Los Cautiverios De Las Mujeres: Madresposas, Monjas, Putas, Presas Y Locas
Enviado por sealkami • 28 de Febrero de 2015 • 1.625 Palabras (7 Páginas) • 1.009 Visitas
El presente trabajo es una relatoría realizada al capítulo IV del texto “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas” de la autora mexicana Marcela Lagarde. La tesis principal del capítulo gira en torno a la división sexual del trabajo, concepto que se refiere a la presencia en todas las sociedades de una inserción diferenciada de varones y mujeres en los espacios de la reproducción y en los de la producción social.
Marcela Lagarde inicia el capítulo IV denominado “El trabajo”, argumentando que “El trabajo define la relación de los seres humanos con la naturaleza en dos sentidos: en uno los humanos se apropian de la naturaleza al transformarla mediante el trabajo, al humanizarla. En otro, ponen en acción la naturaleza historizada en sus cuerpos” (111). De ahí, que la autora conciba el trabajo como uno de los fundamentos de la condición humana que ha sido diferenciado por el género a partir de las características sexuales de hombres y mujeres.
Para Lagarde, “Las sociedades han especializado a los individuos en formas particulares del trabajo, en ocasiones de manera excluyente; de manera generalizada, la diferencia física evidente les ha servido como principio clasificador por sexos para definir el acceso al trabajo. Así, el trabajo es uno de los fundamentos de la división genérica de la sociedad y la cultura, aun cuando varía la relación específica entre sexo y tipo de actividad permitida, obligada o prohibida” (114). Es decir, a partir de la naturalización y de la idea biologista de la división del trabajo, es que se establecen roles diferenciados para hombres y mujeres en cada sociedad. Por ejemplo, tradicionalmente corresponde a las mujeres el cuidado de la familia y la realización de las tareas domésticas, actividades que constituyen el trabajo definido como "reproductivo". Por su parte, los varones tienen como rol central el vinculado a la actividad económica o actividad "productiva", como proveedores de la familia. En las sociedades de mercado, sólo el trabajo productivo es valorizado debido a su retribución monetaria. El trabajo reproductivo es no remunerado y visto como natural y, por lo tanto, subvalorado. Dadas las diferencias en la retribución material y simbólica de roles y tareas asignadas a cada sexo, la división sexual del trabajo es jerárquica, dejando a las mujeres en situación de subordinación con respecto a los hombres.
Con respecto a lo anterior, la escritora plantea que “Las mujeres siempre han trabajado. Pero existen dificultades para definir su trabajo, primero porque se le juzga a partir de la división histórica del trabajo, como natural, como característica sexual. Segundo, porque una parte de su trabajo le ocurre y lo hace, en y por mediación de su cuerpo, y no es diferenciada de él como una actividad social creativa. Tercero, porque el resto del trabajo de la mujer, por asociación, es derivado naturalmente del trabajo no concebido como tal.” (116)
Puede decirse entonces, que existen enfoques que al explicar la división sexual del trabajo por factores innatos tales como, la capacidad biológica de procrear, o por las diferencias de aptitudes, preferencias laborales y capacidades que resultan en una fuerza de trabajo femenina que no se adapta a las características que demanda el mercado de trabajo, terminan “naturalizando “el fenómeno. Diferenciándose de estos enfoques, la literatura feminista al recuperar el carácter de relación social que el marxismo otorgara a la división del trabajo en las sociedades capitalistas, transforma este concepto en una categoría central para indagar y comprender la subordinación de las mujeres en la sociedad. En este sentido la división sexual del trabajo es vista como un fenómeno dinámico y cambiante y como expresión, reforzamiento y perpetuación de la subordinación de las mujeres.
Para la autora, la mujer posee unos medios básicos para su trabajo, los cuales se convierten a su vez en medio de vida para la misma, en el primer caso “porque son los que median los efectos del trabajo de la mujer sobre su objeto, el otro, y para el segundo caso porque por su mediación las mujeres existen”(125), estos según el texto son: las condiciones, las cuales hacen referencia a enseres, el lugar o la casa, la sexualidad de la mujer, que hace alusión a sus características reproductivas, al cuerpo que cuida y protege, y al cuerpo erótico para el placer del otro, y su subjetividad, referida a su sabiduría y su capacidad para dar afecto.
Estos medios que se logran visualizar por medio de la conceptualización y que se encuentran arraigados a la identidad femenina como uno solo, dan lugar a la cristalización de su trabajo en otros, que aunque suyos dejan de pertenecerle, como el producto elaborado por cualquier trabajador, al que no se le reconoce una propiedad sobre ellos, pero para el caso de la mujeres tampoco
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