La Metamorfosis

como la democrática, de la misma manera que la falta de direccionalidad puede

viabilizar tanto la espontaneidad. Es este sentido de direccionalidad la que explica la cualidad esencial de la practica educativa que el autor llama “politicidad de la educación”.

Es la naturaleza misma de la práctica educativa la que conduce al educador a ser político, no en el sentido de ser partidario de uno u otro partido, sinó en el de tener claro las opciones políticas, sus anhelos. Saber cuál es el motor que lo mueve y lo motiva como profesor/a, ante una sociedad de mercado que no lo dignifica y no le brinda el status económico que debería tener como formador de individuos para la sociedad.

La politicidad revela que en la práctica educativa “estética y ética” van de la mano, la estética apunta a la creación de un mundo menos feo, menos malvado, menos deshumano. Apunta a un mundo con esperanza, a un mundo solidario, donde prevalezca el cooperativismo y no el individualismo. Y la ética a la formación de un individuo libre con valores, proyectos.

Como última reflexión queda el desafío para el educador/a de elaborar una pedagogía crítica. Una pedagogía de la movilidad abierta al cambio y a la diferencia. Una pedagogía de apertura hacia el otro, el diferente. Para ello “es necesario aprender a escuchar” porque es escuchando cuando se aprende a hablar. Y escuchar implica siempre a no discriminar, no minimizar al otro, no ridiculizarlo.

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