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Marx En Las Provincias


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2011  •  4.764 Palabras (20 Páginas)  •  650 Visitas

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"Sí, hay que volver a El Capital…

para rastrear lo que esta monstruosidad es,

para saber lo que ella es capaz de hacernos".

Álvaro García Linera.

Nos proponemos en esta breve intervención algunas reflexiones preliminares sobre lecturas de Marx y lecturas poscoloniales. ¿Qué representa la crítica poscolonial en el contexto estructuralmente heterogéneo de América Latina? ¿Qué tipo de vínculos pueden establecerse entre algunas de sus expresiones y esa racionalidad social aún más heterogénea y discontinua que José Aricó denominara "marxismo latinoamericano"? ¿Puede hablarse de una herencia latinoamericana de Marx? ¿O es Marx para nosotros un "orientalista" a secas, identificable sin más con su "eurocentrismo"? ¿Hemos de olvidar a Marx y adscribirnos, entusiastas, al horizonte post marxista "sin pedido de disculpas" de buena parte de la teoría social y política contemporánea? ¿Es posible leer a Marx como no marxista? ¿Hay otro(s) Marx? Estas preguntas, más vinculadas tal vez con afinidades electivas que con consensos teóricos con carta de ciudadanía en las "comarcas del lenguaje socialmente patrullado"[1], pueden, sin embargo ser pertinentes si lo que se busca es evitar el riesgo de tirar, como se dice, la criatura con el agua sucia de la bañera. Dipesh Chakrabarty, uno de los teóricos poscoloniales más traducidos y difundidos, a diferencia de algunos de sus pares latinoamericanos, considera que la noción de "trabajo abstracto" y el modo diferenciado de entender la historia del capital por parte de Marx, siguen siendo categorías fundamentales para la crítica del capitalismo y para las narrativas de las historias que "le salen al encuentro una y otra vez" a la historia global del capital, esto es, a su propia historia en sí, inmanente y oficial.

En otro contexto, en medio de lo que Elías Palti caracterizara como una crisis conceptual inédita, mejor aún: no en medio, sino al margen de esa conceptualizción que interroga la crisis del marxismo en términos de "el sentido luego del fin del Sentido" [2], José Aricó, llevando hasta las últimas consecuencias el historicismo radical de Gramsci y la olvidada traducción latinoamericana de Marx llevada a cabo por José Carlos Mariátegui, avanza los jalones de un marxismo laico capaz de poner de manifiesto la "forma política de la crisis"[3]. Y es allí donde reside, esta es la conjetura que quisiera ensayar aquí, la mayor originalidad de la lectura de Marx y de cierta tradición marxista heterodoxa que involucra al mismo Aricó y a Oscar de Barco, entre otros: en poner de manifiesto, en develar el carácter enfáticamente político del concepto marxista de crítica. Allá por los ochenta, en relación a esto, dice Oscar del Barco: "Aún no se ha analizado el concepto marxista de crítica. En lugar de un todo teórico articulado o sistema, la crítica implica un punto de máxima intensidad a partir del cual […] es deconstruido el conjunto de la episteme"[4]. Esa deconstrucción abarca también para Aricó y Del Barco a las versiones manualizadas y esclerosadas del marxismo, desocultando a ese, su Otro: el Marx, "a-tópico", "sin dialéctica", "genealogista"[5], un Marx muchas veces silenciado y cajoneado por la misma ortodoxia del marxismo leninismo. Aricó hablará por entonces de "desconstituir y reconstituir una tradición desde cuyo interior se piensan y descifran los hechos del mundo […] una cultura de contestación que mantiene abierta la lucha por un orden en el que imperen los grandes principios de igualdad, justicia y solidaridad"[6].

En lo que sigue intentaré mostrar algunas regularidades entre la lectura de Marx que propone Chakrabarty y la de este marxismo crítico latinoamericano formulado en la década del ochenta, en el contexto de inciertas aperturas y transiciones democráticas en la región. Con regularidad me refiero a nociones comunes, a cierta conmensurabilidad entre un discurso y otro, a diferencia de lo que sucede con la vertiente que se nutre de los estudios culturales norteamericanos que, como dice Frederic Jameson, se piensa a sí misma más como un sustituto de Marx que como una renovación o reconstrucción de los motivos y categorías fundamentales del materialismo histórico[7]Como se sabe, los estudios culturales con arraigo en la cultura de izquierdas reconocen la paternidad de Raymond Williams. No podemos extendernos mucho sobre esto, pero no es casual que tanto Williams, como Aricó y, no en menor medida Spivak y Chakravarty, reconozcan como condiciones de producción de su discurso a Gramsci, al Marx de los Grundrisse, al de La ideología alemana, las Tesis sobre Feuerbach, El 18 Brumario… y esos cientos de otros textos que Marx entregó "a la crítica de los ratones"[8]. Utilizo la categoría "condiciones de producción" en el sentido en que la propone Eliseo Verón, con la finalidad de dar cuenta de un enfoque materialista del texto en las ciencias humanas.

Provincializar Europa

"Marx era un nombre bengalí muy conocido"

Chakrabarty

En el ámbito de la historiografía poscolonial india no deja de reconocerse que, a pesar estar cargada con el lastre teleológico y positivista decimonónico, diversas formulaciones de la crítica marxista están entrelazadas con la descolonización cultural. La obra de Marx y su herencia son inseparables de los relatos de emancipación que atraviesan el breve siglo XX. Así lo expresa Chakrabarty: "El proyecto Estudios subalternos resultaría inconcebible sin la vigorosa tradición india de historiografía marxista"[9]. De manera menos diplomática Spivak va un poco más lejos: "La reducción de Marx a una figura benevolente pero fechada sirve muy a menudo al interés en el lanzamiento de una nueva teoría de la interpretación"[10]. El contexto de la afirmación de Spivak es la—a su criterio aún vigente—, crítica de Marx al "sujeto constitutivo" o Sujeto Europeo. A criterio de Spivak la mayor parte de los proyectos que buscan jubilar a Marx lo hacen reintroduciendo, a veces calladamente, ese presupuesto: el de un sujeto que habla espontáneamente, en su misma condición de subalterno liberando así a los intelectuales de sus responsabilidades políticas, formuladas por Spivak a la luz de Gramsci y de Said[11]Proyecto que itera "las robinsonadas dieciochescas" que Marx imputa a Smith y a Ricardo, a quienes los individuos se le aparecían "no como un resultado histórico sino como punto de partida de la historia"[12]. Pero además, tanto para Chakrabarty como para Spivak, Marx forma parte de las "tradiciones intelectuales

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