Muerte De Amy Wynehouse

Amy Winehouse muerta por un tiro en la cabeza y sobre un charco de sangre. Eso es lo que se encontrarán a partir del viernes quienes visiten la galería neoyorquina Half, situada en el Lower East Side. «Queremos hacer que una situación imposible sea completamente creíble para el espectador», explicó ayer Bill Powers, uno de los propietarios de la sala, que tiene previsto mantener expuesto el montaje hasta finales de enero. Con un precio estimado de 120.000 dólares, según Powers, la escultura es obra del artista italiano Marco Perego y consiste en una réplica de gran realismo de la polémica cantante británica, de 25 años, que alcanzó fama mundial con su disco «Back to black» y, sobre todo, con el tema «Rehab», informa Efe. La escopeta de Burroughs Muy cerca de la figura de Winehouse, cuya imagen pública se ha visto muy ensombrecida por su abuso de las drogas y el alcohol, otra escultura completa la obra. Se trata de una representación del escritor estadounidense William Burroughs, sentado en una silla, con una escopeta sobre las piernas y observando fijamente a la recién asesinada. El mítico escritor de la generación «beat», autor de «El almuerzo desnudo», mató por accidente a su mujer de un disparo en la cabeza mientras trataba de imitar a Guillermo Tell en una fiesta que tuvo lugar en un bar de México D.C. en 1951, de ahí el macabro guiño del autor. Es más, Perego ha bautizado la obra con el nombre de «The only good rock star is a dead rock star» (La única buena estrella de rock es la estrella de rock muerta) y evoca, según declaró recientemente el artista al periódico británico «The Times», que «las estrellas del rock son los animales sacrificados de nuestra sociedad». Para presentar la muestra, la página web de la galería incluye en su portada la fotografía de un fragmento del montaje, la única que ha cedido a los medios, y escribe debajo «La verdad son todas estas cosas. La verdad no es ninguna de estas cosas. La verdad es sólo alguna de estas cosas». Todo para resumir que la escultura es «un extraño tributo» a la cantante, según aclara Powers, aunque el propio Perego detalló a «The Times» que su obra pretendía representar a Winehouse como la víctima de un juego entre borrachos que acabó mal.

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