MOTIVACIÓN Y SENSIBILIDAD COMO ELEMENTOS EN LA DIDÁCTICA DE LA ESCRITURA
Enviado por RitaMoran • 26 de Octubre de 2012 • 2.083 Palabras (9 Páginas) • 629 Visitas
La enseñanza de la escritura ha suscitado varias inquietudes entre educadores, investigadores y editores, quienes de una u otra forma, desde hace algunos años, hemos adelantado diferentes actividades para mejorarla o por lo menos para concientizar sobre su importancia en todos los ámbitos educativos. Se han producido desde campañas, seminarios, publicaciones y propuestas didácticas, hasta investigaciones que buscan –con muy buena intención- contribuir en general a la formación de una cultura de la escritura. Sin embargo, aún no se ven mayores resultados que comprueben esa intención inicial, a pesar de que se reconozca que como proceso cultural, implica la superación de etapas complejas que exigen periodos de tiempo considerables.
Tal vez sea necesario, entonces, evaluar este proceso inicial y retomar otros puntos de vista que puedan dar otras luces al respecto. En principio, una propuesta a tener en cuenta podría ser la relacionada con el análisis del contexto social en el cual se circunscribe nuestra educación. La experiencia como docente de lengua materna en los niveles de secundaria y universidad, me llevan a cuestionarme sobre algunos aspectos que me inquietan porque de alguna manera, luego de insistir en muchas de las propuestas que se han planteado, personalmente veo que no producen mayores efectos.
Quisiera invitar a una reflexión sobre algunos aspectos, que considero podrían aportar, a manera de evaluación, al mejoramiento de la didáctica y la pedagogía de la escritura.
¿Les gusta escribir a los jóvenes?
Se ha dicho que a los jóvenes no les gusta escribir, pero ¿por qué? Aunque aparentemente es una pregunta obvia y que se ha considerado esencial, no creo que se haya superado plenamente. La afirmación implícita que subyace, merece, de todas maneras una explicación. En general los jóvenes expresan aversión por la actividad de escribir. Si se ha dedicado una reflexión al respecto, es precisamente porque las deficiencias captadas y abiertamente reconocibles, reflejan una despreocupación por una actividad que como ya sabemos es esencial en la formación de cualquier individuo. Lo que quiere decir, que no se ha atacado convenientemente el problema de la desmotivación, y aunque sí se ha hecho con la lectura y además hay conciencia sobre la complementariedad de ambas, no ha sido suficiente el ejercicio para abarcar la escritura. No se puede afirmar que al motivar a la lectura se motiva la escritura. Todos sabemos que la primera es una actividad cognitiva a la que hay mayor acceso y que en gran parte es más fácil leer que escribir. Si bien ser un buen lector es un requisito para escribir medianamente bien, esto no garantiza que todo el que lea practique la escritura, por lo menos como actividad de comunicación necesaria en nuestro medio. Entonces surgiría la inquietud de por qué no se siente suficiente motivación para escribir como se sentiría por leer. No basta con responder conque es un ejercicio más complejo, pues aunque no se puede desconocer su validez, tampoco se puede aceptar fácilmente como única razón.
De esta manera habría que considerar que en el caso de los adolescentes, no se ha sabido aprovechar su condición emocional tan particular en esta etapa. Una investigación adelantada por el educador y editor de textos escolares, Carlos Sánchez Lozano, y el docente de la Secretaría de Educación del Distrito, Uriel Rodríguez, así lo revela. En su artículo Subliteratura y adolescencia, los textos que circulan por debajo del pupitre**, plantean que ante la queja de muchos educadores de bachillerato acerca de que los jóvenes no escriben, en realidad sí lo hacen: “Los jóvenes sí escriben y mucho, y diversos tipos de textos adecuados a diferentes intenciones y contextos lingüísticos”. Escriben lo que desean, no lo que los maestros les solicitamos. Lo que demuestra que estamos equivocados –por lo menos parcialmente- en esta apreciación inicial, pues si bien no les gusta escribir lo que les solicitamos desde la escuela, si les gusta según sus intereses, lo cual responde a esa intención de la escritura de ser empleada para comunicar libremente sentimientos y pensamientos.
Currículo versus ámbito extraescolar
En cuanto a lo que consideramos desde la escuela, que es lo que deben aprender a escribir los estudiantes, lógicamente provoca un cuestionamiento. “Para ellos, siempre y cuando se dé dentro del ámbito de lo extraescolar, escribir es una necesidad vital, esencialmente comunicativa. Progresivamente los estudiantes clasifican la escritura en dos tipos: la obligatoria, la que toca, es decir, la exigida por el docente y la institución escolar, y la otra escritura, la libre, la que circula entre pares por debajo del pupitre, la que refleja ese yo íntimo que no cabe en los currículos”***. Estas anotaciones de Sánchez y Rodríguez en su investigación, deja ver que estaríamos desaprovechando una oportunidad para desarrollar la motivación en los jóvenes. Mientras nos preocupamos por los cánones formales de la escritura –por lo menos en cuanto a tipología textual- descuidamos el aprovechamiento del interés inicial presente en lo que consideramos textos informales no válidos en el contexto académico. Les queremos enseñar a escribir cartas administrativas, memorandos, protocolos, reseñas y ensayos, entre otros, cuando ellos escriben- según el artículo mencionado- cartas de amor, de amistad, de despedida, suicidas; poemas, canciones, acrósticos; dedicatorias, chismógrafos, graffitis, diarios, autobiografías, horóscopos, tarjetas, chistes; cuentos de terror, de amor y fantásticos. Pero si bien nadie desconoce la importancia y la necesidad de que aprendan y pongan en práctica esos géneros, lo que es más importante aquí es el hecho de que existe esa motivación que no estamos atendiendo. Es comprensible que no pueden reemplazarse unos por otros, pues tanto la intención como la estructura formal y el contexto en que se producen son diferentes, pero sí se podría trabajar desde ahí ese deseo innato que mueve la escritura y que hace que las palabras fluyan con libertad. Ahora, ¿cómo?, es lo que deben explorar la pedagogía y la didáctica; es en lo que debemos trabajar antes de entrar a imponer directamente las temáticas escriturales que les cortan la motivación por escribir ese otro tipo de textos requeridos en la escuela.
De otro lado, la motivación por la escritura no se considera como una solución individual que permita a las personas asumir actitudes críticas que estructuren el pensamiento,
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