LENGUAJE Y PODER SIMBÓLICO: LA OPINIÓN PÚBLICA, UNA FORMA DE CONTROL SOCIAL
Enviado por Luis Acosta Barraza • 11 de Diciembre de 2019 • Ensayo • 4.213 Palabras (17 Páginas) • 193 Visitas
LENGUAJE Y PODER SIMBÓLICO: LA OPINIÓN PÚBLICA, UNA FORMA DE CONTROL SOCIAL.
Luis Erasmo Acosta Barraza.
INTRODUCCIÓN
Cuando se habla de opinión pública, irónicamente, es muy común que el lenguaje no tome tanto terreno e importancia dentro de dicho debate. Sin embargo, el lenguaje, es la forma simbólica, por medio de la cual la opinión pública siempre se manifiesta y ejerce su forma tan sutil de control social que el lenguaje, como un universo simbólico le ha conferido.
La opinión pública y aun sujeta a distintos debates, es una de las principales formas de control social más comunes entre las diferentes sociedades y grupos humanos a través del ejercicio del poder simbólico.
Es por ello, que el presente ensayo tiene por objetivo establecer y explicar la relación innegable y tenue entre el lenguaje y el control social ejercido a través de la hoy llamada “opinión pública” a través de los medios de comunicación.
El lenguaje: un universo simbólico.
Los diferentes universos simbólicos (mito, lengua, ciencia y arte) como elementos para conocer y construir el mundo de los objetos, es decir, como “formas simbólicas”, exhiben el desenvolvimiento peculiar de la mente en virtud de la cual les es dada a ellas una "realidad" (Bourdieu. 1991: 164).
Considerado de esta forma, el lenguaje se convierte en simbólico y no sólo porque designe alguna realidad presente, sino por su facultad de crear y desplegar de sí un universo dotado de sentido. Asimismo, quienes permiten al lenguaje crear y desplegar dicho universo, son las representaciones, que a su vez también dotan a los seres humanos la capacidad de “simbolizar”, o dicho de otra forma, de hacer una representación simbólica de algo generalmente convencional y finalmente, de crear un universo formado por el lenguaje entre el medio y ellos mismos, es decir, una nueva dimensión de la realidad, un universo simbólico (Vallverdú. 2008: 06).
En definitiva, la forma simbólica más importante es el lenguaje, porque hace posible la comunicación de las ideas, la tradición, la acumulación de información, la identidad y finalmente, la cosmovisión particular de cada lengua. Pues no es sino a través del lenguaje por donde el resto de los universos o formas simbólicas (mito, ciencia y arte) son capaces de desplegar, conocer y construir el mundo objetivo y su realidad. Sobre el lenguaje y la simbolización, Leslie White (1982) dice lo siguiente:
“Entendamos por ‘simbolizar’ el hecho de otorgar un cierto sentido a hechos o cosas, o a la forma en que dicho otorgamiento es captado y apreciado. […] El lenguaje articulado es la más característica forma de simbolización. Simbolizar es traficar con significados no sensoriales, es decir, significados que, como la santidad del agua bendita, no pueden ser percibidos por los sentidos. La simbolización es una especie de conducta. Sólo el hombre es capaz de simbolizar” (White. 1982: 133).
Además, cabe mencionar que todo pensamiento es una representación y que todo nuestro mundo es un mundo de representaciones mediante el cual las representaciones se indican a través de la palabra, la noción, la idea, el pensamiento y principalmente, el símbolo. Como ya se ha mencionado, los símbolos; son, particularmente, lo que al manifestarse en la mente construye un concepto o significado que enriquece y da origen al vocabulario de cada lengua.
El lenguaje y, no visto como algo estrictamente particular, es por el contrario un compuesto simbólico y estructurado en el cual la lengua y el habla forman parte esencial del lenguaje, donde la primera es tratada a manera de una colectividad y la segunda, como una parte puramente individual del lenguaje en la comunicación humana. Por un lado, la lengua es un sistema de comunicación, un sistema social y un sistema de valores perteneciente a una colectividad humana y que se compone de un conjunto de símbolos normalizados que conforman un sistema lingüístico y que cuya finalidad es la comunicación. De esta forma, el individuo no puede por sí mismo ni crearla ni modificarla, puesto que es un contrato sustancialmente colectivo (Barthes. 1985: 22).
Además, retomando parte de lo expuesto en el ensayo Lenguas indígenas: más allá de un proceso comunicativo (2018), la lengua es también un filtro y un dispositivo perceptivo, puesto que admite y selecciona ciertos elementos para que sean percibidos de cierta manera y no de otra. Del mismo modo, es co-constituyente, pues contribuye a conformar lo que se percibe haciendo ver a sus hablantes el mundo de una forma particular, es decir, haciendo ver la realidad objetiva siempre de una manera única y propia de una comunidad sociolingüística determinada. De este modo, la lengua, la cual no es natural sino aprendida, adquiere una gran relevancia, debido a que la percepción permite generar asociaciones de pensamientos, conductas y emociones (Krotz. 2008: 20 y 21).
Abandonando por un momento la evidente idea de la lengua como parte de una colectividad. El habla, es, por el contrario, un acto individual de selección y actualización, en el cual es útil distinguir las combinaciones por las que el sujeto hablante puede utilizar el código del lenguaje para expresar su pensamiento personal y mediante “los mecanismos psicofísicos que le permiten exteriorizar estas combinaciones, los anteriores aspectos combinatorios del habla implican que está configurada por retornos de signos idénticos, donde “cada signo se convierte en un elemento de la lengua (Barthes. 1985: 22). En otras palabras, es el uso personal de la lengua, que se encuentra determinada por diferentes aspectos, ya sean sociales, culturales, educativos e incluso físicos que permiten darle a la lengua cierta particularidad al momento de hablarla.
En definitiva, es imperante recalcar que los símbolos son los instrumentos de "integración social" por excelencia: como instrumentos de conocimiento y de comunicación. Al mismo tiempo, no basta con señalar que las relaciones de comunicación son siempre, inseparablemente, relaciones de poder que en forma y contenido, dependen del poder material o simbólico acumulado por los agentes (o instituciones) implicados en estas relaciones (Bourdieu, 1991: 166).
El poder simbólico del lenguaje.
Como ya se ha mencionado, el lenguaje es totalmente un universo simbólico que permite conocer y construir la realidad, es decir, el mundo objetivo, pero ¿qué hace posible tal realidad? Referente a esto, el sociólogo francés Pierre Bourdieu en su libro Language and Symbolic Power (1991), nos proporciona un nuevo concepto dentro de las estructuras simbólicas: el “poder simbólico”.
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