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“La sociedad paliativa” Byung-Chul Han


Enviado por   •  22 de Agosto de 2023  •  Trabajo  •  1.404 Palabras (6 Páginas)  •  53 Visitas

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Profesorado de Educación Primaria.

Unidad Curricular: Ética y DPD.

“LA SOCIEDAD PALIATIVA” BYUNG-CHUL HAN

Curso:

  • 4 año “A”.

Profesor:

  • Gentta, Néstor.

Alumnos:

  • Acosta, Marcela.
  • Altamirano, Raúl.
  • Ocampo, Franco.
  • Zarate, Edith.

Fecha:

  • 24 de mayo del 2.023.

Lugar:

  • La Rioja Capital.

Año 2023

Introducción:

El autor trata de dar entendimiento sobre la situación de la pandemia, y a la vez juega con el dolor volviéndolo interesante al explicarlo de manera conceptual en cada capítulo, dónde la política ya no es capaz de llevar a cabo modificaciones que resulten "dolorosas” prefiere echar mano de analgésicos a modo de calmar todo sufrimiento de la sociedad. Es decir, que hace políticas para sanar algo superficial e involucra a la resiliencia como método de sanar toda experiencia traumática.

Desarrollo:

La sociedad paliativa es una sociedad del “me gusta”, en las redes sociales todo lo que se publica debe ser perfecto, no debe haber dolor ni debilidad. Lo único que buscamos es una aceptación masiva de los demás por medio del like. Cuando habla del orden digital se refiere a nosotros como Homo digitalis, donde dice que la muerte y el dolor no encajan ahí (en lo digital), explica que lo digital desconoce el dolor, la vida es capaz de sentir dolor, es capaz de pensar. La inteligencia artificial carece justamente de esta vida, el dolor es el único que transforma la inteligencia en espíritu, no hay algoritmo, solo el gran dolor.

La persona humana es degradada a un juego de datos que reporta beneficios, convirtiéndolo en vigilancia, somos vigilados y manipulados por plataformas digitales. La nueva fórmula de dominación es “ser feliz” estamos siendo dominados mediante la felicidad y ni siquiera nos damos cuenta de ello, creemos que somos libres y es todo lo contrario.

El sufrimiento, del cuál sería responsable la sociedad, se privatiza y se convierte en un asunto psicológico, se deja de lado los problemas sociales y de la sociedad y pasamos a ser un problema psicológico e individual. Se cuentan los muertos a diario, la muerte domina por completo la vida, la vacía convirtiéndola en supervivencia.

En vista de la pandemia, la lucha por la supervivencia experimenta una radicalización viral. Cuanto más se reduce la vida a mera supervivencia tanto más miedo se tiene de morir. La omnipresencia de la muerte en los medios de masas pone nerviosa a la gente, la fe es sustituida por la unidad de cuidados intensivos y por respiradores, la histeria por sobrevivir hace que la vida sea radicalmente pasajera. La vida se reduce a un proceso biológico que hay que optimizar, ya no es narrable, sino medible y numerable. La vida se queda desnuda y hasta se vuelve obscena, si hoy nos resulta especialmente difícil morir se debe a que ya no es posible hacer que el final de la vida llene a la muerte de sentido.

 

La vida de una persona sin dolor es reducida a una pura supervivencia. En el infierno de lo igual se expulsa al dolor ya que este es un estorbo, hoy ya no estamos dispuestos a exponernos al dolor, la negatividad del dolor interrumpe lo igual y esto no es posible en la sociedad paliativa como infierno de lo igual, nos habla de la narración como un estimulante, como un refugio para albergar el dolor, apunta al dolor como un bloqueo en la historia de una persona, y la terapia es el camino de sanación en la que esta persona se va a liberar de ese bloqueo para seguir narrando su historia. Esta anestesia general hizo desaparecer la poética del dolor, el poder narrarlo, hoy el dolor no es más que un asunto de técnica medicinal, los analgésicos se anticipan a toda esta narración e imaginación. 

Se desarrolla la existencia de la  hipersensibilidad, plantea que a pesar de que tenemos menos dolores somos más sensibles a ellos, incluso que dolores insignificantes resulten insoportables. El dolor no es algo que desaparece, sino que solo cambia su forma de manifestarse, esto se basa en que el dolor reprimido, se va acumulando en forma de “capital invisible” que va aumentando con los intereses, no existe dolor sin un vínculo. El dolor es vínculo cuando se distingue una convivencia, una relación viva capaz de resentirse al dolor por el contrario no hay dolor en un amor como consumo, como objeto sexual. En un mundo sin dolor reina la indiferencia. En la sociedad paliativa las personas tratan de sustituir el dolor por algo extremista (un virus, deportes extremos y comportamientos de riesgo) para poder de alguna manera cerciorarse de su propia existencia. Hoy en día aumentaron como una epidemia global las conductas autolesivas, autolesionarse es un intento de desprenderse de la carga del ego, de escapar de uno mismo. Vivimos en una sociedad en la que es aquejada de una soledad y un aislamiento, el narcisismo, el egoísmo, la competencia, la pérdida de solidaridad y empatía aíslan a las personas. Quizás todos estos dolores crónicos o cortes autoinfligidos son gritos del cuerpo pidiendo cariño, amor y cercanía. Ningún analgésico puede reemplazar aquella escena primordial de la curación

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