Pobreza

LA POBREZA*

La pobreza, un gran mal que desde tiempos inmemoriales padece la humanidad; es la misma que en los últimos años ha visto disminuido su ancestral poderío en las naciones desarrolladas. Esta disminución no ha sido por un reparto altruista de la riqueza, sino por el crecimiento económico que ha permitido a los ricos ser más ricos, y a los pobres ser menos pobres.

Otro factor que ha incidido en la mejoría de la pobreza, en dichas naciones, se ha debido a un cambio mental en las creencias, sobre todo religiosas, que ha estimulado un cambio de conciencia; ya que las creencias pueden atraparnos en una inercia que impide movernos al permanecer anclados sobre los hábitos del pasado.

Todo individuo pobre desea conscientemente dejar de serlo, pero existe una resistencia, inconsciente, provocada por creencias y hábitos tradicionales que impiden su progreso. La pobreza, a pesar de ser aborrecible, también es justificada por las viejas creencias que surgieron en su seno. Podríamos citar innumerables claves de fe que proclaman la pobreza como una virtud indispensable para entrar en el cielo. Basta con recordar aquella parte de los evangelios cuando Jesús dice que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de Dios o, bienaventurados los pobres porque ellos heredarán la tierra.

Ahora bien, lo que resulta intolerable, es la imposición de la pobreza (directa o indirecta) mediante argumentos religiosos a un pueblo que ni lo desea ni lo merece. No es de extrañar que, los pensadores de izquierdas manifiesten que esa proclama de virtuosismo de la miseria, es una herramienta más utilizada por los poderosos para mantener un pueblo conforme con las migajas que le brindan.

Si bien es cierto que la riqueza puede resultar una trampa mortal para el espíritu, más cierto es que la pobreza es una trampa mortal para el cuerpo, pues produce una indigna muerte prematura no deseada por nadie. La mayoría de los pobres de la tierra, si son virtuosos, es porque están más cerca del otro mundo que de éste, pero no por evolución espiritual ni por elección libre, sino porque se están muriendo de hambre. La pobreza no puede ser una virtud, más bien es un concepto masoquista, residuo de un oscuro pasado religioso.

Todos somos hijos del gran Dios infinito, creador de todas las cosas, dueño de todo el universo, por lo tanto somos hijos del ser más “rico” de la creación. ¿Cómo podemos llegar a pensar que nuestro padre desee que vivamos en la miseria?

La pobreza es no solo un concepto, una idea de los pobres de espíritu, sino que también es una imposición de los poderosos, a la cual se debe liberar el mundo. Hay que buscar nuevos caminos religiosos, espirituales y sociales, ya que somos hijos de un padre de riqueza infinita, bondadoso y ansioso por llenarnos de riquezas espirituales

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