¿Piropo o acoso?

¿Piropo o acoso?

    En la actualidad se ha divisado la práctica de violencia más frecuentada a lo largo de Chile y el mundo, ésta se denomina como “Acoso callejero”, el cual se define como manifestaciones con una connotación sexual (frases, gestos, tocamientos, exhibicionismo, etc.) que ocurre en lugares públicos, estas prácticas revelan relaciones de poder entre géneros, pues son realizadas sobre todo por hombres y recaen fundamentalmente sobre mujeres, en la mayoría de casos desconocidas para ellos, perturbando la tranquilidad de la persona y primordialmente afectando su dignidad y/o derechos fundamentales. Las realizan hombres solos o en grupo. No se trata de una relación consentida, sino de la imposición de los deseos de uno(s) por sobre los de la(s) otra(s). Se realizan en la vía pública o en (desde) el transporte público o privado, de manera rápida e intempestiva.

     Pese a tener impactos en la libertad sexual y el derecho al libre tránsito, estas prácticas han sido normalizadas y hasta justificadas. Generalmente este tema no es muy considerado por gran parte de los ciudadanos, debido a que no logran visualizar el grado de violencia sexual, llevando a la sociedad a justificar la acción del agresor a través de prejuicios que señalan la forma de caminar, vestirse, actitudes, etc.; creando un tipo de estereotipo para culpar a la víctima del comportamiento del acosador.

    ¿Con qué finalidad una persona desearía ser víctima de violencia? ¿Qué tanta libertad de expresión se nos permite en esta sociedad siendo mujeres?  

     La libertad de expresión para las mujeres en este ámbito es casi nula, debido a que, la sociedad está convencida que, si una mujer se viste o actúa de manera “provocativa” (como ellos ven el uso de escotes, minifaldas, la manera de caminar, etc.) les da el derecho de acosarla, pasando a llevar su dignidad e incluso en algunos casos, llegar a tal punto de hacerla sentir intimidada o cohibida.

     Es este el pensamiento que como sociedad debemos cambiar, empleando el enfoque educativo tanto a nivel familiar como de estructuras sociales, que propicie el respeto hacia la mujer y la promoción del uso igualitario de los espacios públicos, ya que, de no ser así, las mujeres seguiremos siendo víctimas de este tipo de violencia, que aun siendo una de las más recurrentes, es la que menos importancia se le da hoy en día.

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