Los fabricantes de café
Enviado por fiona5654 • 2 de Septiembre de 2013 • Tutorial • 7.116 Palabras (29 Páginas) • 261 Visitas
El lunes 25 de febrero de 2013, estalló el PARO NACIONAL CAFETERO, convocado por el Movimiento de Defensa y Dignidad Cafetera, bajo la coordinación general de Óscar Gutiérrez Reyes con la colaboración de activos dirigentes, en cada departamento y, a pesar de los distractores, trucos, sofismas y estrategias gubernamentales para atajarlo.
Tuvo como epicentros, no ya ciudades, sino sitios en carreteras centrales de los siguientes departamentos productores del grano: Huila, Tolima, Nariño, Cauca, Valle, Quindío, Risaralda, Caldas, Antioquia y Santander. Sumando, pudieron haberse reunido entre cuarenta y cincuenta mil personas a pesar de que los enemigos del movimiento auguraban, si mucho, diez mil. Los asistentes tenían, detrás, un número mayor de personas que dependían de ellos pero que no podían acompañarlos porque esto no era un paseo.
El lunes 4 de febrero, El Tiempo de Bogotá se atrevió a desinformar con el dato según el cual “los cultivadores que siguen protestando – son cerca de 80.000, de los 500.000 cafeteros de todo el país” (p.2), dando a entender que los que estaban en las carreteras de la zona andina no representaban nada ni a nadie. Nunca explicaron que, mientras los maridos e hijos mayores luchaban a brazo partido en las carreteras por la solución a las necesidades derivadas de la situación cafetera, las esposas e hijos menores permanecían en las casas cuidando los haberes. A partir del segundo lunes de paro, esposas e hijas se fueron a los sitios de paro a responder con su presencia el desdén de los medios de comunicación capitalinos. Allí, los manifestantes estuvieron al sol, al agua y sin las comodidades de que disfrutaba la contraparte del movimiento en sus muelles oficinas del norte de Bogotá.
En los días previos, el Presidente Santos quiso endulzar la vista y el oído de los caficultores haciendo su ingreso al parque central de Chinchiná manejando un Willys y vanagloriándose de que su gobierno había entregado a la caficultura colombiana, entre 2010 y 2013, la cantidad de 800 mil millones de pesos (dólar a 1.790 pesos), anunció la ampliación por cuatro años del pago de las deudas al Banco Agrario, además de organizar una Comisión de Ajuste del Sector Cafetero que, en el segundo semestre, debería citar a “una constituyente” para reformar los estatutos de la Federación de Cafeteros.
Los productores respondieron que era indispensable la reforma estatutaria pero que, en este caso, necesitaban soluciones inmediatas para mejorar el precio del café que había caído a menos de 400 mil pesos la carga mientras la producción de esa carga costaba 600 mil. Urgía que el alto gobierno detuviera la revaluación del peso ante la devaluación del dólar.
Las familias de los cafeteros estaban aguantando hambre y en ese 2013 se habían matriculado 12 mil estudiantes menos en las escuelas y colegios del Departamento de Caldas. ¿Cuántos desertaron en todo el país o en la zona andina dedicada al café? Se requería que el gobierno rebajara el precio de abonos y pesticidas y que detuviera la importación de café del exterior para el consumo interno pues eso estaba perjudicando el precio del producto. A lo anterior se sumaba la lucha contra la expansión minera pues el gobierno central estaba entregando el 80 por ciento de las tierras cafeteras a compañías explotadoras de minerales.
Nunca la caficultura estuvo tan mal en los últimos treinta y seis años. En febrero de 1963 tuvo lugar un paro de cafeteros que buscaba la merma en laretención cafetera. El 4 de marzo de ese año, el Gobierno con la Federación llegaron al acuerdo de rebajar la cantidad de dinero que el gobierno retenía del valor de la arroba, en el exterior; del 15 al 5 por ciento; es curioso que en 1963, por una carga de café, en el exterior, pagaban el equivalente a 565.400 pesos mientras que, en 2013, la carga valía miserables 432.000 pesos. Cincuenta años de devaluación del precio de la misma mercancía. El problema no daba espera.
Los caficultores del centro-sur, alto occidente y norte de Caldas se reunieron en el Corregimiento de Irra (Quinchía-Risaralda); los risaraldenses de Belén, Mistrató y Guática y los habitantes del Bajo Occidente de Caldas se citaron en Remolinos, carretera central, junto a la entrada a Belén de Umbría; los habitantes de La Celia, Balboa, Santuario y Apía taponaron la carretera al Chocó, en el sitio de La Marina; en Irra (Rda.); los antioqueños se vieron en La Pintada, Bolombolo y otros sitios y los caficultores del oriente de Caldas y norte del Tolima, en El Fresno.
Mi hermano Tito Fabio asistió a la convocatoria en Remolinos. Calculaba que cinco mil cafeteros llegaron, desde primeras horas de la mañana, en chivas y jeeps. Primero, apareció un helicóptero de las fuerzas del gobierno que hacía amagos para caer sobre la multitud en la carretera, pasaba casi rosando y luego se elevaba para descender de nuevo. Los campesinos se repartieron por los potreros vecinos. Entonces, aparecieron en camiones los temibles miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), grupo armado, de aspecto amenazante con su vestuario negro al estilo de la película de carácter fabuloso Armagedón, lanzando gases de colores. Tal vez las bombas más efectivas y temibles eran las amarillas. Como tituló El Tiempo (26 de febrero de 2013, p.2), de esta y otras confrontaciones que tuvieron lugar el mismo día, quedaron “59 heridos en Eje Cafetero, Huila y Antioquia”. Tendido, en un potrero, herido y un pie destrozado, quedó el amigo Asdrúbal García, líder campesino de la vereda Arrayanes, de San José. En El Tiempo publicaron su fotografía cuando era atendido por un paisano. Fuera de Asdrúbal hubo otros dos heridos más de San José.
En La Marina se vivió el paro con ánimo festivo. Habitantes de Apía, Santuario y demás municipios del occidente del Risaralda, bajaban por las mañanas, acompañaban durante todo el día a los que no se desplazaban, jugaban dominó, parqués, ajedrez, se bañaban en la piscina pública de aquel balneario, visitaban los negocios como el de Gersaín Restrepo, ayudaban a preparar delicioso sancocho, hacían aseo, redactaban consignas, elaboraban carteles, vigilaban y, por qué no decirlo, muchos jornaleros llegados de fincas y La Virginia exigían la dosis personal de marihuana. No se puede desconocer que en las fincas cafeteras, en época de recolección, sobra la bareta. Dentro de contados años no tendrá ningún misterio contar infidencias como esta.
Es corriente que muchos individuos cuando ascienden, en la escala social o en la nómina burocrática de una empresa, olviden las etapas anteriores por las que pasaron. Amnesia senil anticipada. El Presidente Santos, el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas
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