Los Adolescentes

La imagen de un chino no es un chino

No se puede establecer una radiografía inequívoca de la adolescencia, de sus características, alcances y procesos. La adolescencia es una etapa compleja y aun en muchos niveles, oscura. Simplificarla podría ser contraproducente; no cabe duda que la tarea del educador fuera más fácil si lográramos simplificarla. Así podríamos tener en las escuelas junto a los de evacuación, sismos e incendios. La tarea sería más sencilla, e infinitamente despreciable, porque no habría nada de educativo en ella. El proceso educativo en la adolescencia tiene una particularidad: un alto contenido de significación emocional está presente en cada paso de aprendizaje.

El profesor de adolescentes debe tener claro que su reto específico está en incidir de modo activo. Trabaja con un ser de voluntad propia y capacidades casi por completo desarrolladas, aunque con casi nula experiencia. Es decir: ustedes, educadores de adolescentes, son los profesores de manejo de un novato.

Descripción del adolescente

Los primero que nos llama la atención de los adolescentes es du forma de actuar, también nos sorprende de pronto su inteligencia, su ternura y su filoso sentido del humor. Pero no logramos entender lo que hacen.

Los muchachos parecen tener un radar específico para lo prohibido y peligroso. Son crueles en muchos casos y, más que valientes, temerarios; son agresivos y soberbios; suelen mentir, robar, dañar cosas sin propósito, nuestro juicio social ha elegido tratarlos como delincuentes: semiadultos aberrantes o infantes excesivos, a los que hay ante todo que limitar.

Lamentablemente aun para muchos educadores da nivel secundaria y preparatoria, la frase: entender al adolescente significa un peligroso esfuerzo de convalidación, una justificación de actos que deberían ser reprimidos; en una palabra, una invitación al caos.

Hablar su lengua

Entender a los adolescentes es un esfuerzo que bien vale la pena, porque nos facilitara la tarea cotidiana del lidiar con estos seres, sin duda extraordinarios y difíciles, nos permitirá centrar nuestro esfuerzo en propósitos no simplemente normativos, si no al fin de cuentas, educativo. Es necesario hablar la lengua de los lugareños.

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