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La Educación Como Práctica De La Libertad.


Enviado por   •  6 de Febrero de 2014  •  1.662 Palabras (7 Páginas)  •  316 Visitas

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M.T.F. Irma Elizabeth Camarillo Puente

Saltillo Coahuila irmacamarillo@hotmail.com

Cel. 045 (844)8693417

Reporte para Quinta Sesión 20 de Diciembre de 2007

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Propósitos y Contenidos de la Educación Básica.

Prof. Fernando Rodríguez Monarrez.

La educación como práctica de la libertad.

Paulo Fraire.

“No existe educación sin sociedad humana y no existe hombre fuera de ella”.

La educación de las masas se hace algo absolutamente fundamental entre nosotros. Hay que dejar atrás al hombre-objeto y buscar al hombre-sujeto.

Paolo Freire se dedicó a hacer una educación liberadora y que respetara al hombre como persona. Esto le costó la cárcel y el exilio, pero su empeño también le valió la comprensión y el apoyo de estudiantes y de intelectuales entre otros.

Piensa que el hombre no sólo está en el mundo sino con el mundo y que la propia esencia jamás debe ser la de la dominación, sino siempre la de la liberación. También dice que la religión nunca debe ser un instrumento de sometimiento o alineación.

El hombre existe en el tiempo y debe luchar para la no acomodación, es decir, para la humanización, participando en las épocas históricas, creando, recreando y deduciendo. La actitud crítica, es el único medio por el cual el hombre se integrará en su época.

¿Qué temas y tareas comenzaban a perder significado dentro de la sociedad brasileña y le llevaban a la superación de una época y al inicio de otra?

Era una sociedad cerrada, guiada por la elite que estaba sobre ella. Al caer la sociedad surgieron nuevos temas: democracia, libertad, educación, etc.

La educación adquirió bastante importancia. Los viejos agotaron sus vigencias dejando paso a los nuevos. Pero aun teniendo todos esos cambios, el hombre brasileño, tenía residuos del anterior sectarismo.

El sectario nada crea porque no ama. No respeta la opción de los otros, pretende imponer la suya a todos. El radical, rechaza el activismo y somete siempre su acción a la reflexión. Pero en Brasil, la supremacía no venía de los radicales, sino de los sectarios.

Con el cambio, un nuevo clima de cultura empieza a formarse. Comienzan a hacerse críticos y son críticamente optimistas. La sociedad renuncia a la vieja postura de objeto y va asumiendo la de sujeto, va teniendo esperanza. Defienden la democracia, en la que el pueblo ahogará su enfermedad mediante la voz y la participación.

Pero existirá un problema bastante importante, el ajustamiento y el acomodamiento, son las consecuencias de la inexperiencia democrática.

En el último cuarto del siglo XIX, se verificó el primer avance social, se abolió el régimen de esclavitud, se inició la organización del trabajo libre y se experimentó, por primera vez, un nuevo régimen político. Pero fue en el siglo XX, en la década del 20 al 30, y más acentuadamente después de la Segunda Guerra Mundial cuando el desarrollo industrial del país recibió un gran impulso.

Es posible que la intensa emocionalidad que dirigió los irracionalismos sectarios pueda lograr un nuevo camino hacia el progreso.

Estábamos y estamos convencidos de que la contribución del educador frente a los economistas, los sociólogos, como todos los especialistas que buscan mejorar sus pautas, habría de ser la de una educación que intentase el pasaje de la transitividad ingenua a la transitividad crítica, colocando al hombre brasileño en condiciones de resistir a los poderes de la emocionalidad de la propia transición.

El pueblo necesita una reforma urgente y total en su proceso educativo, una reforma que alcance su propia organización y el propio trabajo educacional de las instituciones. Necesita una educación para la decisión, para la responsabilidad social y política. Y para todo esto se requiere un sistema educacional completamente nuevo.

Una de las preocupaciones fundamentales, a nuestro juicio, de una educación para el desarrollo y la democracia debe ser proveer al educando de los instrumentos necesarios para resistir los poderes del desarraigo frente a una civilización industrial que se encuentra ampliamente armada como para provocarlo. Hay que enseñar a los hombres educación: oyendo, preguntando e investigando.

El hombre brasileño tendría que ganar su responsabilidad social y política, viviendo esa responsabilidad, participando, ganando cada vez mayor injerencia en los destinos de la escuela de su hijo, en los destinos de su sindicato, de su empresa, etc. Es decir, una educación que lleve al hombre a una nueva posición frente a los problemas de su tiempo y de su espacio. La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de VALOR.

Preocupados con la cuestión de la democratización de la cultura, encontramos necesario prestar especial atención al déficit cuantitativo y cualitativo de nuestra educación. Y estos déficit, son realmente alarmantes, constituyen obstáculos al desarrollo del país y a la creación de una mentalidad democrática.

Nos sorprende la apetencia educativa de las poblaciones urbanas y la inapetencia de las poblaciones rurales.

Habla de un: “Proyecto de Educación de Adultos”, a través del cual lanzamos dos instituciones básicas de educación cultural popular: el “círculo de cultura” y el “centro de cultura”. Luego de seis meses

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