La justicia en relación con el estudio del derecho y la política
Enviado por Aura Hernandez • 5 de Diciembre de 2015 • Apuntes • 3.110 Palabras (13 Páginas) • 113 Visitas
¿Qué es la justicia?
Cuando hablamos de órdenes sociales, el término se extiende hacia horizontes inacabados, estos órdenes delimitan toda una serie de características, en ocasiones complejas e insensatas. La interacción es casi obligatoria en todo orden, lo que significa que es un aspecto compatible con la sociedad. Masas aparentemente receptivas, todas ellas interactuado, tenemos la necesidad innata de relacionarnos, converger con nuestros iguales. Entre este andar cotidiano surge nuestra búsqueda, la de la justicia ¿Qué es? Pero, no solo la asignación formal, también las desventuras y condescendencias gubernamentales, culturales y religiosas que ha sufrido el término.
Desde la antigua y emblemática Grecia, hasta el actual declive de los valores sociales, los conglomerados van y vienen, una brecha amplia se bifurca. La justicia ha fungido como opresora del más débil, el de menos recursos a su favor, enemiga de la igualdad y el progreso. ¿La justicia secunda al pueblo? No, es un plan elaborado a favor del sometimiento. Explicaría Hans, que la sociedad es capaz de vivir si justicia, es solo un concepto, uno que carece de una acertada definición, todos difieren en cuanto a su significado, muchas desembocaduras han compuesto aquel océano incipiente de definiciones. Platón, Aristóteles, Kant, Herder, tantos han sido los poseedores de la estafeta, la interminable carrera por hallar el verdadero origen. Sin más preámbulo, es una utopía, ¡Sí! Como lo oyeron, una sociedad perfecta, una sin embrollos de tipo sentimental, psíquico, económico, emocional, religioso, cultural. Cuando un ideal, un anhelo, triunfa sobre otro, sucede lo que más se teme; la justicia solo favorece a uno.
¿Felicidad o desdicha? Es feliz aquel que obtiene el éxito, por el contrario, es desdichado aquel a quien la vida no premia. La sociedad se caracteriza por eso, por ser incierta, este desenlace no es más que el producto de las interacciones humanas. Lo que aquí sucede es que, en la mayora de los casos, la ignorancia humana, nos ha llevado a catalogar a la justicia como una herramienta, mediante la cual es legítimo acceder a nuestra libertad. No existe mayor proeza que esta, una basada en la mentira y el engaño.
“Lo que se desea es la libertad y la democracia para el bien y para la verdad; para la justicia, la belleza y la santidad; pero no tiene sentido (porque no es lo que se desea), la constricción de los supremos valores dentro de una democracia erigida en fin último”[1]
Lo que más me atrae de esta frase, es la precisión con que se piensa en la construcción de un patrimonio meramente democrático. Este tema no es nuevo, tantas civilizaciones han abordado el tema, la civilización accidental lo orillo a su apogeo, lo extendió a lo largo de todo el mundo. De este acontecimiento se conserva el recuerdo de las grandes revoluciones, aquella que aconteciese en la antigua ciudad de Danzig, ciudad que anteriormente se consagrara como libre, reiterando su autonomía. Lo que aquí concierne, que todos los gobiernos buscan erigirse como fin último e indisoluble, proclamando valores de todo tipo, valores que van desde la exaltación de un arraigado nacionalismo, hasta el embone de piezas inexactas,
Coincidir no necesariamente implica pertenecer, estamos inmersos en esta sociedad que nos obliga a apegarnos a los estándares burocráticos, las normas y etiquetas trilladas, un conglomerado que suprime la lucidez de las mentes, destinos rotos. ¿Pensamos? ¿Oímos? ¿Palpamos? Nuestros sentidos reducidos a la mitad de su capacidad, porque esta moralidad absurda que profesamos es necesaria, asesinarla es un crimen, repudiarla un delito, estremecerse una blasfemia. Esta sociedad de aspiraciones vanas, de rostros que desconocen cómo se engendro todo esto.
El hombre es producto de las circunstancias, de sus pasiones, lo curioso de este asunto es la facilidad con que hallamos justificación, clamamos a la redención, a una que sea favorable, una que o diste mucho de aquellos intereses que aspiramos saborear.
Dadas las condiciones de que este tema es variado, desarrollemos un ejemplo. Todos conocemos perfectamente la historia, o al menos a lejanas voces, de los 43 normalistas desaparecidos, en este caso se hallan miles de factores entrecortados, al unirlos solo nos sentimos más lejos de la verdad. ¿Eran o no narcotraficantes? Eso aun continua a discusión, lo que sí sabemos es la falta de interés del gobierno, para ellos esta muerte fue conveniente; justa. ¿Cómo? ¿el genocidio es algo justo? Así son toda clase de guerras, de asesinatos absurdos que no terminan de redimir las faltas del gobierno, aquel que aun no cabe en cuenta de que o queremos nuevas leyes, no queremos más matanza. Que la justicia nos concierte a todos, es un asunto a tratar conjuntamente pero, la deficiente educación ha legado menos mentes lucidas.
Los gobiernos, en su afán por consagrarse como los redentores, en su afán de poder, se han valido de diversas artimañas. La mentira en su expresión más pura: los sistemas de creencias. Para quienes no lo sepan, la iglesia representa el mayor índice de ganancias para un órgano de tipo político, estas ganancias no son necesariamente económicas, las hay también intelectuales. Parece que el lavado de cerebros ha funcionado bien durante varios años, la iglesia ha matado a más personas que las guerras. Y aunque también es cierto que su poder represivo ha contenido el vacio de las masas, el deterioro intelectual ha aumentado demasiado.
No son solo las iglesias lo que me causa inquietud, es toda una organización no apta para esto, para el reto tan grande que implica la justicia, la cimentación de los pilares definitivos. Lo único que se ha hecho es contener a la multitud, la contención no denota educación. El poder ha sido otorgado un grupo de tiranos eruditos, individuos que se han aprovechado de la idiosincrasia de cada pueblo, sus tácticas han sido trazadas, toda esta elaboración es todo un sistema, el sistema nos absorbe, este estancamiento no podía ser menos, lo que se necesita es renacer.
“La historia de los derechos humanos comienza con la fundación de las Naciones Unidas (ONU) por la comunidad internacional en 1945. Frente a los horrores de la Segunda Guerra Mundial se esperó que con este organismo se podía impedir que lo vivido no se repitiera en el futuro en ningún lugar del mundo. La Carta de las Naciones Unidas se firmó el 26 de Junio de 1945 con el objetivo principal de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra” y ” reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre”.
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