Los Valores Como Elemento Integrador En La Acción Educativa

Los valores, como elemento integrador en la acción educativa

los docentes través de su labor, deben fortalecer la formación integral de los educandos, promover valores positivos. Asimismo, suscitar en ellos el desarrollo de una personalidad sana e íntegra.

En este sentido, el docente deberá tener una participación activa y ejercer su liderazgo en este proceso, para contribuir de manera favorable en el aprendizaje y construcción de conocimiento. A su vez, lograr que los educandos estén en condiciones de construirse a sí mismos social y axiológicamente.

Empero, para la integración de los valores en la acción educativa, no debemos dejar de lado la importancia de que la institución educativa esté impregnada de los valores que se pretenden sean apreciados por los educandos. Es por ello que las relaciones interpersonales entre los docentes, entre los educandos y entre las personas que en ella conviven según Martínez, deben estar gobernados por ciertos criterios: “en primer lugar, el cultivo de la autonomía personal y de todas las capacidades de la persona que le permiten resistir la presión colectiva e impedir la alineación de su conducta; en segundo lugar, la disponibilidad hacia el diálogo como la mejor forma, la única forma legítima, de abordar los conflictos y las diferencias en torno a aquellas cuestiones en las que no coincidimos y en tercer lugar el cultivo de aquellas disposiciones volitivas y emocionales de la persona que le permiten ponerse en el lugar del otro y la aceptación de la diferencia, educación para la contrariedad y para la tolerancia”.

Sin embargo, el quehacer cotidiano de los docentes y la misma institución educativa no pueden ser vistos al margen del entorno inmediato, ni del contexto social en el cual existen. Debido a que, de ello depende la significación real, en su sentido comunitario y social. Es por ello, que desde esta perspectiva se debe aprender a adoptar posiciones más realistas, reconocer lo que existe en la sociedad actual, y construir a partir de tal reconocimiento la acción educativa en función de lo que se pretende alcanzar con la integración de valores a los contenidos en los programas curriculares.

De lo dicho se desprende que el currículo forma parte esencial para la enseñanza en valores. La planificación, objetivos y su evaluación responden o están orientados por ciertos valores, en ocasiones explícitos, pero no siempre reconocidos. Cabe mencionar, según Giroux, las percepciones acerca del currículo, la primera se identifica como el currículo formal, determinado por la planificación y un enfoque a las actividades escolares; la segunda como currículo informal, que, sin estar planificado, se refiere a los conocimientos y actitudes aprendidos o expresados en la escuela. De allí que, el currículo en cualquiera de sus dos percepciones no se puede deslindar del espectro de

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