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La Situación de la Mujer en los Problemas Socio-sanitarios


Enviado por   •  5 de Febrero de 2021  •  Ensayo  •  2.558 Palabras (11 Páginas)  •  210 Visitas

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La Situación de la Mujer en los Problemas Socio-sanitarios

RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

        Partiendo de la lectura de dos libros de María Angeles Durán, "El valor del tiempo" (Espasa, Madrid, 2007) y "Los costes invisibles de la enfermedad" (Fundación BBVA, Madrid, 2003),  trataremos de realizar un análisis en relación a la construcción del concepto y medidas del tiempo, así como en torno al valor del mismo, para centrarnos en los tiempos que giran en torno a las personas con algún tipo de enfermedad o dependencia. Tratando de realizar este análisis con perspectiva de género, atendiendo al papel específico de las mujeres en el reparto y gestión del tiempo en las distintas categorías de análisis.

        La construcción e interpretación de las unidades de medida del tiempo, es variable y se ha ido modificando históricamente, en función del enfoque cultural, religioso, político… De este modo, todas las unidades de medida del tiempo que históricamente se han ido definiendo son construcciones del ser humano. Partiendo de la observación e interpretación del medio y ante la necesidad humana de la organización espacio-temporal, de la necesidad de agrupar y organizar la realidad observada y anticipar y planificar las acciones a ejercer sobre el medio. La  categorización del tiempo por tanto, es relativa, tanto a nivel colectivo, como individual y va a depender principalmente de las necesidades, intereses y prioridades que en cada momento y contexto se establezcan.

        En este sentido, histórica y culturalmente, desde determinado intereses políticos, sociales y religiosos se ha conformado una estructura social patriarcal androcéntrica, donde se ha  fundamentado y perpetuado una distribución desigual del poder entre hombres y mujeres, atribuyendo a los hombres el papel de dominación y a las mujeres el papel de sumisión. Esta distribución ha marcado el uso de los tiempos de unos y otras, ya que este reparto desigual del poder ha repercutido en las tareas y roles desempeñados tradicionalmente por hombres y mujeres. Mientras que a los hombres se le asignaba un papel predominante en el espacio público (el trabajo remunerado, la política, las relaciones sociales...), la mujer era limitada al espacio privado (las tareas del hogar y cuidados). Teniendo el hombre predominantemente una función "productiva" y la mujer una función "reproductiva". Este reparto de roles y tareas parte, como hemos adelantado, de esta estructura social, cultural, política patriarcal, pero a su vez ha servido de sustento para  la sostenibilidad de la estructura económica de este sistema. En la medida en que se ha contado con un reparto de tareas que ha permitido la estabilidad de dicho sistema. Es decir, al sostener las mujeres toda la carga de trabajo no remunerado dentro del ámbito privado: alimentación de la familia, organización del hogar, cuidado de los hijos/as, cuidados de las personas mayores o dependientes... la economía del sistema solo se ha tenido que ocupar del espacio del trabajo en la esfera pública, del trabajo productivo, remunerado. No considerandose trabajo el que se ejercía en el ámbito privado, en el hogar. Por tanto, trabajo productivo y trabajo reproductivo han tenido un valor muy dispar. Mientras que el trabajo productivo ha contado con un reconocimiento y valor social y económico (diferente en función del nivel de especialización y demanda), el trabajo realizado en el hogar no ha sido valorado ni social, ni económicamente.

        Por tanto, si bien el trabajo en el hogar, requiere como el trabajo remunerado, la dedicación de tiempo, conocimientos, actividad sistemática y esfuerzo, históricamente no ha recibido ningún tipo de valor. Es decir, históricamente, el tiempo de las mujeres, que eran a las que se le asignaba esta labor, no ha sido valorado, sino por el contrario invisibilizado.

        En nuestro país en los últimos cincuenta años se han producido notables avances en relación a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. No obstante, si bien, las mujeres se han ido incorporando paulatinamente al mercado laboral, hasta alcanzar en la actualidad una participación más equilibrada, la incorporación de los hombres en la esfera privada no se ha producido al mismo ritmo. En líneas generales continúa habiendo diferencias importantes en relación a las responsabilidades derivadas de la organización del hogar y cuidados de hijos/as y familiares dependientes.

        No obstante, este desequilibrio entre el ritmo de incorporación de la mujer al trabajo remunerado y el ritmo de incorporación del hombre al trabajo no remunerado, podría responder a lo esperable. Dado que puede resultar más atrayente la incorporación al mercado laboral, que tradicionalmente ha tenido reconocimiento social y económico, no resultando tan atrayente la incorporación al espacio de lo privado, tradicionalmente invisibilizado y falto de valor social y económico.

        Esta diferencia entre la incorporación de la mujer al mercado laboral y la menor incorporación del hombre al ambito de las tareas del hogar y cuidados, ha provocado en la historia reciente una saturación de los tiempos de las mujeres. Mientras que los hombres mantenían su organización temporal entre el espacio público y privado, las mujeres que progresivamente se  incorporaban al mercado laboral debían duplicar su jornada, desarrollando el trabajo remunerado, además del trabajo del hogar. Esto produce una cierta paradoja, dado que si bien en apariencia, la mujer gana terreno en la igualdad de oportunidades, tal igualdad no llega a ser real. Se trata más de una duplicidad de roles y tareas, más que de un reparto equitativo y por tanto igualitario. De tal modo, que el tiempo de las mujeres sigue sin ser valorado, exigiéndo a las mismas una duplicidad de esfuerzos.

        Si bien en los últimos años se ha alcanzado una participación más equilibrada de hombres y mujeres en el mercado laboral y en el ámbito del hogar, las mujeres continuan asumiendo la mayor parte de las responsabilidades domésticas y familiares. Según La Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo 2015  "La diferencia del reparto de horas entre trabajo remunerado y no remunerado de hombres y mujeres pone de manifiesto el desigual reparto de las tareas de cuidados, educación, trabajo doméstico, cuidado de personas dependientes y las jornadas de trabajo totales más largas que realizan las mujeres." "Las mujeres dedican 63,6 horas semanales a (trabajo remunerado + trabajo no remunerado + desplazamientos), los hombres 56,7 horas semanales. Los hombres dedican habitualmente el mismo número de horas al trabajo no remunerado (14 horas a la semana) independientemente de que trabajen a tiempo parcial o a jornada completa. Las mujeres incrementan el tiempo dedicado a trabajo no remunerado (30 horas a la semana) cuando tienen jornada a tiempo parcial."

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