La Familia

La familia es el lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un negocio o una fábrica”. Gilbert Chesterton

¿Existe un lugar más íntimo, acogedor y comprensivo para cada niño, adulto, o anciano que la familia? ¿Acaso el lugar de trabajo, las calles, o los restaurantes establecen lazos de tan fuerte relación con las personas capaces de sustituir el abrazo, la plática, el consejo, la aceptación profunda y permanente que se establece entre padres e hijos y entre hermanos?

Nunca se ha visto tan solo y tan desesperado al ser humano, como cuando observamos sociedades que han desechado la familia como fundamento profundo de la integración y armonía entre las personas.

Nunca como hoy los hombres rodeados de innumerables ventajas técnicas y recursos, como la televisión, el cine, la radio, el internet, centros comerciales y de diversión, encuentran en la familia la verdadera fuente y destino de su verdadera aceptación, como personas únicas, necesitadas no sólo de recursos, sino de una profunda vinculación humana.

La familia es oportunidad de diálogo, de reto a la generosidad, de estímulo para la formación de los sentimientos, el carácter y la fe; lugar para compartir con alegría los pequeños o grandes éxitos, las angustias, los malos ratos o ideales en el ambiente máximo de confianza y aprecio.

Y es que la familia lo da todo sin esperar nada, pero necesita todo lo mejor de todos para fortalecerse ante la tentación del egoísmo, la vanidad y la corrupción. Lo mejor de cada uno puede ir a dar al más valioso recipiente con el que cuenta cada persona y la sociedad, que es la familia, nuestra familia.

La familia necesita mi trato educado, mi mejor sonrisa, mi palabra amable, mi actitud positiva, mi mensaje profundo, mi comprensión, porque dando eso, eso recibo.

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