Los Economistas Neo-liberales, Nuevos Criminales De Guerra
Enviado por dansur • 22 de Abril de 2014 • 2.866 Palabras (12 Páginas) • 425 Visitas
“LOS ECONOMISTAS NEOLIBERALES: Nuevos criminales de guerra”. Lanzamiento del nuevo libro del profesor Renán Vega Cantor
«El capitalismo destruye las dos fuentes de su propia riqueza: el hombre y la naturaleza. En ese sentido, el sistema neoliberal ‹es un real genocidio›, porque está acabando con capas enteras de la sociedad humana y del entorno natural».
En el transcurso de la investigación se fue reafirmando la estrecha relación entre neoliberalismo y capitalismo. Al respecto, se hace necesario enfatizar que no es posible separarlos, como hacen ciertos autores, ONG y hasta partidos políticos, planteando tácitamente que el neoliberalismo es una negación del «capitalismo civilizado» existente hace algunas décadas en su versión socialdemócrata, y que eso se ha debido a las políticas neoliberales, al desarrollo de las telecomunicaciones y la informática y al despliegue incontrolado del capital financiero. Algunos de los que difunden este tipo de análisis son los que proponen, empezando por ATTAC, como algo trascendental, la imposición de un impuesto a los grandes movimientos financieros, la llamada Tasa Tobin (a pesar que el economista que la propuso, James Tobin, hasta los últimos años de su vida despreciara a los movimientos sociales y políticos que se han organizado en diversos lugares del mundo para luchar contra la globalización; opinión comprensible pues ese economista nunca abandonó la ortodoxia económica). Este tipo de analistas son anti neoliberales pero no anticapitalistas, suponiendo que puede llegarse a un capitalismo social sin los incómodos «extremismos» de los «fundamentalistas de mercado». Por el contrario, a lo largo de estas páginas mostramos que existe un vínculo indisociable entre capitalismo y neoliberalismo y, por lo tanto, resulta obvio que la criminalidad de estos últimos no puede entenderse sin hacer referencia a la barbarie capitalista. Por eso, el subtítulo de esta obra: El genocidio económico y social del capitalismo contemporáneo.
La criminalidad neoliberal ha extendido las redes delincuenciales del capitalismo hasta niveles impensables hace algunas décadas. En el mundo actual los neoliberales desempeñan el mismo papel genocida que antaño cumplieron la iglesia católica y los misioneros, los piratas y aventureros, los negreros y los colonizadores. Y no quiere decir que todos ellos no sigan actuando, y en forma criminal, en el capitalismo contemporáneo sino que también se han subordinado a la lógica neoliberal, cubriéndose con el nuevo manto criminal que ahora los arropa a todos. Con el neoliberalismo, el capital ha ampliado su estructural carácter criminal a todo el mundo y a los más diversos aspectos de la vida social y natural, lo que se constata en los más diversos terrenos: el mundo del trabajo, la educación, el medio ambiente, la biotecnología, el sistema de salud, las migraciones internacionales, la alimentación y el agua.
Esa ampliación de la criminalidad capitalista nos remite al análisis clásico y siempre perenne del principal crítico no sólo del capitalismo sino de la economía política, a Carlos Marx. Su análisis de la mercancía, junto con la criminalidad capitalista de su tiempo (esa es otra importante dimensión de El Capital, no siempre considerada), es de una impresionante actualidad en el mundo de hoy.
El capitalismo convierte todo lo que encuentra en su camino en mercancía, destruyendo sociedades, culturas, economías, tradiciones y costumbres, dejando a su paso muerte y desolación. Eso se evidencia con la mercantilización de la naturaleza, de los genes, de los órganos humanos, de los niños y las mujeres… y el neoliberalismo se ha convertido en el legitimador «teórico» e ideológico de la brutal conversión de todos los valores de uso en vulgares mercancías, con sus devastadoras consecuencias sobre los seres vivos. En estos momentos estamos soportando el más despiadado genocidio que haya sufrido la humanidad en los últimos cinco siglos como puede corroborarse con cifras elocuentes sobre pobreza y riqueza, sobre hambre y obesidad, sobre sed y derroche hídrico, sobre analfabetismo y hastío informativo, sobre explotación laboral y fabulosas ganancias de los empresarios capitalistas…
Ese panorama de antagonismos sólo ha podido ser erigido sobre la explotación intensiva de millones de seres humanos y sobre la destrucción acelerada de los ecosistemas, lo que no hace más que demostrar las afirmaciones de Marx a mediados del siglo XIX, en el sentido que el capitalismo destruye constantemente los “dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador». La conjunción de ese doble proceso destructivo explica la amplitud y variedad de los crímenes del capitalismo y el papel que desempeñan los neoliberales, como legitimadores ideológicos de tal proyecto genocida, pero también como copartícipes directos y responsables de esa guerra contra los pobres del mundo. Como bien lo ha dicho Edward Herman:
“Identificar cualquier tipo de criminal de guerra es algo complicado, es habitual agarrar a los que dan el golpe, o a los que dieron las órdenes Inmediatas, mientras se ignora a los que lo planearon y a los que lo decidieron, a los que lo financiaron y a aquellos que dieron apoyo moral e intelectual (…).
Cuando tratamos la criminalidad económica incidimos en los mismos problemas que encuentran los analistas del Sistema para identificar los crímenes de guerra militares. ¿Quién es el responsable en un sistema complejo de división de tareas? ¿Buscamos más allá de los gerentes medios y superiores, entre los grandes accionistas y banqueros que pueden dirigirlo todo? ¿Nos detenemos en los líderes políticos que hacen y ejecutan las leyes o buscamos entre los que financian elecciones, consejeros, planificadores e intelectuales que defienden que se realicen los proyectos criminales? Recalcar la etiqueta de criminalidad sobre individuos destaca el elemento invariable de tales crímenes -el hecho de que no son solo el resultado de cómo trabaja el sistema, sino que muchas personas comparten la responsabilidad”.
Justamente, en esta investigación nos hemos concentrado en demostrar tanto la responsabilidad del sistema capitalista como de los economistas neoliberales en la perpetuación de crímenes de muy diversa naturaleza, resaltando que muchos de los delincuentes, con rutilantes títulos de Doctores en Economía de prestigiosas universidades estadounidenses, planifican el asesinato en masa de millones de seres humanos desde sus cómodas poltronas de burócratas en sus tecnificadas oficinas del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional. Esos asesinatos se materializan en la práctica cotidiana cuando se aplican las Armas Económicas de Destrucción Masiva, como los Planes de Ajuste Estructural, contra pueblos enteros. Y, como siempre sucede con los
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