La coexistencia en la misma oficina
Enviado por zorrar • 19 de Marzo de 2013 • Ensayo • 1.145 Palabras (5 Páginas) • 387 Visitas
CARTA CONTRA LOS COSTEÑOS POR ANDRÉS RÍOS (PAISA)
Tengo la desgracia de compartir cubículo en mi oficina con un costeño. Cada vez que abro un poco la ventana para que entre aire. El tipo me exige a gritos que la cierre, que hiela, que está mamando frio. Yo no sé cómo serán las cosas en su pueblito costeño, donde todos se comen la letra ese al hablar (para no hablar de lo otro que se comen) y donde están habituados a ese horno infernal que tienen por clima, pero están incapacitados para una leve brisa capitalina como Dios manda, porque se tullen.
Me enferma su exigencia de que cierre la ventana. Y sus comentarios procaces y sus zapatos blancos y su acento displicente y sus justificaciones laborales en la que jamás capa una “aja” o un “cógela suave” ¿se puede vivir eternamente cogiéndola suave y pretender que nada malo le pase a uno?
Un colombiano que no haya sufrido de este mal simplemente no ha vivido en el país o es adoptado. Un costeño a 100 kilómetros a la redonda siempre implicara entablar querella por exceso de ruido, olores que fácilmente pueden ser de chivo, un suero costeño rancio o, en algunos casos el simple hecho de no bañarse con la estúpida excusa de que en la altura hace mucho frio.
Porque ajá, así son esos corronchos. Los que creen que todos los que nacimos del César para abajo somos cachacos. Vallunos, Llaneros, Santandereanos, Vichadenses, todos estamos en la misma bolsa. Los que en lugar de hacer colada de maicena se la echan en la jeta en carnaval, los que ponen cara de palo para hablar a bocajarro de la Arenosa y el Corralito de Piedra ¿alguna fijación con los minerales? en lugar de llamar a sus ciudades como se llaman; los que no trabajarían si no fuera por que toca. Perdón, estoy equivocado: los que trabajan, a si toque. Porque solo un costeño tiene la facultad de tomarse literalmente la Celia Cruz con eso de que la vida es un carnaval. ¿No era costeño el honorable congresista Raymundo Emiliani Román. El inventos de los “puentes festivos”?
Es que no hay nadie medianamente responsable en ese arenero barranquillero. En esa época que ellos llaman “carnesdolentica” (palabrita que no aparecen en la real academia, valga decirlo), nada funciona. Nada está abierto ni un colegio ni un banco ni una Universidad. A uno lo pueden tranquilamente atracar o matar y no habrá autoridad ante la cual interponer el denuncio. Ni hospitales que lo curen. Mientras que el sargento de la policía esta jarto de ron en la batalla de flores. El médico de turno lidera la comparsa de El torito en la gran parada.
Ojala la cosa fuera así en los cuatro o cinco días del dichoso carnaval: resulta que también tienen pre-carnavales en diciembre y no paran sino hasta el miércoles de ceniza, es decir se maman olímpicamente del calendario cuatro meses por andar de fiesta (porque ellos no consumen sino que maman: maman ron, maman frío, maman cuadrúpedo asnal empleado tradicionalmente como transporte de carga…..)sumémosle a esa perdedera de tiempo la modorra post-carnaval, que no dura menos de un mes, y que se suma a las fiestas novembrinas en Cartagena y las fiestas del Mar en Santa Marta. Eso, más los festivos y la Semana Santa, permite concluir que los costeños no trabajan más de seis meses al año. Pero eso sí, siempre en horario de embajada de 10:00 A.M a 3:00 P.M.
Queda claro que para el trabajo no fueron hechos, pero hay que ver lo bravos que son para el dominó, un inteligentísimo juego de mesa
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