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LOS NIÑOS EN EL POSTCONFLICTO COLOMBIANO


Enviado por   •  8 de Febrero de 2018  •  Ensayo  •  1.776 Palabras (8 Páginas)  •  112 Visitas

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FORMATO GUÍA PARA CONSTRUCCIÓN DEL ENSAYO

INFORMACIÓN GENERAL

Nombres:

            MARIA YOLENY

Apellidos:

     LONDOÑO RAMIREZ

Profesión

ADMINISTRADORA DE            EMPRESA

Mail:

   yolenylr@yahoo.es

Egresado de la Especialización

SI

         x

NO

Celular.

   301 377 3062

TEMA DE INVESTIGACIÓN

LOS NIÑOS DEL POSTCONFLICTO COLOMBIANO

Terminado el enfrentamiento del Estado colombiano con uno de los bandos que se autoproclamaron hace poco más de 53 años como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, hoy constituidas en Partido político, enfrentamiento finalizado y protocolizado mediante Acuerdo en La Habana, Cuba, queda una secuela de factores que generan dudas en algunos de sus componentes en cuanto a la eficacia y probabilidades enmarcadas en el tiempo de la Justicia Transicional, en un momento de la historia donde la sociedad debe acometer su propia transformación después de transitar un camino de violaciones constantes a los derechos humanos que la asisten. (1)

Una de tantas aristas que surgen después de un conflicto es el cómo responder a las necesidades de las comunidades afectadas bajo casi todas las modalidades de violaciones a sus derechos fundamentales a tener una vida digna.

El presente ensayo breve se limita a tocar someramente y por razón de espacio, el tema de los niños Posconflicto en Colombia.

                                          PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA:

Una se pregunta, a la luz de la información de resultados que se filtran a través de los medios y

de un porcentaje mínimo de la población con acceso a la información y vivencia del Acuerdo, si en realidad el Estado está en condiciones de cumplir las obligaciones adquiridas con los ex –guerrilleros reinsertados y con la población vecina a los territorios asignados.

La dilación, producto del eterno mal que afecta las decisiones trascendentales en el país, ahora ha tocado las entrañas más sensibles del posconflicto: Los niños. Muchos de ellos que dejaron de ser niños durante el transcurso de los requerimientos unipersonales y de entidades de derechos humanos, y del silencio sistematizado de los líderes reinsertados, para convertirlos ahora sí en sujetos sometidos al rigor de la justicia ordinaria que los reclama para sí. En ese lapso de conversaciones pasaron de los quince a los 19 años ya que de los menores actuales no hay pronunciamiento alguno.

Conmueve y obliga a una reflexión profunda la declaración del secuestrado Luis Eladio Pérez, por la época de los diálogos Pastrana- Marulanda en San Vicente del Caguán: “La mayoría de los guerrilleros son muy jóvenes; de 14, 16 y 18 años. Lo que pasa es que aparentan más edad, son muchachos con caras de viejos y con cuerpos de viejos, porque no descansan un día”. (2) 

Pero es más dolorosa la declaración de una niña campesina de la montaña respecto a un enfrentamiento contra el ejército: “Hubo uno que yo acabé de rematar, le saqué la manteca del pecho, lo eché en una bolsa y lo enterramos en un hueco de 50 x 50; esa manteca de muerto es muy buena para los barros, para cicatrices, nosotros la revolvíamos con aceite Johnson, porque pura le seca a uno la cara”. (3)

Esa misma niña de 14 años que hoy ya es persona adulta dice en otro de sus relatos: “Una vez tuve que matar mirando a un muchacho que decían que era primo mío, me dio duro porque era una persona que conocía, que sabía de dónde venía, pero era una de dos, él o nosotros”.  (4)

Entonces viene la pregunta: Cuando un niño es reintegrado a la sociedad mayoritaria, (en contraposición a la sociedad minoritaria de la guerrilla) luego de pasar por tan duras experiencias dentro del proceso de desarrollo de su personalidad, ¿cuál puede ser la terapia o el antídoto para romper el esquema mental diseñado dentro de una ideología basada en la filosofía de la muerte?

Ahora que se habla tanto de la reparación a las víctimas por los daños sufridos durante esa historia oculta e ignominiosa de la violencia, el Estado y la sociedad en general, ¿está suficientemente preparado el Estado en cuanto a logística, recursos y programas que impacten en la sociedad para asumir, absorber y compaginar la vida de estos niños con el devenir social y pluricultural?

No olvidemos que las circunstancias traumáticas vividas por los niños de la guerra repercuten en el entorno que nutre su presencia física y espiritual, como son sus valores, sus derechos como habitantes de la tierra, su educación, su interrelación humana y ambiental, su subsistencia y aspiraciones dentro de una vida digna.

Los niños de la guerra han sido castrados parcialmente de sus sentimientos. Entonces los que no han vivido tan crueles experiencias, que tienen una garantía, aunque a medias del Estado en cuanto a educación, alimentación y en la protección de sus derechos, ¿cómo podrán convivir con ellos? Cómo evitar que sean rechazados, son interrogantes que merecen un estudio más a fondo de lo pensado y planeado por cuenta de profesores, las ciencias del derecho, la sociología, la psicología, la educación y la gente del común.

BJETIVOS

OBJETIVOS

[pic 3]

Vistos los antecedentes y la resistencia de la sociedad para afrontar esta nueva realidad, queda      claro que estamos lejos de iniciar la práctica de una cultura de la paz, cuando el rechazo es quizá el ingrediente más tóxico el niño no guerrero pero prevenido y el niño que fue guerrero igualmente prevenido, con un recelo que lo puede impulsar a continuar delinquiendo.

Si bien es cierto, la guerra, llámese asiforme o no, ha quedado atrás, la estructuración de un programa de integración que incluya parte del paquete de perdón y reconciliación de los adultos, no será cuestión de poco tiempo. Es quizá la equivocación más sensible del común denominador social: La estructuración de un programa que inicia con el enunciado, desarrollo y metas propuestas a tiempo medianamente previsible y sostenible en los resultados. Y digo medianamente previsible porque la guerra en Colombia no ha terminado, porque el Acuerdo solamente es inherente a un grupo o facción, porque una guerra propiamente dicha involucra a toda una nación contra un poder  supremo o contra otros poderes transnacionales y no cuando un Estado debilitado por el veneno de la corrupción debe hacer tablas con un grupo determinado de Insurgentes, mientras paralelamente medran o acechan otras organizaciones delictivas bajo la bandera de supuestas guerrillas,  o de paramilitares prohijados por los mismos que conforman el ordenamiento dentro de la pirámide del poder, o simplemente por paramilitares regidos por otros patrones. Cómo borrar las imágenes de la operación “Jaque” donde niños guerrilleros rodean el helicóptero en que fueron recogidos unos secuestrados, o las confesiones de una pequeña combatiente del grupo paramilitar de Martín Llanos donde aseguraba que “de almuerzo nos servían carne humana, asada, para que perdieran cualquier escrúpulo” (5)

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