Los horizontes geográficos de la Antigüedad Romana
Enviado por Andrea Verónica FERRERO • 7 de Octubre de 2019 • Síntesis • 3.118 Palabras (13 Páginas) • 132 Visitas
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Los horizontes geográficos de la Antigüedad Romana
El conocimiento que poseían los romanos acerca de las poblaciones y de los territorios que ocupaban, no difería demasiado del que poseían los griegos antiguos, con los que entraron en contacto hacia el siglo III a.C.
En efecto, el orbe Romano concebía también un mundo fragmentario, cuya representación se ampliaba a medida que avanzaba sobre nuevos territorios. Así, los romanos conocieron Inglaterra e Irlanda[1], e inclusive, se atrevieron a cruzar los límites que imponían los ríos Danubio y Rin, internándose en tierras de dacios y germanos, respectivamente.
El horizonte geográfico del primer momento en la historia de roma, se circunscribía a las siete colinas que después de darían origen. La primitiva ciudad dio lugar a una pronta expansión por la misma Italia que luego se extendió, más allá del Mediterráneo, hacia el Norte de África.
Finalmente, en su máximo punto de extensión bajo el régimen Imperial, decir Rima, era igual que decir “el mundo”. Los límites del Imperio no parecían acabarse. En el extremo occidental, España y al Norte Inglaterra. En el extremo oriental, el Bósforo, y al sudeste los confines de la India. Hacia el Sur, Arabia y el Norte de África. Hacia el Norte, un poco más allá del Danubio y el Rin. En sus diversas formas de pertenencia, ya sea como provincias imperiales, provincias senatoriales o protectorados, el águila[2] y la administración pragmática de Roma, se imponían. En definitiva, “todos los caminos conducían- y conducen en la Historia- a Roma”.
Italia, el lugar donde la historia de los Romanos comenzó a gestarse, es una península montañosa que penetra en el Mar Mediterráneo.
Se divide en dos regiones muy diferentes, la continental y la peninsular. La Italia continental, situada al Norte, es una fértil llanura comprendida entre los Alpes y los Apeninos, bañada por las aguas del río Po. Los antiguos llamaban a esta región Galia Cisalpina.
La Italia peninsular se halla situada al sur, atravesada por los montes Apeninos que la segmentan en dos: la parte oriental –Apulia- y la occidental –Calabria-. Esta última separada de la isla de Sicilia por el estrecho de Mesina. Cerca del continente se encuentran las islas de Cerdeña, Córcega y el Elba.
La historia de Roma está signada por sus conquistas y por la expansión de su cultura. Su extensión territorial colaboró en la temprana concentración de poder en una figura política como Julio César. Sobrevino, tras su muerte, el Imperio.
Una de las tantas provincias del Imperio Romano, Palestina, vio nacer al Salvador. No es casual que el gran proceso de unificación territorial y cultural del mundo Romano haya preparado el camino para la difusión del cristianismo.
Aspectos generales
“Cuando los Romanos se retiraron de Inglaterra, se llevaron con ellos la calefacción y la civilización” sentenció en 1943 Winston Churchill[3]. La civilización romana, o romanitas, da a entender no sólo el conjunto de elementos materiales de su cultura, sino –muy especialmente- “ el punto de vista y la manera de pensar”[4] del romano. Mentalidad romana que significaba ideas, costumbres, y por supuesto, unidad de lengua, cultura y pertenencia a un único estado.
Las conquistas romanas tienen esto de característico, la asimilación de la cultura del vencido y la tolerancia del vencedor. Una tolerancia cuyo único límite es el estado romano.
Pierre Grimal lo señala muy claramente “La conquista por las armas romanas de los diferentes territorios, fue seguida por un hecho mucho más significativo que la simple transformación del territorio en una unidad administrativa romana; la creación de un mundo romanizado, lo que supuso la incorporación de sus habitantes a las ideas y costumbres romanas”.[5] Estas conquistas se prolongaron a lo largo de toda la historia Republicana, y fueron las bases de la transformación política que emprendió Augusto, convirtiendo a Roma en un poderoso imperio.
El romano vive una buena parte de su tiempo en campaña y exploración de territorios. La otra parte de su vida, está dedicada al cultivo de la tierra. Este soldado-agricultor[6] se convierte en el fundamento de la vida romana republicana y en el principal “agente” de la romanización.
Los destacamentos y guarniciones que establece en los territorios conquistados son el primer paso para la fundación de colonias romanas. Respeta las instituciones y el derecho de los puebles conquistados, siempre y cuando acepten la sumisión al estado romano. A cambio, construirían acueductos en las ciudades conquistadas, obras públicas, carreteras que unían los puebles y que conducían a la gran ciudad, Roma[7]. Veamos cómo se construyó esta cultura.
Los romanos relataban el origen de su ciudad con una leyenda. En una de sus versiones más difundidas, se nos presentan como descendientes por parte paterna del propio dios de la guerra-Marte- y por parte materna, del héroe griego Eneas, quien, huyendo de su ciudad natal, Troya, después de la guerra, dio con el Lacio y fundó allí la ciudad de Albalonga.
Según la tradición más corriente, el nacimiento de los gemelos, Rómulo y Remo, puso en una comprometida situación el reinado del usurpador, Amulio, quien había tomado el poder desplazando al abuelo de los gemelos. Mandó, por tanto, que los depositaran en una canasta, a orillas del Tíber, con intenciones de que la corriente los llevara a mar abierto[8]. Sin embargo, la crecida del río tuvo el efecto contrario, depositando a los gemelos en una orilla donde fueron recogidos por una loba, que los amamantó.[9] El destino los condujo hacia un pastor, Faustulus, que apiadándose de ellos, los llevó a su casa, donde fueron criados por su mujer, Aca Larentia.
Pasada su adolescencia, tras descubrir su origen real, restituyen el poder a su abuelo, Numitor. Este les recompensó permitiéndoles fundar una ciudad sobre el monte Palatino.
Consultada la voluntad divina acerca de quién debía ser el fundador, Rómulo resultó beneficiado con el vuelo augural de doce buitres sobre su cabeza.[10] Trazó entonces los límites de su ciudad. Remo, decepcionado porque el favor de los dioses estaba con su hermano, se burló del límite que éste delineó, cruzándolo con facilidad. Irritado, Rómulo mató a su hermano. En la forma más antigua de esta leyenda, el homicidio tiene como único móvil, el sacrilegio que cometiera Remo al cruzar los límites de la ciudad.
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