La Metamorfosis
Enviado por BiiancaM • 23 de Junio de 2013 • 457 Palabras (2 Páginas) • 347 Visitas
El Poder económico es un marco donde los capitalistas son los propietarios del capital. A través de este poder, mediante la disposición de los recursos los propietarios de los medios de producción (capital) deciden qué producir y a quién emplear. A través de sus decisiones de inversión pueden, en buena medida, fijar el rumbo del desarrollo social. De esta manera, la gama de bienes que los capitalistas pueden consumir es mucho más amplia que la de los no propietarios.
En cambio el Poder social es la capacidad de controlar, modificar o influir en el comportamiento de otra persona, expresa en sí mismo una gran potencialidad: hacer que el otro haga lo que yo quiero, cuando lo quiero y como lo quiero. Pensar en el poder social, es pensar en un poder que surge cuando las personas se reúnen y desaparece cuando se dispersan.
La Influencia es la habilidad de ejercer poder (en cualquiera de sus formas) sobre alguien, de parte de una persona, un grupo o de un acontecimiento en particular. Este verbo se refiere a los efectos que una cosa produce sobre otra (por ejemplo, el viento sobre el agua) o al predominio que ejerce una persona (“Juan tiene una gran influencia sobre las decisiones de su hermano menor”).
Así, referida a las personas, la influencia es el poder o la autoridad de alguien sobre otro sujeto. Ese poder puede utilizarse para intervenir en un negocio, para obtener una ventaja o para ordenar algo. En otras palabras, la influencia es la capacidad de controlar y modificar las percepciones de los demás.
La Obediencia es una actitud responsable de colaboración y participación, importante para las buenas relaciones, la convivencia y el trabajo productivo.
Una de las cosas que más trabajo nos cuesta es someter nuestra voluntad a la orden de otra persona. Vivimos en una época donde se rechaza cualquier forma de autoridad, así como las reglas o normas que todos debemos cumplir. La soberbia y el egoísmo nos hacen sentir autosuficientes, superiores, sin rendir nuestro juicio y voluntad ante otros pretextando la defensa de nuestra libertad.
Parece claro que el problema no radica en las personas que ejercen una autoridad, tampoco en las normas creadas para mantener el orden, la seguridad y la armonía entre las personas, está dentro de nosotros mismos. Debemos evitar caer en el error de "sentir" que obedeciendo nos convertimos en seres inferiores y sumisos caracterizados por una libertad mutilada. Por el contrario, la obediencia nos lleva a practicar una libertad más plena, porque echamos por la borda el pesado lastre de la soberbia y la comodidad.
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