La idea de raza es, con toda seguridad, el más eficaz instrumento de dominación social inventado en los últimos 500 años. Producida en el mero comienzo de la formación de América y del capitalismo, en el tránsito del siglo XV al XVI
Enviado por jeanesthef • 22 de Mayo de 2017 • Ensayo • 4.725 Palabras (19 Páginas) • 501 Visitas
RACISMO EN EL PERÙ: UNA MIRADA DESDE LA ACADEMIA
“La idea de raza es, con toda seguridad, el más eficaz instrumento de dominación social inventado en los últimos 500 años. Producida en el mero comienzo de la formación de América y del capitalismo, en el tránsito del siglo XV al XVI, en las centurias siguientes fue impuesta sobre toda la población del planeta como parte de la dominación colonial de Europa”.
Aníbal Quijano
INTRODUCCIÓN
En los últimos años el racismo ha empezado a posicionarse, aunque timoratamente, como problema en el Perú. Esto, sin lugar a dudas, es importante en una sociedad que asume el racismo con una naturalidad preocupante: al menos en las grandes ciudades. Y si bien se problematiza el racismo, también sucede que no hay en el imaginario de los peruanos, una idea clara respecto al concepto mismo de racismo: si es que existe o no en el Perú, si es que es un tema ideológico o psicológico o las dos cosas. No es de extrañar que algo que mencionaban (denunciaban) un grupo importante de intelectuales en torno al racismo en el Perú a comienzos de los noventa tenga vigencia hoy en día, casi veinte años después, gran cantidad de personas, y sobre todo jóvenes, creen que el racismo no existe o está en retirada porque estamos en una sociedad eminentemente mestiza y, además, es difícil creer en la existencia del racismo biológico a estas alturas de la vida. El argumento no ha cambiado. Es exactamente el mismo a pesar de que seguimos leyendo en algunas universidades nuevas posiciones sobre el racismo. Es más, el comienzo del siglo XXI en el Perú ha estado marcado por eventos y noticias que han hecho relucir los problemas de racismo: el problema de la discriminación para entrar a las discotecas y su “reserva del derecho de admisión”; el famoso operativo “empleada audaz” en las playas de Asia; las declaraciones de Alan García sobre los cobrizos, “los verdaderos peruanos”; o lo que dijo un conocido personaje político a un periodista respondiendo si sería conveniente o no hacer un referéndum sobre el TLC: “¿le vas a preguntar a las llamas y vicuñas sobre el TLC?”; y probablemente, junto con las mencionadas, varias anécdotas más de este tipo. Estos temas han tenido impacto mediático con mayor o menor fuerza, pero han aparecido claramente. El racismo ha empezado nuevamente a problematizarse, pero básicamente en los espacios académicos.
- EL RACISMO: PROBLEMÁTICA
“Son una muestra de ello los estudios de Marisol de la Cadena sobre raza y cultura en el Cusco, la investigación de Marcel Velázquez sobre el racismo discursivo contra la comunidad afroperuana propagado por un “sujeto esclavista” y el sugerente análisis de Jorge Bruce sobre el racismo desde una mirada social y psicoanalítica que muestra dolorosas y silenciosas vivencias que reflejan el problema de la “cholificación” y el “blanqueo”. Textos, como otros más, que son una clara muestra de que el tema del racismo se empieza a plantear como problema vigente, pero que sigue teniendo dificultades para ir más allá de las discusiones dentro de aulas físicas o virtuales (blogs), ya sea en una clase, conversatorios o debates, como el ya conocido debate sobre racismo entre Jorge Bruce y el sociólogo Martín Tanaka que se dio hace unos años atrás (2008)”.[1]
A pesar de que aparece como un hecho natural, en el proceso de construcción de una identidad colectiva, al problema del racismo se suma la lucha por el reconocimiento de una “raza mejor”, “superior”, posicionándose el racismo como uno de los factores que marcan un papel importante en nuestros tiempos y el cual demarca un proceso histórico complejo.
El joven Estado nace al ocaso de la independencia como una República, que venía a suceder al Estado virreinal que se recusaba, pero no existían las condiciones para construir una comunidad nacional. Un orden republicano supone la existencia de ciudadanos autónomos, sujetos independientes considerados iguales ante la ley, y el grueso de la población peruana era ajeno a esa condición. Como se ha señalado, eran muy pocos los elementos comunes que compartían los criollos que habitaban el litoral y la población indígena del interior: hablaban otros idiomas, tenían distintas culturas, comían. Vestían, se divertían de manera diferente, tenían diversas cosmovisiones; donde su forma de percibir el mundo según su cultura, religión, etc., era distinta a la de los otros.
La cuestión de cómo debía insertarse a la población india en la “nueva nación” que iba a forjarse fue un problema que se planteó desde la propia fundación de la República, inicialmente, escritores como el joven poeta Mariano Melgar. José Joaquín de Olmedo y Faustino Sánchez Carrión imaginaron una nación que debía incluir a la población indígena. “Los descendientes de los incas”. El mismo espíritu animó el decreto de Monteagudo que abolió la palabra indio, exigiendo que en adelante quienes eran así llamados fueran conocidos como peruanos, y el de Bolívar, que abolió los títulos nobiliarios, tanto hispanos como indígenas.
José Carlos Mariátegui ha sentado las bases de la moderna reflexión social en torno a la cuestión indígena. Rechazando así la forma categórica que el problema “indio” fuera educativo, moral, religioso o natural y recusaba vigorosamente la solución del mestizaje biológico, sosteniendo que el problema era eminentemente socioeconómico. Pero ni siquiera él podía sustraerse al sentido común racista que se constituía en un horizonte mental de la época. En varios de sus escritos, los límites entre lo cultural y lo biológico caracterizados por ser genéticamente trasmisible suelen hacerse muy tenues. Los textos del pensador y político Javier Prado sirven de vehículo para la expresión de los prejuicios racistas que Mariátegui comparte, y que fueron vertidos en varios párrafos de su obra capital, “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”. El sustrato biologicista de sus reflexiones resalta con particular fuerza en su valoración del mestizaje, que juzga negativo, particularmente el de los hijos del país con la población china y negra.
El chino y el negro, sostiene Mariátegui complican el mestizaje costeño. Ninguno de estos dos elementos ha aportado aún a la formación de la nacionalidad valores culturales ni energías progresivas (aunque reconoce los aportes de los chinos en la medicina y en la horticultura), en un juicio de conjunto juzga negativamente su herencia: “el chino parece haber inoculado en su descendencia el fatalismo, la apatía, las taras del oriente decrepito”. Si la valoración del mestizaje con los migrantes chinos es negativa, lo es más aun la que hace de la mezcla con los negros. “el aporte del negro, venido como esclavo, casi como mercadería, aparece más nulo y negativo aun. El negro trajo su sensualidad, su superstición, su primitivismo. No estaba en condiciones de contribuir a la creación de una cultura, sino más bien de estorbarla con el crudo y viviente influjo de su barbarie”. Los juicios de Mariátegui eran parte del sentido común de la época. Juzgando la mezcla de las razas, Mariátegui se mueve permanentemente al filo de interpretaciones que no dejan de estar profundamente marcadas por los prejuicios racistas de la época.
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