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Pandemia: La desigualdad en la educación Argentina


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2022  •  Ensayo  •  1.391 Palabras (6 Páginas)  •  63 Visitas

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Pandemia:

La desigualdad en la educación Argentina

AÑO: 2.021

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo  habla de la brecha digital y las desigualdades en el capital cultural y económico de las familias argentinas que producen un aumento de la segregación educativa durante la pandemia, generando una mayor desigualdad. De las medidas educativas implementadas por el gobierno argentino a principios del año 2020 que generó grandes cambios en la sociedad, produciendo el aumento de la pobreza y exponiendo las desigualdades existentes.“La educación, al tratarse de un derecho humano fundamental de  contenido  prestacional”[1] siguió brindándose pero con las escuelas cerradas.

DESARROLLO

Ante el surgimiento de la pandemia, el gobierno nacional se vio en la necesidad de tomar medidas preventivas, para evitar el aumento de contagios. Estas medidas afectaron notablemente al desarrollo de la educación, debido a que el sistema educativo no estaba preparado para enseñar y aprender de forma remota.

 La modalidad fue cambiada drásticamente, pasando de tomar clases presenciales a necesitar otro medio para acceder a esta, los medio más utilizados fueron  principalmente internet, radio, televisión y entrega de cuadernillos con el objetivo de asegurar la continuidad educativa, sin embargo para muchos estudiantes les fue difícil acceder a ello debido a la situación socioeconómico familiar . Al no contar todos con los dispositivos necesarios para realizar las actividades escolares pretendidas además el difícil acceso a internet,  el poco conocimiento de las TIC y el escaso acompañamiento de los familiares en  la realización de las tareas escolares influyeron de forma negativa en el aprendizaje de los alumnos. Según una encuesta realizada por UNICEF Argentina “el 81% de los hogares con niños, niñas y adolescentes tiene actividades y tareas escolares. Entre quienes declaran tener estas tareas, el 79% está en contacto con las escuelas para recibir seguimiento a sus avances escolares”[2].

Las consecuen­cias económicas mundiales exponen las diferencias de vulnerabilidad entre geografías y grupos sociales; parecen inevitables destacar la profundización de la pobreza y los aumentos en desigualdades múltiples que se cruzan[3]. En Argentina, a causa de la pandemia COVID-19 se vio un gran aumento del abandono escolar, según la encuesta realizada por UNICEF “En educación, el 6% de los hogares afirmó que algún niño, niña o adolescente que vive en el hogar abandonó la escuela durante 2020 (al menos 357 mil chicos y chicas) y el 19% de los que abandonaron, afirmó no haber retornado en 2021 (al menos 67mil)”.[4] Asimismo, manifiestan que los colegios públicos padecen del abandono estudiantil, por el cual aquellos que cursan en los últimos años deben salir a trabajar para ayudar a sus familias.  Para prevenir el abandono escolar es necesario priorizar intervenciones basadas en información precisa y oportuna. La institucionalización de sistemas de alerta temprana para la prevención del abandono escolar es una de las acciones concretas más recomendadas (Banco Mundial, 2021; UNESCO, 2021; BID, 2021)[5].

El cierre total de los establecimientos educativos durante el 2020 no solo provocó la pérdida de clases, sino que también se vio suspendida la posibilidad de que los alumnos se alimenten en las escuelas. “Detrás de esta pandemia subyace otra que siempre es invisibilizada, la pandemia del hambre”, comenta Alejandra Gómez, abogada de la Red de Salud Ramón Carrillo en Chaco[6]. Millones de niños, niñas y adolescentes concurren a diario a comedores escolares, estos comedores constituyen la única o más importante posibilidad que tienen de consumir nutrientes y calorías fundamentales para su desarrollo y óptimo despliegue de facultades cognitivas y físicas[7]. Por lo tanto, el Estado Argentino encontró alternativas para evitar la desnutrición infantil y continuar con el cierre escolar. Una de las propuestas fue el reparto de bolsones de mercadería que pudieran garantizar la alimentación de quienes más la necesitan, sin embargo, estos bolsones no contenían carne, ni fruta o verdura que pudiera cubrir los nutrientes suficientes que necesita la persona para no caer en la desnutrición, por lo que algunos comedores adoptaron la modalidad de entrega de comidas para ser consumidas en las casas, principalmente viandas con comidas listas que eran repartidas y entregadas con ayuda de docentes[8]. Pero, a pesar de los intentos por suplir a los comedores escolares, la escasez de alimentos aún continuaba. En algunos lugares, fueron los mismos vecinos quienes organizaron merenderos para cubrir con la alimentación diaria y necesaria de los niños, niñas y adolescentes. En ese sentido, el informe de Fundeps señaló que los comedores no deberían ser reemplazados por el reparto de cajas o bolsas de alimentos porque “una de las funciones principales de los programas de alimentación escolar es la satisfacción de necesidades sociales y brindar una red de protección social, especialmente durante las crisis, por lo que es crucial en esta instancia asegurar su continuidad y su calidad”[9].

A principios del 2021 se han generado debates y diferentes posicionamientos sobre la reapertura de las escuelas y el cómo reiniciar la escolarización. Si bien la vuelta a la enseñanza presencial era la opción preferida por el Gobierno y la mayoría de las instituciones educativas, la situación epidemiológica impedía que se retomará en condiciones normales. El debate se generó entonces sobre las condiciones de la vuelta a las aulas: cuándo, cómo y quiénes recuperarán la presencialidad. Para ello, se establecieron medidas de distanciamiento dentro del aula (capacidad limitada y distancias de 1,5 metros entre personas en el aula, grupos burbuja) y diversas medidas de higiene (uso obligatorio de barbijo, lavado de manos, botes de alcohol en gel), así como protocolos en caso de contagios. Es así como la enseñanza pasó de virtual a bimodal (presencial y virtual) en busca de acabar con la brecha digital que impedía el efectivo aprendizaje de los alumnos. Aunque no ha desaparecido totalmente, el regreso a la presencialidad ha tenido respuestas positivas, como el mejoramiento del estado de ánimo de muchos estudiantes , “las principales razones que según las familias explican esta mejora son el reencuentro con sus compañeros y la vuelta a la rutina”[10]. Y pretende volver de a poco a las condiciones normales.

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