La corrupción y sus matices sociales

La corrupción y sus matices sociales

La corrupción suele ser confundida como un problema exclusivo de los altos funcionarios públicos, pero en realidad está presente en la vida cotidiana, hace falta tener esto siempre presente porque de esta forma podremos dar una solución a la corrupción, en otras palabras las medidas que se deben tomar contra la corrupción tienen que abarcar tanto el aspecto legal como el moral y social.

El impacto que la corrupción ha tenido en el Perú es abrumador, esto queda claro cuando vemos que los últimos 5 expresidentes del Perú están relacionados a graves escándalos de corrupción, es más, según un estudio realizado en 2019 por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) el 68% de la población señala a la corrupción como el principal problema del país. No cabe duda que estamos frente a uno de los principales problemas del Perú.

En el Perú existen tres diferentes posturas frente a la corrupción; por un lado están las personas indiferentes, que viven sin importarles el contexto político o social en el que se encuentran; por otro lado se encuentran las personas ofendidas, que activamente están señalando y juzgando actos de corrupción sin dar alternativas de solución, y por último existen los individuos disfrazados, que son los que incurren en actos de corrupción pero que también señalan y juzgan a otros individuos corruptos. Estas distintas posturas dificultan el desarrollo de una moralidad dentro de la sociedad, tal como Rosales (2013) indica “La finalidad de la moralidad es encontrar un conjunto de principios que sean justamente aceptables para la comunidad, que tengan aplicaciones y consecuencias prácticas para determinada sociedad”(p. 140), es decir, la moralidad sirve para definir qué conductas son las aceptadas por una comunidad. No obstante, la moralidad dista de la moral puesto que esta última es el conjunto de reglas que regula el comportamiento humano. Por lo tanto, para combatir la corrupción política los peruanos en conjunto deben poner en práctica la moralidad, de este modo el comportamiento de las personas estará regida por una moral común, una moral consensuada por todos, una moral pública. Es pertinente aclarar que se entiende por moral pública las conductas que la sociedad, en un tiempo y contexto determinados, considera correcto.

En adición a lo mencionado anteriormente, el que halla personas que actúan al margen de la ley deja bien en claro que la debilidad de nuestras instituciones judiciales son consecuencia de la escasa honradez de la sociedad, el coimear a un policía para evitar pagar una multa, decir la respuesta de un examen a un compañero de la escuela, pedir a un conocido que nos facilite un puesto de trabajo y comprar cosas piratas son algunos ejemplos de la corrupción en la vida diaria, además estas acciones constituyen la “cultura del vivo”, este concepto se refiere a sentirse orgulloso por hacer las cosas al margen de la ley; sin embargo, lo más alarmante es que estas acciones se están normalizando entre la población, acabando y machacando la poca dignidad que como sociedad aún nos queda. Nosotros como ciudadanos debemos comprender que la “cultura del vivo” no es motivo de estar orgulloso, nunca estuvo correcto y nunca lo será. Para solventar esta situación es necesario tomar conciencia de el deber sobre nuestras obligaciones como miembros de una comunidad, de este modo desarrollaremos una responsabilidad ciudadana que nos ayudará a ejercer nuestros derechos y deberes a cabalidad y a participar de forma activa y acertada en los conflictos

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