Las crisis en el Ecuador: los treinta y ochenta
Enviado por djp094 • 3 de Junio de 2017 • Ensayo • 1.872 Palabras (8 Páginas) • 382 Visitas
Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Facultad de Ciencias Humanas
Historia social
Daniel Jaramillo
Guillermo Bustos, Las crisis en el Ecuador: los treinta y ochenta, Corporación Editora Nacional, Quito, 1991, PP.95-131, (la politización del problema obrero: los trabajadores quiteños entre la identidad “pueblo” y la identidad “clase” (1931-34))
Andrés Guerrero, administración de poblaciones, ventriloquia y transescritura, Flacso, Lima, 2010, (una imagen ventrílocua: el discurso liberal de la “desgraciada raza indígena” a fines del siglo XIX)
Este es un trabajo comparativo del texto de Guillermo bustos; la politización del problema obrero: los trabajadores quiteños entre la identidad “pueblo” y la identidad “clase” (1931-34) con el trabajo de Andrés Guerrero; una imagen ventrílocua: el discurso liberal de la “desgracia raza indígena” a fines del siglo XIX, donde se analizara la problemática social de los diferentes grupos planteados por ambos autores, en esta reseña pienso demostrar las similitudes entre los dos textos, a través los problemas sociales que cada autor marca.
Los años treinta en el Ecuador fueron llenos de conflictos internos, ya que el país atravesaba una crisis económica y sufría un continuo desequilibrio de su estructura política que se expresa en la caída de los niveles de vida. Bustos plantea la emergencia política, y esto se dio gracias a los trece gobernantes que tuvo el país en el corto lapso de ocho años, añadido a esto en el Ecuador se daba la agitación de los diferentes grupos sociales, expresada en la protesta popular urbana.
Existen dos vertientes fundamentales que nos indican la agitación urbana que implico esta época, propias de un contexto de transición hacia una sociedad plenamente capitalista; la primera de características conyugales trata sobre los vendedores ambulantes, trabajadores por cuenta propia, artesanos, estudiantes, desempleados, etc. Estas manifestaciones de tipo urbano, estarían vinculados directamente con la participación política y con el deterioro de los niveles de vida.
La segunda vertiente que es el objeto de estudio de Bustos, tiene como protagonista a los trabajadores organizados, y estos mantienen estrechas conexiones con el movimiento social. Con esta vertiente Bustos plantea su hipótesis; cuando Neptalí Bonifaz gana las elecciones en mil novecientos treinta y uno, surgen los trabajadores quiteños, este surgimiento pudo ser de apoyo hacia el gobierno o como oposición. Uno de los puntos centrales de su planteamiento, fue la denominada “problemática obrera”. Así es como podemos observar un proceso en que la identidad clasista obrera va conformándose con relación a una conciencia preexistente, identificable como popular, tradicional, o de pueblo, la cual coexistió, en un primer momento como una naciente forma de conciencia clasista moderna. Así es como Bustos, examina una desconocida fase de la alianza artesanos-obreros, dentro de la que, al cobijo de un sector politizado y aun radicalizado del artesanado, emergió el naciente sector de obreros fabriles organizados.
El autor plantea antecedentes que son necesarios para entender la evolución de las organizaciones de trabajadores, el primero, habla sobre el crecimiento de la población y la notoria pobreza humana, también habla sobre de los cambios estructurales; aquí nos explica el desarrollo que tuvo la industria textil, que para fines de los años veinte, se establecieron 19 de las 32 fábricas que existirían en todo el país. El segundo habla de la crisis organizativa, esta surge a partir de la caída del mutualismo como lógica dominante en el funcionamiento de las organizaciones existentes. El tercero nos explica los antecedentes legales, este habla sobre el reconocimiento legal por parte del Estado, de varios derechos laborales impulsando a que los trabajadores luchen por efectivizarlo. Y por último, Bustos habla sobre la nueva actitud política, y nos explica que existió un proceso de politización que envuelve a los diversos actores colectivos. A partir de estos precedentes, el autor se dedica a habar sobre dos instituciones; la primera es la Compactación Obrera Nacional (CON), esta surgió conjuntamente a las propuestas de Bonifaz, estas giran alrededor del “problema social”, esta esgrime es un discurso estructurado, en torno a la justicia social, la vigencia del derecho, el fenómeno de la armonía nacional y el apego declarado a la especificidad de la realidad ecuatoriana, pero este discurso fue en contra hacia los planteamientos de izquierda marxista. Bustos comprueba que la CON recogía sentidas aspiraciones populares (problema habitacional, costo de vida), atendía a un sin número de demandas de trabajadores asalariados y empleados y ofrecía una respuesta a una sentida demanda del artesanado, esto sin descuidar a los pequeños proletarios urbanos y rurales.
La segunda institución, es la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha (SAIP) esta organización iba en en contra del bonifacismo, , esta organización creo un programa qué se concretó en los siguientes aspectos: sostenimiento y estabilidad del patrón oro, necesidad de que se expida una ley de inquilinato para controlar el problema habitacional, expedición de una ley de Seguro Social que atienda el problema de los desocupados; reformas de las elecciones a fin de conseguir una representación auténtica.
Así fue como Bustos se fue acercando a los trabajadores organizados a través de estas instituciones (CON) y (SAIP), con esto nos demostró el cambio que se efectuaron en el sistema de representación gremial de los obreros quiteños. A través del proceso de politización del llamado “problema obrero”, los trabajadores quiteños enfrentados a sus patrones y al Estado, van construyendo una comunidad de intereses, sin embargo Bustos nos aclara que el desarrollo de esta conciencia de obrero, o la configuración de su identidad clasista se constituye a partir de un proceso de diferenciación con una identidad social preexistente, la cual también se ha forjado a través de un proceso de politización: es decir, la identidad de “pueblo”. En este proceso de relación-competencia, entre unos sujetos que se van autodefiniendo como una clase social específica, pero también se sienten parte del pueblo, los obreros se perciben en calidad de portavoz del “pueblo.
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