Migracion
Enviado por purificadora • 16 de Septiembre de 2014 • 667 Palabras (3 Páginas) • 200 Visitas
: Las mujeres que dejan sus comunidades para trabajar en las ciudades, principalmente como sirvientas.
ESTADO DE LA CUESTION:
Sirvienta, doméstica, muchacha, mi-muchacha, famúlla, nana, mandadera, asistente y la lista continúa. Los sustantivos y también los adjetivos que rondan el oficio de la trabajadora del hogar son extensos en el lenguaje cotidiano de nuestra sociedad. Suele ser así cuando se está en presencia de una población discriminada; los apelativos crecen proporcionalmente al desprecio que despierta ese grupo social.
1 de cada 3 trabajadoras no terminó la primaria, 2 de cada 3 no concluyeron la secundaria, 2 de cada 10 no cuentan con ninguna protección de salud, (un porcentaje minúsculo está afiliado al IMSS), 4 de cada 10 trabajan más de 40 horas a la semana, 7 de cada 10 tienen ascendencia indígena, 7 de cada 10 no tienen ninguna prestación formal, 7 de cada 10 ganan menos de 2 salarios mínimos, 8 de cada 10 no cuentan con una pensión para su retiro y 9 de cada 10 no cuentan con un contrato escrito. (Cabe recordar que 9 de cada 10 son mujeres).
Objetivamente, los datos tendrían que ser suficientes para aceptar la injusticia que se comete contra este grupo social: 2 millones de personas condenadas a vivir en el sótano de la pirámide social mexicana; una circunstancia avalada por nuestras leyes y tolerada por nuestra autoridad.
. Habrá quien diga que la confianza (familiaridad) es tanta que no hay necesidad de firmar un documento donde se procuren referentes recíprocos de certidumbre. Pero en este caso, como en muchos otros, la familiaridad apesta, precisamente porque enreda las relaciones al punto de justificar asimetrías, injusticias, negligencias y menosprecios. Todo esto, casi siempre, en perjuicio de la parte más vulnerable de la relación. --Esta noticia esta dentro de las variables grupales y sociales.nos muestra un contexto social.
Fuente: sin embargo.com
México, D.F., 12 febrero 2014.- Éste es otro más de esos textos en los que una historia personal me obliga a revisar políticas públicas y pendientes legislativos y, a partir de ahí, contarles a ustedes y pedirles que se sumen a un reclamo.
Resumo mi experiencia en dos líneas: nuestra trabajadora doméstica cumple 71 años, tiene algunos problemas de salud y ya debe jubilarse. ¿Qué hacer frente a esto?
Evidentemente, el tema no se resume a “mi caso”. Lo que pretendo plantear aquí es que hablamos de más de dos millones de personas (la mayoría son mujeres), que simplemente no existen para la ley, para el gobierno o para sus patrones.
Alguien dirá: ya están en la Ley Federal del Trabajo. Y es cierto. Ahí ya se les menciona y se establecen normas elementales, como la obligación de pagarles un salario mínimo.
.La Encuesta Nacional sobre Discriminación, que realiza Conapred, dice que nueve de cada 10 trabajadoras domésticas no tienen contrato. Por
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