Los habitantes de Нonduras acostumbrado a vivir en el modo de incumplimiento de todos los tipos de reglas

Cumplir la ley es, quizás, una de las debilidades mayores de las y los Hondureños. Desde respetar el semáforo en roja hasta conducir un bus en estado de ebriedad. Entre ambos extremos se encuentran una serie de fallas que de manera cotidiana hemos aprendido a tolerar, como ejemplo podemos mencionar: llegar tarde al trabajo, “escapar” a comer algo, “meterle no más” en contra flecha, “torear” para ver quién pasa primero, bocinar dentro los primeros 0,5 milisegundos en que cambió la luz de roja a verde solo para molestar al de adelante, tirar la basura al suelo y qué mejor que hacerlo con bolsa y todo y de la ventana de los vehículos, “escaparse” de la escuela, comprar los boletos del revendedor aunque sea más caro, encontrar siempre dinero para utilizarlos en cosas innecesarias aun cuando hacen falta los útiles escolares de los niños, construir la casa con material de última categoría a riesgo de que se caiga ante cualquier lluvia, meterle a la toma y posesión de tierra aunque el título de propiedad sea de otro, comprar del mercado negro porque es baratísimo y hasta a veces comprar lo que nos robaron, tener que morderse los labios cuando se sube al taxi y maneja como loco y de paso nos trata mal, jugar y no mejorar nunca porque siempre estamos “ganando experiencia”, en suma todos o (casi todos) son incumplimientos normativos o derivados y consecuencias directas o indirectas de estas, y la explicación se resume en que las y los Hondureños estamos acostumbrados a vivir en un régimen de incumplimiento a todo tipo de normativa.

Llámese corrupción, sub desarrollo o castigo divino, pero nos encontramos en un atolladero relleno de estas falencias y otras que no podemos conformarnos con esto ya que a pesar de todas esas fallas Honduras tiene el potencial de un gran país, no sólo por su naturaleza y su belleza geográfica, sino por el recurso humano nacional que bien encaminado puede dar mucho de sí tanto en trabajo esforzado como en dedicación, compromiso, efectividad, humildad y honestidad.

Honduras es un país con grandes valores subjetivos, el cumplimiento de la ley no es nuestro fuerte, pero seguro estoy que con la ayuda del propio gobierno nacional, las autoridades existentes, el policía que vemos a diario, el vecino que cuida su ciudad, el jugador que respeta a su club, la madre que cuida a sus hijo, el estudiante que atiende en clase, el ladrón que se reforma, y la ayuda de todas y cada uno de las y los ciudadanos del Estado podremos revertir y hacer de este país un país del cual sentirse orgulloso y aquí es cuando comienza el cumplimiento de los deberes ya sea con nuestro país, hogares o con nosotros mismos.

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