La Tregua

La lectura habla del señor Martin Santomé al que le faltaban seis meses y veintiocho días para jubilarse de su trabajo de contador; un hombre común y corriente, una persona ya mayor, físicamente, un poco calvo, canoso con manchas en el cuerpo, una persona gris y apagada, solitaria triste el cual tiene un desgano por la vida, viudo y con tres hijos ya mayores. Martin es viudo, de casi cincuenta años de edad; su esposa se llamaba Isabel con la que tuvo tres hijos: Esteban, a quien describe como un tipo huraño; Jaime, su preferido y aunque nunca puede entenderse con él le parece sensible pero no honesto; y Blanca, se parece a él, es la que está más tiempo en casa; a los tres los describe como decididos ante las situaciones que se les presenta en sus vidas. Entre hermanos no llevan una buena relación, se la pasan gritando, peleando, casi al borde de la histeria, aunque no lo demuestren quizá en el fondo se quieran como hermanos que son. Cuando llega a cenar con sus hijos, la cena se convierte en un infierno pues existe un silencio aunque él trata de romper con algunas bromas, ninguno hace algo por seguir la conversación.

Agobiado por su pensar, él decide escribir un diario hasta el día de su jubilación; llevaba la cuenta para el ansiado día, pero el único problema era que no quería dedicarse al ocio, sino en alguna actividad que a él le gustara, se sentía indeciso por ciertas opciones como por ejemplo, al jardín, pues decía que era un descanso activo para los domingos; la guitarra sería una buena idea o también el escribir ya que se daba cuenta que la gente solía disfrutar de sus cartas. Martin amaba su trabajo pues era una rutina diaria la cual sabía que hacer todos los días, tenía tiempo para pensar en él y en su tiempo que después de su jubilación tendría; lo que odiaba era que se presentaran problemas nuevos pues lo hacía salir de su rutina.

En ese transcurso de su pensar deprimente, confuso y tan monótono, se encuentra el amor de una muchacha joven, la felicidad y la alegría que la vida le había negado por muchos años; gracias a Avellaneda fue capaz de revertir su pensar, al llegar un día nuevo personal a su trabajo; a Martín le habían asignado tres empleados, dos de ellos eran hombres, sus nombres eran Alfredo Santini de dieciocho años, Rodolfo Sierra de veintitrés años y por primera vez a una mujer llamada Laura Avellaneda; Cuya chica era el nuevo amor de Martin. Tan rápido como cruzaron palabras se dio cuenta de que sentía una atracción hacia ella pero no estaba seguro de si lo que sentía era amor ya que su relación con su esposa ya fallecida, había sido una relación inmadura, y el ni siquiera sabía si estaba enamorado de ella, así que ahora no tenía ninguna relación parecida para comparar con esta y saber si lo que sentía era amor. Avellaneada, pasa de ser una empleada nueva a lo más importante de su vida, pero no podía decirle Laura, por su nombre, ya que aun siendo

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