¿Las Constituciones para que Sirven?

¿Las Constituciones para que Sirven?

Dos de las  primeras “constituciones” de la historia de occidental, la Carta Magna  1215  y  la constitución de los EEUU  1789 tuvieron  como uno de sus objetivos principales limitar el poder de gobierno. Buscaban evitar que el gobierno no  explotara tiránicamente  su poder,  poniendo  claras  fronteras a esta  autoridad  por medio de las leyes.  «NOSOTROS, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, asegurar la tranquilidad interior, proveer para la defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros y para nuestra prosperidad los beneficios de la Libertad, establecemos y sancionamos esta Constitución para los Estados Unidos de América”.  Con estas  palabras «Nosotros el pueblo», la Constitución de los EEUU establecía rotundamente que es el pueblo quien crea al gobierno. Por tanto, es el gobierno quien  trabaja para el pueblo y protege sus derechos. El poder del gobierno procede del pueblo, ya que es el pueblo quien elige  a sus representantes para administrar, en bien de todos  los habitantes que comparten una nación y las leyes que las gobiernan.

En este sentido, resulta de toda conveniencia apelar a la memoria histórica ya que, en el pasado diferentes grupos políticos extremistas   han intentado imponer en Chile,   sistemas  constitucionales tiránicos y totalitarios que  han malogrado rotundamente.  En nuestro país desde hace más de treinta años que se pretende instaurar una nueva forma de gobierno con características totalitarias,   encubierta con el ropaje de una seudo democracia y una nueva constitución. Este es el caso de la propuesta final de constitución que hace pocos días quedo para ser plebiscitada el día 04 de septiembre.

La  constitución no debe ser considerada como una herramienta política para establecer un modelo de gobernanza sectaria, ni mucho menos para otorgar más poder al estado. Una constitución o carta fundamental que procure imponer un estado omnipresente y omnipotente ha sido siempre  un  error histórico muy grave,  y que, en la mayoría de las veces, ha acarreado muchos sufrimientos a los habitantes más humildes de nuestro país.

Se incurre en un absurdo brutal en querer aprobar una constitución que no es una constitución. Cambiar el uso natural de cualquier herramienta conlleva indefectiblemente al fracaso mas rotundo,  no solo a sus defensores,  sino también a un  país entero. Un viejo refrán campesino es útil para ilustrar esta afirmación.” No le pidan peras al olmo”.

Las constituciones son para traer paz y unidad a una nación. Si no logran estos objetivos,  “non operatur in nobis”^[1]

[1] No nos sirve a nosotros.

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