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¿REALMENTE FUNCIONA LA DEMOCRACIA EN CHILE?


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2019  •  Ensayo  •  1.631 Palabras (7 Páginas)  •  182 Visitas

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Nombre: Valentina Rodríguez – Pablo Mena

Curso: 4to B Medio

Asignatura: Filosofía

Profesor: Esteban Martínez

Fecha: 23 de Septiembre del 2019

¿REALMENTE FUNCIONA LA DEMOCRACIA EN CHILE?

Para comenzar, tenemos que saber el significado concreto del concepto “democracia”, la cual se define como una forma de organización del Estado, en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta, los cuales confieren legitimidad a sus representantes. Aclarar también que todo lo escrito en este breve ensayo, está basado en nuestros conocimientos como chilenos.

Debemos tener en cuenta que el concepto democracia es fundamental para el desarrollo libre del pensamiento y de una sociedad integra. Si no se utiliza correctamente, sus beneficiados se ven perjudicados al ignorar los derechos de personas demócratas autónomas, que se ven influenciadas por la red de corrupción en la que suele caer este sistema, que en nuestro país se encuentra disfrazado con la palabra, y está completamente alejado de la práctica. 

Históricamente, a veintinueve años del retorno a la democracia, el saldo es enormemente  negativo, ya que la clave para que exista un sistema político demócrata es su Constitución. Las leyes deben ser resultado de la auténtica voluntad del pueblo, voluntad que no es expresada y que es mal representada por prácticas como elegir representantes políticos periódicamente, característica propia de un país que hace parte del beneficio, pero no parte fundamental.

Nuestra Constitución actual fue modificada e impuesta en pleno período de dictadura, donde lo impuesto suele beneficiar a la minoría, por ejemplo, el modelo socioeconómico actualmente se basa en un Estado subsidiario, mientras que lo requerido es un Estado social, como El Estado benefactor, el cual procura el pleno empleo junto con las bolsas de trabajo en las épocas de aumento del desempleo. En cambio, el Estado subsidiario deja en manos de las fuerzas del mercado la situación del empleo y los precios.

Un Estado subsidiario no nos garantiza protección social para satisfacer nuestras necesidades básicas de empleo, ni de alimentación, ni menos de servicios públicos. Tampoco se enfoca en las leyes laborales de protección al trabajador, en desmedro de los empresarios en cuanto a remuneración, jornadas laborales, derecho a huelga, jubilación, entre otros. Un Estado subsidiario no eleva los impuestos a los sectores económicos y a la población para poder subsidiar el inmenso gasto social generado por el Estado de bienestar.

El Estado tampoco asume que es responsable del bienestar de sus ciudadanos, ni nos garantiza seguridad social, sus funciones se limitan a garantizar la seguridad nacional y personal. A diferencia del Estado benefactor, el Estado subsidiario toma la educación como responsabilidad de las familias, no del Estado.

“Es necesario descentralizar el poder redistribuyendo entre el centro y la periferia, considerando a mayorías  y minorías independientemente de su género, de esta forma se puede lograr una reconciliación entre el poder y el pueblo”.[1]

De acuerdo a lo planteado por Axel Honneth, los grupos hegemónicos aventajados y las instituciones que los amparan, reconocen la igual capacidad moral de los excluidos y marginados para tomar decisiones y hacerse responsables de aquello, pero la consecuencia de lo recién planteado sería el resultado de una nueva Constitución.

Tras el retorno a la democracia, se creó la prolongación del resultado incrementando solo un lánguido tiempo de espera donde no hay un verdadero pueblo ejerciendo soberanía, al contrario, sólo se transformó en la construcción de una forma de acomode elitista en base a la estructura Constitucional, maximizando privilegios corruptamente obtenidos. Así se fue incrementando con el tiempo la desigualdad política actualmente obtenida, por lo cual, acontece la urgencia de la materialización de un cambio constitucional relevante operador y defensor de la inclusión entre los compatriotas surgiendo un beneficio colectivo, planteándose desde un “nosotros”, desde el cual se proyectará el desarrollo del futuro y desarrollo de nuestro país.

La emancipación humana es posible bajo las condiciones adecuadas, la construcción de una Constitución contra elitista con genuina decisión popular y creando por consecuencia la obligación de la existencia de la igualdad política, prefigurando un nuevo modelo en la sociedad demócrata e inclusiva estableciendo un orden moral social y beneficiando a los que realmente sostienen Chile.  

"La constitución propone un nuevo marco para la interpretación del texto constitucional, sobre la base del establecimiento de un Estado de Derecho democrático y social, en el cual el Estado está al servicio de las personas y su finalidad es el bien común".[2]

Dentro de las agrupaciones políticas que llevaron a Bachelet a su segundo mandato, existen sectores de derecha que se oponen a que la Constitución sufra un cambio. Por ello, cualquier acción de la presidenta para reformar la “Carta Magna”, podría haber llevado a una crisis institucional. Sin embargo, Bachelet no dejaría el mandato sin introducir definitivamente el debate sobre este tema en el Congreso, una demanda popular que lleva muchos años y que las clases políticas no se han atrevido a discutir porque dentro de nuestra cultura moral está incrustado hacer lo que nos beneficia, aun cuando estamos dentro de un contexto de liderazgo con la finalidad de encontrar un supuesto beneficio impersonal. 

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