PROBLEMÁTICA SOCIAL EN LA BIOÉTICA PERSONALISTA
Enviado por Zeika Yarel Vieybi Guerrero Martinez • 21 de Octubre de 2021 • Documentos de Investigación • 1.822 Palabras (8 Páginas) • 142 Visitas
Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”[pic 1][pic 2]
Unidad de Aprendizaje:
Bioética Personalista
Docente encargada: Virginia Elizabeth Blanco Zamarripa
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Alumno: | Matrícula: |
Alvarado Hinostroza Devany Yaretzi | 2066654 |
Benavides Roa Juan Antonio | 2066589 |
Flores Donjuan Esmeralda Lizeth | 2067077 |
González Torres Osvaldo Daniel | 2066934 |
Guerrero Martínez Zeika Yarel Vieybi | 2066655 |
Torres Alvarado Ashly Yamileth | 2066958 |
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Grupo: 3M2 – B. T. Administrador Contable[pic 25]
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Evidencia de Aprendizaje: “Análisis”
PROBLEMÁTICA SOCIAL EN LA BIOÉTICA PERSONALISTA.
Tema Seleccionado: Violencia
Introducción.
La violencia, es definida como la interacción dónde se genera el daño, radica en conductas agresivas, puede ser el uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente el propósito es conseguir el dominio sobre alguien, o la imposición propia ante la ajena; es el uso intencional del poder como amenaza contra algo.
Actualmente, la violencia se ha incrementado, en el país, en el mundo en general, a un grado tan elevado, que se ha considerado como un problema de salud pública, sin embargo, siguen sin tomarse las medidas adecuadas para erradicarla o detenerla, lo que se plantea como un tema de educación. Con su multicausalidad se dificulta la percepción real de su dimensión, no sólo afecta el presente sino que también proyecta sus consecuencias hacia el futuro.
Dentro de los factores desencadenantes destaca la desigualdad social expresada en el desequilibrio en la repartición de la riqueza de las naciones, que desemboca en la pobreza, el hambre y la miseria de la mayor parte de sus ciudadanos, que bien pueden entenderse como causas de orden social que contribuyen a explicar, por sobre todo, las violencias políticas.
También hay que reconocer, entonces, factores individuales que estimulan las conductas agresivas y violentas, dentro de los cuales hay que identificar los exógenos y los endógenos respecto del individuo, que orientan la comprensión de éstas, pero principalmente de otras violencias. Así, dentro de los exógenos hay que tomar en cuenta las peculiaridades culturales, especialmente, y dentro de los segundos, las características estructurales y de funcionamiento de la mente y el cerebro.
Agresión y violencia se revelan como dos conceptos tan cercanos parecieran ser lo mismo; sin embargo, el primero no implica necesariamente el segundo, aunque la violencia, por su parte, sí supone la agresión y, es mediante cierta dosis no patológica de agresión como los colectivos consolidan sus lazos de apego, se jerarquizan y definen los roles de los individuos, en esa lucha cooperante por la sobrevivencia.
La violencia es el producto de la exigüidad de control emocional, normalmente se proyecta de forma impulsiva, que puede describirse como poco consciente en las personas, no obstante, como toda conducta, se vuelve un hábito, lo que convierte a la persona en agresiva, las emociones que apoyan la violencia, generalmente involucran una descarga de lo que se puede llamar adrenalina, brindando satisfacción y control para la persona, entendido así, es placentero para el victimario.
Análisis.
El abordaje desde la bioética interviene cuando se interpreta la violencia como una forma de relación humana donde está inmerso el deseo de hacer mal, lesionando la autonomía del otro. Así también si se considera la violencia una forma de inequidad o falta de justicia, se pudiera mostrar relación entre la violencia y los derechos humanos, lo que constituye un aspecto importante a considerar en la salud pública. Es decir, la violencia no es ética, pero puede considerarse un grado de “moralidad” para ella.
La violencia, desde una perspectiva más profunda, requiere de un método y una acción, es un problema bioantropologico complejo, que se tiende a minimizar en muchas de sus expresiones, o bien, se justifica por medio del sentimiento de la víctima y por parte del agresor, se excusa en la emoción. Partiendo de las emociones, la ira es una razón principal en el momento de provocar daño, y si bien, las emociones no se escogen, el descargue o desahogo de ellas, puede ser controlado, el impulso puede llevarnos a desatar una fuerza para sentirnos más ligeros o libres, pero es ahí donde interviene la ética, utilizar la fuerza sobre otros, en golpes o gritos, es exactamente un efecto negativo de la emoción, en un estudio amplio, el coraje nos lleva a causar daño a otros, e incluso si es la misma persona quién nos generó esa aversión, no es correcto demostrar nuestro disgusto de ese modo, hasta aquí, podemos hablar de una violencia “casual” u ocasional, que sigue sin ser justificada por el temperamento.
En otro ámbito, la violencia puede manifestarse a partir del deseo de control, de la imposición, del poder, porque en la naturaleza humana, ésta la supervivencia, la conveniencia, el egoísmo, sentimiento de sed por someter, debido a la jerarquía en que vivimos desde el ámbito económico o social, que incluso puede extenderse hasta la religión, radicando en la satisfacción de tener razón y domar a otros en nuestra forma de pensar o vivir.
Pero no solamente las circunstancias culturales del hombre marcan la diferencia. La estructura anatómica de su cerebro contiene los distintos momentos de la evolución compartida, evidenciados en áreas tan complejas como el sistema límbico que nos emparenta con otros animales como el tiburón, cuyo pequeño y arcaico cerebro, en el que residen giros y comunicaciones derivadas de las múltiples conexiones que permiten comprender la fisiología de la agresión humana, y explicar que si bien en el hipotálamo, entre otros componentes del mencionado sistema límbico y especialmente en la amígdala, residen las más elementales emociones como la ira, el miedo, el placer sexual, la agresión y otras, es en la neocorteza frontal, desarrollada en los seres humanos, donde se da lugar el control de esas emociones primarias.
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