La cocina vieja

LA COCINA VIEJA.

                                                                Por Conrado G. - agosto 2023

Hace poco fui invitado a un hermoso pueblo de Antioquia, Urrao. Un municipio que a nuestra llegada nos recibe con el elegante serpenteo del río Penderisco, el cual va llegando al pueblo tímidamente formando curvas, islas y pequeños montículos de tierra, que al final describen una hermosa trayectoria rodeada de tierras semiplanas y más lejanamente unas exuberantes montañas que actúan como fieles guardianas del hermoso valle del Penderisco.

Al llegar a la casa grande, se puede observar el hermoso color rojo de las puertas, los amplios corredores, sus tapias anchas, sus postes cuidadosamente puestos para asegurar la estabilidad de la majestuosa casa de los abuelos. Alrededor de la casa se pueden ver los jardines coloridos, el establo donde se alimentan las bestias, los pozuelos, el corral con su bramadero en el centro y un embarcadero para subir y bajar el ganado cuando se va a transportar.

Las amplias habitaciones contienen cada una, otra habitación, usualmente sin puerta y en total puedes encontrar por habitación 3 o hasta 5 camas bien tendidas con sus respectivas sabanas y almohadas, listas para recibir a los visitantes.

Todos estos aspectos de la casa son geniales, el patio central con la vieja fuente de agua que funcionó mucho tiempo, dando frescura a la casa en los días soleados y aportando su maravilloso sonido a todo el interior de la casa.

Los baños en cada esquina de dicho patio central, con muro solo hasta una altura de unos 2.5 metros, sin techo, como dando la oportunidad a cada uno de seguir en la reunión escuchar y participar, aunque esté haciendo uso de ellos, pues la acústica permite escuchar y ser escuchado por todos.

Un poco más alejado de la casa, los dueños han colocado bancas y una pequeña mesa, donde se pueden hacer reuniones en las noches frescas de verano, a la luz de la luna y hasta de las múltiples estrellas del firmamento, cuando no hay nubes y cuando se apagan todas las luces de la casa.

Desde las talanqueras o cercas de madera, que encierran la casa se puede observar y escuchar el paso del rio Penderisco, el cual nunca descansa de transportar la música propia de un rio meandrico que participa en la vida de todos los habitantes de esta región. En las noches se escucha con más fuerza, pues los demás actores se van quedando en silencio, mientras el rio incansable desarrolla sus actividades en un horario 24/7.

La nueva cocina de la casa tiene un diseño moderno, con sus dispositivos de gas, el horno microondas, las neveras con dispensador de agua, se comunica con el comedor a través de un amplio mostrador que permite interactuar, recibir los alimentos y devolver los platos sin mucha circulación.  En las horas del desayuno este escenario es el más codiciado por los visitantes, pues las delicias del desayuno de la finca con todos sus manjares reúnen a todos sin excepción.

Sin embargo, hay un sitio que por sus características conquisto toda mi atención y es LA COCINA VIEJA. Es un lugar que aún conserva restos de lo que fuera la hornilla donde se preparaban los alimentos en leña, con su respectiva caja para el asado de las arepas. Tiene la banca de madera hecha por su mismo propietario, seguramente hace más de 100 años. En una de sus esquinas hay una mesa amplia, que sin duda ocupa el lugar que ocupaba el granero, donde se depositaba el maíz recién desgranado, los frijoles secos y la panela. En una de las paredes y a una mayor altura, está la repisa con espacio para poner las dos o tres tasas de peltre que contenían la leche recién ordeñada donde reposaba gran parte del día, mientras la mantequilla se separa de la leche y la cual era retirada con una cuchara y depositada en un frasco de boca ancha, hasta que llegaba el momento de batirla y obtener la más deliciosa mantequilla de vaca, que deleitaba con mucha frecuencia nuestros paladares.

...