La maquinaria no debe dejar de funcionar

                  “La maquinaria no debe dejar de funcionar”

Este ensayo, tiene como propósito analizar, a grandes rasgos y en forma breve, la campaña comunicacional que difundió el Gobierno de Chile durante el primer semestre del 2020, respecto a la crisis sanitaria, y cómo fue el comportamiento de los medios chilenos frente a esto.

Se podrá notar que, en perspectiva, se apreciaron matices que no lograron definir un mensaje claro ni concreto desde que empezó la crisis sanitaria mundial debido al SARS COVID19.

Es evidente que, dicotomías y paradojas, marcaron las jornadas noticiosas y comunicacionales de principio a fin, en el largo eterno primer periodo de tiempo pandémico, que, sin duda, puso en jaque a los sistemas de salud a nivel mundial.

Pero, pese a esas ambigüedades comunicacionales, pudimos ver una tendencia fija y quizás calculada, respecto a lo que era prioritario e indispensable para el gobierno en ese entonces y qué no lo era.

Así, se pudo notar, que no hubo una absoluta incoherencia final, entre lo que se quería dar a entender y lo que se quería lograr por parte del gobierno en cuanto a las estrategias comunicacionales en ese entonces. Para darse cuenta de lo que pasó en ese sentido, hay que pensar bastante acerca del sistema económico imperante en el mundo y en nuestro país (neoliberal) que, como bien se sabe, promueve la actividad comercial por sobre el cierre indefinido de negocios y aduanas preventivo que genera cuarentena. Por otro lado, otras teorías que resultarán satisfactorias y coherentes para en este ensayo breve, son, por ejemplo, la agenda setting y los postulados respeto a usos y gratificaciones, como contenido extra.  

“Cuidémonos, pero… ¡NO nos detengamos!

La frase entre comillas, resume de alguna forma lo que pasó en aquellos meses, en los cuales, primero, vimos al ex ministro Jaime Mañalich, hablar con seguridad acerca de que Chile es una nación que poseía las herramientas para afrontar el coronavirus, que no debía cundir el pánico, ya que el gobierno ponía su palabra acerca de  que existían insumos suficientes para todos  y que   debíamos preocuparnos sobremanera para que  el sistema de salud no colapsara si queríamos salir de la crisis y,  que el nuevo coronavirus, era una enfermedad que afectaría (y afectó) a un sector amplio de la población y que, de ir a trabajar, debíamos hacerlo con mascarillas, guantes y alcohol gel.

Como consecuencia de esto, la ciudadanía se sintió con la sensación de desconfiada calma, la cual, era entendible y se comprendía a estas alturas, simplemente, todas las mañanas, los chilenos tendrían que lavarse hasta siete veces las manos al día, en lugar de tres (o una) y, de mala gana, harían filas en el supermercado y en otros lugares como alguna vez se hizo. El panorama no parecía ser el peor, sólo más restrictivo.

Continuaban los días, los contagiados aumentaban y el mensaje parecía ser el mismo e incluso aún más errático. Se debe comprender que este, como bastantes en el mundo, es un gobierno de tendencia neoliberal capitalista electo democráticamente (como se mencionó al principio), que basa sus políticas públicas y principios en pos del crecimiento económico, el cual considera esencial para mejorar la calidad de vida de las personas y llevar al país al desarrollo deseado, dando protagonismo en esto a la industria privada, otorgándole libertades como Estado en materia económica, regulatoria, etc.

Asumiendo esto como parte fundamental de la ideología del gobierno, parecía lógico privilegiar el trabajo por sobre la salud, privilegiar el equilibrio y proyección macroeconómica y microeconómica por sobre cuarentenas en simultáneo a lo largo del país y paralización temporal. Por eso, no era de extrañar, la calma que proyectaba el ex ministro de salud, el presidente y su equipo.

La prioridad era que el país siguiera funcionando a toda costa. Sin embargo, hay que rescatar que comunicacionalmente en los reportes sanitarios diarios, el gobierno se mostró, según nuestra opinión, constante, con un  contacto televisivo permanente, donde se dejaba claro el protagonismo del ex  ministro como cabeza del equipo, no había confusión en cuanto a los roles  y, pese a los muchos errores cometidos en la gestión, se ha reconoció gran parte de  la culpa directamente en el equipo dispuesto en esta pandemia.

“El menú mediático”

Respecto a esto, los medios de comunicación en Chile asumen un rol fundamental en lo que entregan como contenido al público. Este contenido, obviamente responde a una editorial que busca salvaguardar un interés. Es esta la razón por la cual vimos y vemos a sólo un grupo de personajes públicos que influencian a las masas en distinta forma, pero bajo una misma línea, lo que prueba una vez más la teoría de Maxwell Mc Combs   y sus fases de la “Agenda Setting”.

Por nombrar un ejemplo de la etapa “Framing” podemos ver qué contenido han elegido los medios en las distintas fases del coronavirus que luego aparecen en la agenda de forma reiterada. Para nosotros los ciudadanos en esta pandemia, se ha seleccionado una “carta” o “menú” de contenido, en la que es evidente, se le ha dado prioridad a la ciudad de Santiago, ocupando mucho más espacio en el noticiero que el resto de las regiones del país. Quiero dejar en claro que es obvio que la capital, lógicamente, por número de personas será foco de contagio y de catástrofe, pero, aun así, son muy pocas las noticias y reportes “detallados” de regiones.  Otro caso  visible, si se pone atención, es cómo se añade “gravedad” a las faltas de las personas que viven en el sector poniente de Santiago en relación a las residentes del sector oriente, parece ser  que existe más “indignación” en la falta de un joven “poblador” de Puente Alto que de un “vecino” de Lo Barnechea y esto se refleja desde el peso al reportar lo que sucedió, hasta la insistencia casi invasiva del camarógrafo frente al transeúnte, que en algunos casos parece acoso y sobreexposición para el más débil. ¿Se está mostrando el verdadero rostro Chile de la pandemia?, la respuesta a mi juicio es, no. Sin embargo, estas minuciosamente selectas noticias serían, las que generan “opinión pública”

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