Los Malditos, Reseña
Enviado por Floorees • 17 de Septiembre de 2014 • 3.679 Palabras (15 Páginas) • 4.278 Visitas
Esta historia comienza en un día común de trabajo del reportero, 7 de mayo del 2008 en donde J. Jesús Lemus se encontraba en busca de aquella información para poder informar a la ciudadanía de La Piedad en el Estado de Michoacán aquellas noticias que fueran de suma importancia para aquellas personas.
De pronto una llamada alerta a Jesús Lemus, se trataba del comandante de la Policía Ministerial del estado de Guanajuato, avisándole de una noticia relevante del municipio Manuel Doblado que se trataba del hallazgo de unos cuerpos, por lo que tenía que dirigirse inmediatamente al estado de Guanajuato para poder encontrarse con aquella notica que para él era importante informar a los demás.
Al encontrarse con el comandante, casi por inercia pregunto por los cuerpos de los que le había informado lo cual el comandante respondió que lo acompañara a su oficina en un tono diferente al que solía habla con él, al ingresar a la oficina de la comandancia, Jesús Lemus sin saber lo que le esperaba se encontró con un grupo de encapuchados que lo sometieron, fue esposado de pies y manos, perdió su orientación en las próximas 48 horas las cuales estuvieron conformadas de torturas que ni el imaginaba, por lo cual sentía el tiempo totalmente eterno. No tenía ni una sola idea del motivo del estado por el que estaba pasando, perdió la conciencia varias veces por motivo de los golpes tan fuertes que provenían de aquellos encapuchados que se mencionó antes. Cada vez que Jesús recuperaba la conciencia se le entrega un acta de incriminación para que la firmara, de las tres veces que le pidieron que firmara un acta no lo hizo, pero dentro de su desorientación pudo alcanzar a leer que en esa acta se le involucraba con algún cartel. Luego al ser trasladado al Cereso de Guanajuato se le aplicó un estudio criminológico que consistía en preguntarle su nombre, edad y analizar las respuestas para denominarlo un criminal de alta peligrosidad.
Para el 27 de mayo de mismo Jesús Lemus ya estaba siendo trasladado al Penal de Puente Grande, en donde nuevamente no se imagina lo que pasaría en el tiempo que permaneciera ahí; por lo mismo tampoco pensó con que personajes de crimen organizado se contraria ahí ni como sería el trato que ellos le brindarían, mucho menos los guardias.
Jesús fue ingresado a la celda número 305 del pasillo 3 completamente desnudo, en una celda completamente sin nada con que cubrirse para dormir, era solo una cama de concreto, el excusado y las paredesy es desde ahí donde comienza el relato sobre los internos, el primero de trata de Daniel Arizmendi López alias el Mochaorejas (Nació el 22 de julio de 1958, Miacatlan, Morelos, México; con cargos criminales: Secuestros, homicidios y delincuencia organizada, condenado el 22 de agosto de 2003 a 393 años de prisión en el Penal Federal de Puente Grande Jalisco, apodado así porque a la mayoría de sus víctimas les mutilaba una oreja o dedos de las manos, según datos de investigaciones periodísticas, Daniel Arizmendi secuestró y mutiló a más de 180 personas entre 1995 a 1998 periodo en que se especula que cometió más de 21 secuestros, al menos 3 terminaron en asesinato). Ubicado en ese pasillo mantuvo conversaciones más de una vez con el Mochaorejas y Jesús Loya (con cargos por secuestro, sentenciado a 25 años de prisión en el Penal Federal de Puente Grande Jalisco). En este apartado del libro se menciona un poco de las conversaciones con las que de distraían y olvidan por un buen rato del lugar en donde estaban contando la situación en la que se encontraron y como llegaron a ese penal, y no podía faltar que alguien de nombre Jesús Loya ubicado en la celda uno hablara del amor, fue un comentario gracioso entre los presos que un integrante del crimen organizado dijera que se encontraba enamorado de la enfermera del penal, a la que él llama Nana Fine (ya que los presos tenían que ponerle un sobrenombre al personal del penal para poder identificarlos), lo cual Jesus Loya dijo que la enfermera era una mujer muy bella, y que al verla a los ojos sentía estar en el cielo y que inevitable no enamorarse de ella, lo que él quería era convencer a los demás presos de la belleza de esa mujer. Jesús Loya tenía un forma muy peculiar de actuar para poder ver a amada enfermera en los días que le tocaba guardia en la enfermería, pues en el penal se tenía prohibida la conversación entre los presos (lo cual ellos lo hacían mientras los guardias no se daban cuenta) mucho menos cantar, por lo que Loya tenía una canción en especial para cantarle a aquella mujer de la que estaba enamorado, es canción era Aliado del tiempo – Mariano barba (“En tus bellos ojos encontraba ese brillo y en tus labios el sabor que tanto me gusta y en tu cuerpo la pasión que llevo encendida y tu alma me provoca algo que me asusta que me está atrayendo y creo que es amor”), él ignoró la primera llamada de atención de los guardias que guardara silencio, por lo que al no obedecer los guardias se dirigieron a su celda y comenzaron a golpearlo hasta dejarlo totalmente inmóvil, el resultado de aquella golpiza era dejarlo completamente indefenso lo cual era necesaria la presencia de la enfermera para realizar la curación de las heridas que le habían dejado los guardias al interno.
Aquel “criminal enamorado” era capaz de soportar heridas y fracturas con tal de tener la atención, los cuidados y la mirada de aquella mujer la de que estaba enamorado.
Muy aparte de la historia de amor, lo impresionante era aquello con lo que se castigaba a los presos, la forma tan sucia y corrupta de “corregir” la conducta de aquellos presos, que era de una forma tan sucia, sin piedad, inhumana, en donde los presos terminaban ensangrentados y muy golpeados que tenían que ser llevados a revisión médica.
Siempre que Loya tenía oportunidad de arriesgarse a ese brutal castigo lo hacia, con tal de ver a aquella mujer, una vez Noé Hernández alias el Gato le pregunto a Jesus Loya - ¿Todavia siguen pensando en la enfermera? A lo que Loya respondió - Claro, si ella es el amor de mi vida. Y aunque se me vaya la vida en el intento, la voy a seguir amando, porque al fin y al cabo para eso uno es hombre, ¿no?, para querer con toda el alma a una mujer. Para él valía la pena aquella “madriza”.
El próximo en hablar con J. Jesús Lemus fue Juan Sánchez Limón (uno de los jefes de los Zetas en varios estados del centro del país. Jesús se vio en la labor de informarse a sí mismo sobre el trabajo que realizaba Sánchez Limón, de la cantidad de dinero con la cual “apoyaba” al gobernador que era enviado por medio del Procurador de Guanajuato, se entregaban 300 mil pesos mensual y aparte 100 mil pesos para gastos imprevistos, era muy buena la comisión que ganaba el gobierno.
Mientras se hacía extensa la conversación
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