La apropiación simbólica de la hoja de coca

La apropiación simbólica de la hoja de coca:

La dimensión del conflicto cocalero no puede entenderse en su totalidad sin tener en cuenta la raigambre cultural de la hoja de coca.

La coca es de uso tradicional en la región. Durante siglos fue considerada una planta con poderes mágicos. Según las leyendas incaicas Manco Cápac, hijo del Sol, la había traído al Altiplano. Es venerada como una hoja sagrada, un regalo de los dioses para sus hijos, de ahí que éstas fueran utilizadas en diversos aspectos del rito: como ofrenda a los dioses de la naturaleza, como talismán, para efectuar sortilegios y predecir el futuro por parte de los chamanes.

Hasta el presente la coca ha conservado su importancia en los pueblos indígenas y no es raro encontrar todavía en su uso rasgos de veneración religiosa. Esto unido a sus propiedades medicinales, pues abunda en nutrientes y minerales que ayudan a no apunarse, a sobrellevar el cansancio y el hambre en un territorio hostil como lo es el del altiplano. El mascar coca también sirve como amuleto, protectora del viajero en el camino, consideran que si al mascarla sienten gusto amargo alguna desgracia se prepara.

En las fiestas tradicionales y rituales la coca tiene un lugar preponderante. Por ejemplo, en las ceremonias relacionadas con la madre tierra, la Pachamama, es una de las principales ofrendas a la divinidad.

En algunas comunidades equivale a moneda de cambio. El intercambio social de los pueblos del altiplano está comprendido en términos de reciprocidad y la hoja de coca juega un rol fundamental en esta dinámica. Por ejemplo en la petición de matrimonio supone donar un puñado de hojas de coca y cuando una pareja inicia su hogar debe plantar coca en su casa. Como podemos comprender la coca es parte de la vida social y religiosa de los pueblos del Altiplano con un alto contenido simbólico.

Resignificarla no fue una tarea difícil para el movimiento cocalero dado lo imbricado que está su uso por el pueblo. Uno de los grandes logros de este movimiento fue ligar sus reclamos con la resignificación de la hoja de coca, trasformándola no en la causa o en los reclamos de un grupo particular sino en una causa nacional que afectaba a todos los bolivianos.

El movimiento logró hábilmente, utilizando las creencias de la mayoría del pueblo, separar la hoja de coca de su asociación al narcotráfico y la cocaína elevándola como “la hoja de nuestros antepasados” y al punto de convertirla en símbolo de la dignidad nacional, de la memoria de los antepasados, de la tradición y las raíces de un pueblo. Sarká Malá plantea con acierto que los cocaleros lograron con su accionar construir para su movimiento una identidad y atribuirse un rol histórico en la lucha por la defensa por el derecho del pueblo boliviano de continuar con la producción de la hoja de coca. Se convirtieron

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