NO SÉ CÓMO DESCRIBIRLO

“No sé cómo describirlo”, fue lo que pasó por mi mente y lo primero que respondí ante la pregunta de mi madre, sobre qué tal había sido mi primera semana estudiando mi nueva carrera. Para ponerlos en contexto, soy una persona que como a todas, la vida la ha llevado por caminos diferentes e inesperados hasta encontrar aquel lugar tan único y hasta, porque no, mágico, en el cual ansía quedarse por el resto de su vida.

Transcurría el año 2012, cuando decidí entrar a la academia por primera vez, y aunque no lo crean mi opción para estudiar en aquel entonces en la tan renombrada “Decana de América”, fue Veterinaria; y sí, amaba y sigo amando a los animales. Para no hacer tan largo este relato, aunque se me daba bien, la biología no era lo mío; por lo que me hice la tan famosa pregunta que todos en algún momento se han hecho o se lo harán: Diana, ¿esto es realmente lo que quieres hacer el resto de tu vida?; la respuesta no necesito decirla.

Pasaron algunos años más, y me sentía cual zombi, ya saben, viva por fuera y muerta por dentro; me fui de Administración de Turismo a Comunicación Social; y este último, lo buscaría en otras universidades con poco entusiasmo, a pesar de que me llamaba la atención, el tema de lo audiovisual.

Una tarde de marzo de este año estando en casa, revisando el Facebook, me topé con un anuncio del instituto que hoy formo parte, y del cual no pensé hacerlo jamás, ya que a mí personalmente no me agradaban los institutos, pero ese será tema de conversación para una próxima oportunidad.

En fin, me ofrecían aquellas cosas en las cuales yo era buena; una de ellas, diseño gráfico, lo había llevado en el colegio en ese entonces era buena y me encantaba de sobremanera; y la otra, lo relacionado con el marketing, me pareció emocionante. Para finalizar me ofrecían cosas de las cuales, si bien tenía idea, definitivamente comprobaría luego, que no era así. Todo esto, marcó un antes y un después de la forma en cómo comenzaría a ver el mundo.

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