México lindo y qué herido

México lindo y queherido cómo quisiera que la gente que te habita fuera consciente y coherente contigo. Ahora que te ha sacudido de nuevo un terremoto y que la sangre de tus hijos empapa la tierra, yo te pregunto ¿Qué necesitas de nosotros?, y nos pregunto: ¿Por qué los mexicanos no vemos Más allá de lo inmediato, lo evidente y sobre todo, lo propio, lo mío?
Me gusta ver cómo todos los mexicanos se unen en un solo esfuerzo, cómo no existe descanso para aquellos que buscan el rescate de sobrevivientes, cómo los que nada tienen lo entregan todo, y en contraste, me entristece que los grandes, los ricos, los poderosos aprovechan la oportunidad para obtener un mayor provecho. Será que se supone que si quieres ser exitoso, debes aprovechar las oportunidades como vengan y hacer lo necesario para obtener beneficios.

Qué poco se hace por los más necesitados y qué fácil es juzgar las conductas de los demás, de los otros. Me sorprende sobre manera que aquello que decía mi padre, cada día tiene más sentido: "el mexicano es inteligente, astuto y sobre todo capaz; lástima que tales talentos en su mayoría sean utilizados en la broma, el albur y en el fregar a otros".

Escribo estos pensamientos porque recientemente me topé con lo más terrible que pudiera yo observar: la inconciencia, la ignorancia y sobre todo la intolerancia de algunos compañeros universitarios, de quienes yo había pensado que son el futuro del país. Por supuesto que no me refiero a todos ellos, sino sólo a un grupo, mas por desgracia, éste fue el único grupo que se hizo presente. Sin entrar en detalles, diré que no esperaba que todos coincidieran con mi opinión, sin embargo, menos esperaba que en lugar de comentar, aportar o debatir, se dedicaran a desechar y caricaturizar, o bien, burlarse directamente.

Me gusta vivir aquí contigo, México. Eres bueno, bello, apacible, generoso. Muchos más adjetivos ponderando tus bondades puedo decir sobre ti, pero ¿por qué tu gente, los tuyos, nosotros los de a pie, los pobres… por qué solo los fregados manifestamos esta generosidad tan cantada y por qué solo en estas circunstancias? ¿Será que los pobres somos la inmensa mayoría que poblamos tu tierra?

Hoy conversaba con un compañero, al cual desde ahora admiro. Él me comentaba lo importante que es incluir y ayudar a nuestras etnias, en particular hablaba de los tarahumaras, y de cómo él ha visto que con ese apoyo logran salir adelante y aumentar su calidad de vida; lástima que el apoyo es poco y que generalmente se da un una sola ocasión, sin ningún tipo de seguimiento. Todo esto parece una queja y me disculpo contigo por atreverme a abrumarte con más reproches en este momento tan aciago, sin embargo te comparto que no solo a ti te sacudió el sismo: a mí me han sacudido otros sismos personales al observar lo que sucede alrededor.

Nuestra ciudad, nuestro estado, nuestros hermanos y compatriotas no avanzamos, la inseguridad crece, los robos de cuello blanco cada vez son más evidentes y siempre quedan impunes; la educación escasea, el pensamiento crítico desaparece, la deuda de favores políticos crece tanto que va en desmedro de los resultados proyectados, más aún, de los resultados obtenidos.

No me tomes por un pesimista, creo en el cambio, creo en la mejoría, creo en la memoria de tus hijos y en que poco a poco nos levantaremos todos. Creo también en las revoluciones, no en las armadas, pues considero que ellas no resultarán en cambios esenciales del orden establecido, pero sí creo en la revolución del pensamiento a la que jóvenes como Pedro Kumamoto aportan cada vez más y mejores propuestas para sofocar el silencio y los ronquidos de muchos otros que viven del pueblo y que ningún beneficio le traen.

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