” propusieron “transformaciones globales a partir de una intervención directa y planificada desde el Estado” para resolver una profunda crisis integral. Este diagnóstico se enfocaba en la existencia de graves desequilibrios estructurales entre los distintos sectores de la economía que afectaban todos los aspectos de la sociedad organizada. Para esta visión la “única alternativa viable de desarrollo de los países latinoamericanos radicaba esencialmente en la transformación de los sectores” que impedían la modernización de la economía y de la sociedad. Se prestaba especial atención “a la ineficiencia del área agrícola y a la excesiva dependencia de las exportaciones de minerales”, que actuaban como un freno al proceso de industrialización. Las grandes reformas estructurales serían “impulsadas por una redistribución sustancial del ingreso y coordinadas por el Estado” a partir de un plan bien diseñado. Pero, sostenía esta vertiente estructuralista, los desequilibrios económicos no se resuelven separados de los factores políticos y sociales porque la corrección de aquellos “depende de la existencia de un adecuado, saludable y vigoroso contexto socioeconómico”. De acuerdo a esto, había dos problemas que obstaculizaban la existencia de ese contexto socioeconómico: la participación y la representación. Para resolverlos había que hacer “un gigantesco esfuerzo de movilización popular que diera paso a nuevas formas de participación política y permitiera al pueblo mantener una presencia activa y permanente en la arena política”. Esta combinación de desarrollo político y desarrollo económico se convirtió en la base de la Revolución en Libertad, lo que se reflejaba en palabras del propio Eduardo Frei: “El poder electoral no basta para satisfacer las necesidades del pueblo. El poder electoral es sólo una parte del poder político general, que incluye los aspectos económicos y culturales. Si una nación ha de ser realmente democrática, el pueblo deberá tener acceso a todas estas formas de poder y participar en su ejercicio”.
En síntesis, las “conocidas propuestas desarrollistas de aumentar el control del Estado sobre los recursos naturales y modernizar las relaciones de propiedad en la agricultura y la redistribución del ingreso, son los cambios fundamentales que debían introducirse en el sistema político para adaptar la estructura institucional a las reformas económicas”.
Desde el punto de vista ideológico, el PDC proponía el comunitarismo para separarse tanto del liberalismo como del marxismo y constituía uno de sus aspectos más revolucionarios (“modelo socioeconómico de carácter integral y válido universalmente”). Sus bases se encontraban en el socialcristianismo (encíclicas sociales de la iglesia) y en Jacques Maritain, “que proponían una nueva cristiandad, articulada a los valores de justicia y de modernidad”. La teoría planteaba que la tesis fundamental era caminar hacia la unidad del capital y del trabajo, lo que significaba que los medios de producción no debían ser de carácter privado (capitalismo) ni estatal (socialismo colectivista), sino que debían pertenecer a los propios trabajadores, previa transición en la que el Estado debía hacer el traspaso. Algunos mecanismos de la transición fueron, de acuerdo a la Declaración de Principios del partido: estabilidad laboral, participación en las utilidades, participación en la gestión y acceso paulatino a la propiedad. Por lo anterior entiende que una idea básica del comunitarismo era la participación de la comunidad para lo que había que fortalecer los cuerpos intermedios. En la evolución hacia la sociedad comunitaria la democracia, la legalidad vigente y las libertades fundamentales eran esenciales para la formación de mayorías sociales y políticas en torno a la solidaridad y la participación.
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