La Familia Actual
Enviado por Anylaly • 12 de Marzo de 2014 • 5.924 Palabras (24 Páginas) • 242 Visitas
LA FAMILIA ACTUAL:
SITUACIÓN Y PROBLEMÁTICA
PLANO PSICOLÓGICO-PASTORAL
VII. La familia actual: situación y problemática
1. Los JÓVENES Y LA FAMILIA. Los problemas que angustian a la
familia parece que no se muestran ya en estos últimos años en la
forma llamativa que los caracterizó en los años setenta. Sin embargo,
no se puede decir ciertamente que haya disminuido su intensidad y
actualidad. Alguien sostiene que el problema de los jóvenes y el de la
liberación de la mujer (con todo lo que implica para la vida de la
familia) poseen la carga revolucionaria de los grandes
acontecimientos de la historia y que quedará como el hecho
especifico de nuestro siglo. Es posible que esta valoración sea
exagerada, pero ciertamente no carece de fundamento en los hechos.
Con dificultad los jóvenes encuentran en la familia un espacio en el
que vivir armoniosamente sus problemas y expresar su creatividad
original, como tampoco reciben respuestas adecuadas de la sociedad
con la que se enfrentan.
Sin caer en justificaciones que no vienen al caso, no se puede
dejar de admitir que su descontento va más allá de la buena voluntad
y que se ven obligados a debatirse en un enredo oscuro, si bien
desgraciadamente con frecuencia se resignan.
2. LA PAREJA Y LA FAMILIA. La familia parece a menudo incapaz
de cumplir su propia función; y si las conclusiones no son siempre
dramáticas, sí son ampliamente insuficientes. No en vano, aunque
equivocadamente, se ha hablado con frecuencia en estos años de fin
o superación de la familia y de la pareja, sin indicar por otra parte
alternativas concretas y posibles. Queda en pie el hecho de que,
dentro del núcleo familiar, sigue sin resolverse el problema de la
comunicación, con el cual están ligados todos los demás. No sólo el
lenguaje hace resaltar distancias insalvables entre padres e hijos,
sino que entre los mismos padres los gestos y las palabras se
convierten a menudo en signos de contradicción, huérfanos de los
valores de los que debieran originarse. El padre y la madre no se
hablan ya o lo hacen a duras penas; o, peor aún, el hablarse es
fuente cotidiana de conflictos. Los hijos, según van creciendo,
renuncian al diálogo sobre los temas más significativos de su
experiencia. Es cierto que los estímulos que llegan de la sociedad son
violentos y provocadores, pero la familia, en vez de ser un filtro
aclarador, se convierte en un espacio donde todo se estanca de
modo casi sofocante. Los valores, aunque no estén ausentes
terminan siendo más un refugio individual que un lugar de serena
confrontación y de comunicación interpersonal.
3. FAMILIA Y RELIGIÓN. NO es cuestión de establecer quién tiene
razón o no; lo importante es no velar la realidad y, si es posible,
discernir los motivos. Quizá habría que despertar la conciencia de que
la solución está en la realidad de cada uno, y que es ésta la que ha
de tenerse en cuenta sobre todo cuando ese alguno son los demás.
Asimismo debemos estar convencidos de que la realidad del
individuo no se agota en su entidad visible, sino que comprende
también su relación con Dios. Pero están lejos los tiempos en los que
se hablaba de la familia como de una pequeña iglesia: no
ideológicamente, sino también de hecho, la experiencia y la
supervivencia de los valores religiosos es problemática hoy dentro de
la familia. E igualmente la de los valores morales, que ya no poseen la
fisonomía inconfundible y absoluta del pasado, pero que tampoco han
adquirido (¿por discutibles o por estar ocultos a nuestros ojos?) la
dinámica creativa del presente.
4. FAMILIA Y TRADICIÓN. De hecho, uno de los problemas más
agudos y más graves que aquejan a la familia hoy —y no sólo a la
familia— es el de la relación entre presente y pasado.
Los jóvenes sobre todo, aunque también los menos jóvenes, se
sienten confusos y no consiguen encontrar ese vínculo que es la
única garantía de fecundidad: van desde el rechazo indiscriminado a
la ignorancia presuntuosa, a la duda quizá oculta y, a veces, a la
exaltación acrítica tan deletérea como infantil. Y ello sin hablar de toda
la serie de ansiedades y trastornos que acechan a la vida de familia, y
que se pueden reducir al factor económico (desde la
sobreabundancia a la incertidumbre y la necesidad).
Gran parte de nuestra cultura se encuentra aún, por lo que se
refiere a la familia, en fase de análisis (no rara vez desacralizador); y
si bien se ha atenuado la fase aguda de rechazo, no se proponen
lineas de soluciones concretas o hipótesis de orientación existencial.
En esta situación es fundamental para los creyentes, y acaso
también para los no creyentes, dirigir la atención a la experiencia de
Jesús y de su familia, aunque se trate, al menos en parte de una
situación única e irrepetible.
Hablar de la experiencia familiar de María de Nazaret no es sencillo,
y se corre el riesgo de caer en lo fantástico o lo arbitrario. Existen, sin
embargo, elementos precisos en esta cuestión, y tampoco está tan
alejada como parece de nuestra experiencia la mujer-madre que fue
protagonista en la familia de Jesús.
VlIl. Relectura bíblica del significado de María en la sagrada
familia
1. LA FAMILIA DE NAZARET Y LoS EVANGELIOS. Todo lo que los
evangelios dicen de María se puede entender también como
experiencia de la sagrada familia. No se puede decir ciertamente que
fuera éste el objetivo específico de los evangelistas; pero, de hecho,
aquellos acontecimientos nos brindan, aunque sea
fragmentariamente, la historia de una madre, de un hijo y de un
padre; en una palabra, de una familia.
Los evangelistas hablan de María casi sólo por necesidad;
indirectamente, podría decirse. No obstante, ella, junto con José, es
durante muchos años protagonista en la experiencia humana de
Jesús. El carácter ocasional de los datos que nos han consignado los
evangelios sobre la familia de Nazaret y cada uno de
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