Parábola Del Triunfador

Cada persona labra su futuro. Tanto el éxito como el fracaso son el resultado de una profecía hecha realidad.

La persona que triunfa lo logra porque espera triunfar, confía en sus habilidades y está preparado para reclamar el éxito. Aquel que fracasa ó es infeliz con su vida, lo es porque no espera triunfar; no espera que nada bueno le suceda y por esta razón no logra ver ni aprovechar las oportunidades que la vida le ofrece.

Recuerdo que mi padre solía decir con frecuencia: “Es mejor no esperar demasiado de la vida, de tal manera que no vayamos a terminar desilusionados más tarde”.

El problema con esta manera de pensar – decía Farid, alterado por estas ideas – es que es imposible sobrepasar nuestras propias expectativas. Así que si desde un comienzo esperamos poco de la vida, tristemente ella se encargará de llenar nuestras expectativas. Sin embargo, a ninguno de nosotros le fue encomendada la tarea de fracasar. Los pordioseros no nacieron con la misión de mendigar por las calles.

La pobreza, más que una condición social, es un estado mental.

Muchas personas que se encuentran sumergidas en la más profunda miseria, simplemente han aprendido a aceptar esa realidad como su destino, sin rechazarla, ó tan siquiera cuestionarla. (Ejemplo del cargador y el mercader: Cuando encuentres un cargador que desearía vivir como un mercader pero no esta dispuesto a pagar el precio por ello, puedes estar seguro que habrás dado con un pésimo cargador y un frustrado mercader). Jamás olvides que inclusive el hombre más pobre, labró su propio destino.

Las barreras, los obstáculos, ó las circunstancias que no nos permiten avanzar. Casi siempre nos las hemos impuesto nosotros mismos.

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