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Las Jornadas De Junio


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2013  •  1.729 Palabras (7 Páginas)  •  225 Visitas

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Las jornadas de junio, la represión y las provocaciones anarquistas (sobre la defesa de Lucas), por Roberto Robaina

Las jornadas de junio cambiaron Brasil. Ya se habló mucho sobre eso y continuaremos hablando, debatiendo, escribiendo. En nuestro caso, más que eso, buscaremos ser fieles a esas jornadas, a las que denominamos las revueltas de junio. Su importancia fue histórica. Tanto es así que una hipótesis de trabajo es que se haya abierto en el país una situación pre-revolucionaria o por lo menos se haya fortalecido las tendencias en esa dirección. Lo cierto es que toda la situación inevitablemente se transforma con una razonable intensidad cuando millones de personas irrumpen en la escena pública, cuando calles y plazas son tomadas por marchas, movilizaciones y protestas.

Alain Badiou usaba el concepto de acontecimiento para referirse a los grandes cambios que hacían aparecer un ser hasta entonces inexistente. En el caso de Brasil la aparición más clara, hasta entonces inexistente, fue la de la juventud indignada, conectada con las movilizaciones revolucionarias del mundo, cuya marca de acción fue el repudio a la precariedad de los transportes públicos, a los gastos capitalistas de la Copa, a la corrupción y al sistema partidario y parlamentario. Esta irrupción de millones en la escena pública tuvo una aparición en un tiempo-espacio muy preciso: junio de 2013.

Ahora, en este inicio de octubre, habiendo desaparecido de las calles las multitudes que por días hicieran la historia y pautaron la política, la burguesía, sus partidos y sus instituciones nuevamente retomaron las riendas de la situación que por algunas semanas habían perdido parcialmente. Pero ahora ya no controlan la situación como antes. La normalidad ahora está marcada por más acciones de la clase trabajadora y de la juventud, de los movimientos sociales en general y de los populares en particular. Rio de janeiro es la expresión mas clara de la nueva situación. Su punto alto es la fuerte y combativa huelga de los profesores y de los trabajadores de la educación. No es ninguna sorpresa que Rio de Janeiro sea la vanguardia del pueblo. En el 2011 la huelga de los bomberos impuso una derrota al gobierno de Cabral y anuncio los cambios. Al año siguiente la votación de Marcelo Freixo, candidato del PSOL a la intendencia de Rio, indicó que el proceso social y político de contestación a esta orden de miseria, opresión y especulación había adquirido una fuerza muy significativa. Luego, en junio, la ciudad de Rio fue el escenario de más de un millón en las calles.

Conscientes de que precisan actuar para reproducir y consolidar su dominación en esta nueva situación de mayor capacidad de acción del movimiento de masas, la burguesía desarrolla una política que combina de modo mas intenso la represión a los movimientos con los mecanismos de la democracia burguesa formal. La vieja combinación del garrote y la zanahoria. Se aprovecha de la falta de una organización nacional y de un programa unificado de la clase trabajadora y de los jóvenes. La burguesía intenta avanzar sobre sus propios pasos con la colaboración permanente del PT, partido que antes representó - ya pasaron mas de diez años - de modo mas o menos coherente (en general con poca coherencia y con muchas vacilaciones y capitulaciones), las luchas y demandas de la clase trabajadora. Así, ahora con divergencias en el terreno político-electoral, con candidatos que representan sectores distintos, la unidad burguesa en el incremento de las medidas de criminalización de lo movimientos sociales y de los activistas, cuyo objetivo es intimidar y estimular que avancen en la sociedad posiciones reaccionarias contra las huelgas, las protestas y las marchas. Y la colaboración con el PT ha sido fundamental y clara: el PT aplica en el gobierno las medidas de represión exigidas. Es en este contexto que debemos encarar el allanamiento del departamento de Lucas Maróstica por la policía la semana pasada, allanamiento llevado a cabo con la autorización judicial, es una clara tentativa de criminalizarlo.

Es preciso, con todo, que se mantengan las proporciones en lo análisis. No hay ya un régimen cuya represión política sea la marca central en este momento. Las medidas represivas son una reacción a las protestas. La represión policial aumentó como reacción al aumento de las luchas. Y las medidas judiciales son débiles, muy por debajo de lo que el orden burgues necesita para enfrentar al movimiento de masas. No podemos perder de vista entonces que la correlación de fuerzas está más favorable para las luchas del pueblo y para el crecimiento de la izquierda anticapitalista. Los pequeños avances que la política represiva de criminalización obtiene se deben en primer lugar, y sin duda la principal razón, al temor de la clase dominante de nuevos junios; segundo, porque las movilizaciones actuales, como regla, no tienen, es obvio, el peso de las de junio. Pero este segundo motivo no seria relevante para que la represión ganase terreno si no se combinase un tercer elemento: las acciones aisladas y violentas de manifestantes destrozando el patrimonio privado y algunos patrimonios públicos correctamente defendidos por el pueblo, como fue el caso, para dar un ejemplo en Porto Alegre, de la destrucción del museo Júlio de Castilhos.

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