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Muerte De Ivan


Enviado por   •  22 de Abril de 2013  •  1.571 Palabras (7 Páginas)  •  333 Visitas

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historia real, llamado Iván Illich.

El libro comienza por la muerte de Iván Illich. Éste ha muerto, y todos sus compañeros de trabajo están tristes, pero a la vez contentos, de saber que es otro el que ha muerto, y no ellos. Todo comienza con la visita de Piotr Ivánovich a la casa del difunto, y desde aquí, la novela comienza un viaje al pasado, donde el autor nos contará la vida completa de Iván Illich.

El padre de Iván Illich fue Illiá Efímovich Golovín, que hizo su carrera de estudios en San Petersburgo y su oficio fue de consejero privado. Iván fue el segundo de sus tres hijos. El mayor se dedicó al empleo de su padre (era un chico frío y ordenado) y el pequeño fracasó (era un chico muy alocado). Iván era el término medio entre los dos, y era llamado “El Fénix de la familia”.

Iván Illich se educó en la Escuela de Jurisprudencia, y después de diez años de estudios, se compró un traje y se fue para ejercer como funcionario para misiones especiales a las órdenes del gobernador (gracias a una carta de recomendación de su padre). En esta etapa de su vida, Iván Illich era un muchacho serio y disciplinado.

Así pasó cinco años, hasta que se crearon nuevos organismos y ocupó una plaza como juez de instrucción. Esto le obligó a trasladarse y despedirse de sus amigos y relaciones.

Con esta nueva plaza, más personas estaban en manos de Iván, y con unas palabras selladas en un papel, podía hacer lo que quisiese con ellas. Esto le hacía muy feliz, aunque nunca abusaba de su poder. Iván Illich trabó nuevas amistades, se dejó barba y comenzó a jugar al whist.

Iván Illich conoció a Praskovia Fiódorovna. Mijel, a la que solía sacar a bailar cuando podía, y la mujer con la que finalmente se casó. Era una mujer de alta sociedad y, sin duda, Iván sentía verdadero amor por ella.

La mujer de Iván Illich se embarazó, comenzó a exigir a su marido que le cuidara y empezó a decirle palabras soeces. Entonces, Iván Illich comenzó a buscar una vida independiente de su esposa, e hizo así del trabajo el centro de su vida.

Tres años después, a Iván le nombraron sustituto del fiscal, lo que le unió más al trabajo y le separó de su familia. Nacieron más hijos y la esposa se volvió cada vez más gruñona.

Siete años después, le nombraron fiscal en otra provincia. Allí, su esposa no estaba cómoda y, aunque ganaba más, la vida estaba más cara. Además, murieron dos hijos. Esposo y esposa se aislaron uno del otro, hasta llegar a no hablarse. Para Iván, lo más importante era su cargo, el poder y sus compañeros, pasando así para él todo de forma agradable.

Siguieron otros siete años de esta forma, se les murió otro hijo, la hija mayor cumplía dieciséis años y el otro chico, que estudiaba Bachillerato, tenía su futuro incierto. El padre quería que estudiara en la Escuela de Jurisprudencia y la madre quería que ingresara en un gimnasio.

Iván esperaba un puesto mejor y rechazó varios traslados. Un señor le quitó una plaza buena e Iván riñó con él y con sus superiores, por lo que comenzaron a tratarle con frialdad.

A Iván Illich le empezaron a venir deudas y perdió mucho dinero, por lo que en verano se fue a una aldea con su familia y después decidió trasladarse a San Petersburgo para pedir un cargo en otro ministerio, y así ganar 5000 rublos en lugar de 3500 que ganaba ahora, dando además una lección a sus superiores.

Justo entonces, la administración hizo un cambio, poniendo a un amigo de Iván en un puesto importante, por lo que el amigo le ascendió, quedando dos grados más alto y con un sueldo de 5000 rublos más 3500 para el traslado. Su esposa también se alegró, y a él le gustó ver cómo se rebajaron sus superiores.

Iván partió solo hacia San Petersburgo y encontró una casa perfecta, comenzando a empapelar la casa y a comprar muebles. Estaba tan contento, que no cesaba de imaginar cómo quedarían todas las salas. Pensaba que le habían quitado quince años de encima, y se sentía un joven lleno de vitalidad y energía.

Finalmente, fueron a vivir todos a la nueva casa, e Iván se preocupaba por todo: por una mancha en el mantel, el cordón roto de una cortina,...

Iván Illich vivía bien, y se lo pasaba bien en su trabajo, su vida transcurría con normalidad y todos los días cumplía con un horario riguroso.

En una ocasión, dieron una fiesta. La mujer tenía ya un plan, e Iván quería encargar tartas y bombones a la pastelería. Al final se encargaron, pero sobraron muchos y la cuenta de la pastelería fue muy alta, por

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