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MENSAJE DE REFLEXIÓN PARA EL DÍA DE LOS ABUELOS


Enviado por   •  26 de Agosto de 2012  •  451 Palabras (2 Páginas)  •  1.217 Visitas

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Hace unos días visite a mi abuelo ya con noventa y tantos años de edad. Se encontraba sentado débilmente en la banca del patio. No se movía, solo estaba sentado cabizbajo mirando sus manos. Cuando me senté a su lado no se dio por enterado y entre más tiempo pasaba, me pregunté si estaba bien. Finalmente, no queriendo realmente estorbarle sino verificar que estuviese bien, le pregunté cómo se sentía.

Levantó su cabeza, me miró y sonrió. “Sí, estoy bien, gracias por preguntar”, dijo con fuerte y clara voz.

“No quise molestarte, abuelo, pero estabas sentado aquí simplemente mirando tus manos y quise estar seguro de que estuvieses bien”, le expliqué.

“¿Te has mirado tus manos? ”me preguntó . “Quiero decir, ¿realmente mirarte las manos?” volvió a decirme

Lentamente abrí mis manos y me quedé contemplándolas. Las volteé, palmas hacia arriba y luego hacia abajo. Creo que realmente nunca las había observado.

Mientras intentaba averiguar qué quería decirme.

El abuelo sonrió y me contó esta historia:

Escuchen compañeros:

“Detente y piensa por un momento acerca de tus manos, cómo te han servido bien a través de los años. Estas manos, aunque arrugadas, secas y débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar, agarrar y abrazar la vida.

Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre me enseñó a plegarlas en oración. Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas. Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas y dobladas. Se mostraron torpes cuando intenté de sostener a mi recién nacido hijo. Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y que amaba a alguien especial.

Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y esposa y cuando caminé por el pasillo con mi hija en su boda. Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y lavado y limpiado el resto de mi cuerpo. Han estado pegajosas y húmedas, dobladas y quebradas, secas y cortadas. Y hasta el día de hoy, cuando casi nada más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme, y se siguen plegando para elevar una oración.

Estas manos son la marca de dónde he estado y la rudeza de mi vida. Pero más importante aún, es que son ellas las que Dios tomará en las Suyas cuando me lleve a casa. Y con mis manos, Él me levantará para estar a Su lado…

Con esto que me dijo sabiamente mi abuelo, ¡nunca volveré a mirar mis manos de la misma manera!

En 1978, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 28 de agosto como el Día Internacional del Anciano. Fecha que México adoptó para festejar a los abuelos

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