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Movimientos Sociales


Enviado por   •  23 de Abril de 2013  •  9.118 Palabras (37 Páginas)  •  540 Visitas

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¿Qué son los movimientos sociales? »

Pedro Ibarra:

Anuario de Movimientos sociales. Una mirada sobre la red. Elena Grau y Pedro Ibarra (coord.). Icaria Editorial y Getiko Fundazioa. Barcelona, 2000.

¿Qué son los movimientos sociales? Pags. 9-26.

Introducción

Este es un anuario de movimientos sociales; y de movimientos sociales muy concretos (en algunos casos de específicas y limitadas experiencias “movimientistas”). Por ello parece obligado abrir la descripción y valoración de estos movimientos con algunas reflexiones generales sobre los movimientos sociales, ¿qué son los movimientos? ¿por qué surgen? ¿cómo evolucionan?, ¿cómo se diferencian de otras formas de acción colectiva? Parece positivo que el lector tenga claro de antemano sobre qué vamos a hablar; sepa que los movimientos sociales son una determinada forma (no una forma cualquiera) de juntarse un grupo o un montón de personas y reclamar lo que ellos creen que son sus derechos. Este es un anuario sobre movimientos sociales y como estos movimientos a veces se parecen demasiado (a veces son idénticos) a otras formas de reivindicar conjuntamente cosas o derechos o lo que sea, conviene ser algo más preciso; conviene hacer una reflexión de conjunto.

Mejor que definir a priori qué es un movimiento, parecería más útil llegar a una descripción de los movimientos a partir de reflexionar sobre qué es lo que los movimientos tratan de suplir, qué carencias, qué frustraciones, qué negaciones hacen surgir un movimiento social.

Un movimiento social es una forma de acción colectiva, y la existencia de una acción colectiva implica la preexistencia de un conflicto, de una tensión que trata de resolver –haciéndolo visible, dándole dimensiones- esa acción colectiva. Pero – importante llamada de atención- no cualquier conflicto desemboca en una acción colectiva que toma la forma de un movimiento social.

1. Un movimiento social surge porque existen tensiones estructurales (las estructura del trabajo o las familiares o las urbanas), que generan vulneración de intereses muy concretos, muy visibles, muy sentidos; muy vividos a veces. Así pues, surgen por carencias o fracturas estructurales (que, dicho sea de paso, siempre existirán).

2. Un movimiento social surge porque otras formas preexistentes -organizaciones- de solucionar ese conflicto no pueden llegar a él, no saben llegar a él o no quieren llegar a él. Surge, pues, porque existen carencias organizativas.

3. Un movimiento social surge además porque a la gente –a determinada gente- no le gusta cómo se vive (cómo viven ellos) en general y cómo se vive la resolución de esa injusticia, de esa negación de intereses colectivos (pero muy cercanos) en

particular. Preferiría vivir/relacionarse con los otros de otra forma y preferiría solucionar esos problemas colectivos de la misma manera que le gustaría vivir.

Creen que los problemas, a favor de cuya solución ha decidido movilizarse, deben solucionarse de forma participativa, igualitaria y cooperativa, y por tanto buscarán organizarse, moverse de forma solidaria, participativa para solucionar esos problemas. Así, prefiguran en su acción colectiva el mundo (o una parte del mundo) que tratan de establecer. Así, un movimiento es una respuesta a carencias valorativas, ideológicas.

La anterior reflexión implica dos cosas:

Un movimiento busca y practica una identidad colectiva, es decir un movimiento supone que determinada gente quiere vivir conjuntamente una distinta forma de ver, estar y actuar en el mundo. Ciertamente la intensidad de esta vivencia puede ser muy débil, pero la misma debe existir para poder hablar de un movimiento social. Un movimiento social no puede ser –no es- una oficina donde la gente arregla sus problemas individuales. Debe existir un mínimo de compartir un sentido, una común forma de interpretar y vivir la realidad.

Un movimiento surge –asume esta respuesta a las carencias valorativo/ideológicas y las responde de esta forma identitaria, alternativa a las formas convencionales/dominantes de adaptarse al mundo –porque existen redes solidarias preexistentes, porque existen personas con experiencia solidaria o porque existen personas con memoria solidaria, con memoria/ideología de que es posible hacer y ver las cosas de forma diferente.

Las condiciones y contextos del surgimiento

En síntesis, un movimiento empieza y se consolida porque hay gente dispuesta a ello, porque esa gente tiene una forma especial de ver la realidad y de querer transformarla y porque hay condiciones para su puesta en marcha. Veamos todo ello con más detalle.

Del descontento a la acción

Se trata de ver por qué determinadas personas eligen la “forma” movimiento social para reclamar sus derechos y no otra forma, como por ejemplo un grupo de presión o un partido político. Se trata de ver por qué, en ocasiones, algunos conflictos se presentan a través de los movimientos sociales y cuáles son los contextos favorables que posibilitan que se ponga en marcha y permanezcan esos movimientos.

Un individuo puede tomar la decisión de participar sólo en la medida en que se sienta inmerso, en la medida que viva como suyos, una serie marcos culturales de acción colectiva; participar de este sistema de creencias no implica, por sí mismo, la opción por al participación en el movimiento. Pero no “estar” en ese sistema de creencias hace impensable una decisión dirigida a participar en él.

Un marco de acción colectiva es un conjunto de creencias y construcciones de sentido que inspiran y legitiman las acciones y campañas de los movimientos sociales. El proceso de elaboración de estos marcos es doble. Por un lado hay un proceso de “objetivación” de marcos colectivos y por otro lado, otro proceso de construcción de marcos individuales o grupales a partir de la apropiación y reelaboración de esos marcos colectivos. El individuo marcado por el desasosiego que potencialmente le conduce a actuar, se adhiere (poniendo también de su parte) a ese sistema de creencias referido a la acción colectiva; sistema que se ha sedimentado en la sociedad como una especie de guía otorgadora de sentido, de racionalidad, a los desasosiegos individuales.

Los tres rasgos que conforman esos marcos, potencialmente impulsores de una decisión de movilización, son los siguientes. Sentimiento de que algo injusto está ocurriendo y de que hay alguien culpable de esa injusticia; sentimiento de que esa injusticia recae sobre un colectivo con el que el individuo se siente solidario, de que existe un “nosotros”, una identidad colectiva, violada por esos “otros” culpables; y finalmente, sentimiento de que es posible, en una movilización

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