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REVOLUCION INDUSTRIAL HARTWELL R


Enviado por   •  9 de Febrero de 2012  •  8.708 Palabras (35 Páginas)  •  606 Visitas

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LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN INGLATERRA Y SUS

R. M. Hartwell

I. La economía, la historia económica y la historia de la pobreza

La economía es, en el fondo, el estudio de la pobreza. Asimismo, la historia económica

es, en gran medida, la historia de la pobreza. La economía estudia los problemas

referentes a la escasez de recursos en relación con las necesidades del hombre y, por

ende, los problemas implícitos en la elección entre las distintas necesidades y la

asignación de los escasos recursos disponibles para satisfacer esas necesidades. Como

dice el profesor Robbins: “La economía es la ciencia que -estudia el comportamiento

humano como una relación entre los fines y los escasos medios que tienen usos

alternativos".1 La historia económica estudia el problema de la escasez a lo largo del

tiempo y describe, paso a paso, tanto la historia de los intentos de la humanidad por

acrecentar los recursos disponibles mediante el crecimiento económico, como la historia

de los efectos de la distribución y el consumo de dichos recursos entre los miembros de la

sociedad; en otras palabras, la historia del bienestar económico.

La oferta de recursos se ha incrementado, sea poniendo en juego más factores de

producción (antes de la revolución industrial esto significaba, habitualmente, más

personas que cultivaban más tierras con los mismos implementos primitivos), sea

aumentando la productividad de los recursos existentes (durante la revolución industrial

esto significaba la introducción de cambios en la estructura y la organización económicas

mediante el mejoramiento de la calidad del capital de trabajo a través del cambio

tecnológico, y del capital humano a través de un mejor nivel de educación y de

alimentación). En cualquier economía y en cualquier época, los límites de la pobreza y

del bienestar se establecen teniendo en cuenta la productividad total en relación con la

densidad de la población, y el crecimiento económico tiene lugar durante esos raros

intervalos de la historia,2 incluidos los dos últimos siglos, en que aumenta el producto

medio per cápita.

Si los límites del bienestar se fijan sobre la base de la productividad media, el

bienestar de los individuos o de las clases se determina por el proceso de distribución, por

la forma en que el producto total se divide entre quienes reclaman su parte en la puja

* Traducido de The Long Debate on Poverty, The Institute of Economic Affairs, 1974. Derechos cedidos por The

Institute of Economic Affairs.

1 L. Robbins, An Essay on the Nature and Significance of Economic Science. Londres, 1932; este libro es un análisis

metodológico del "tema de la economía”. El énfasis puesto por los economistas clásicos y otros pensadores sociales

en la distribución como el problema de la economía reconoce implícitamente los problemas fundamentales de la

escasez y la elección.

2 R. M. Hartwell, "Economic Growth in England .before the Industrial Revolution", Journal of Economic History,

marzo 1969, examina períodos anteriores de crecimiento.

distributiva. A lo largo de la historia ha habido, en general, un bajo nivel de

productividad y, en el mejor de los casos, un crecimiento económico muy lento, junto con

una distribución muy desigual del producto total. Hasta el advenimiento de la revolución

industrial la capacidad productiva del hombre se hallaba en un nivel sumamente bajo, y el

producto resultante se dividía de manera muy poco equitativa, puesto que unos pocos

recibían la parte más sustancial, mientras que la gran mayoría compartía el -magro

remanente. Ésta fue la dura realidad de la historia económica de la población mundial:

casi todos los hombres, en casi todas las épocas y en casi todos los lugares, han tenido

una existencia corta y miserable, con pocas esperanzas de mejorar su situación

económica y ninguna noción de progreso. Como decía Keynes:

“La creencia en el progreso material del hombre no es de vieja data. Durante la

mayor parte de la historia esa creencia no fue compatible con la experiencia vivida,

ni fue alentada por la religión. Si examinamos la situación imperante a lo largo de

los siglos, cabe dudar de que en los grandes centros de la civilización la suerte del

trabajador no calificado haya variado mucho en los dos mil años que van desde la

Grecia de Solón hasta la Inglaterra de Carlos II o la Francia de Luis XIV. El

paganismo situó la Edad de Oro en una época muy anterior a la nuestra; el

cristianismo situó el Cielo en lo alto, muy por encima de nosotros. Y antes de

mediados del siglo XVIII., cualquier individuo que hubiera esperado un

mejoramiento progresivo del bienestar material como resultado de la división del

trabajo, los descubrimientos científicos y la ilimitada fertilidad de la raza humana,

habría sido tomado por un excéntrico. Por oscuras razones que los historiadores

economistas aún no han investigado con suficiente profundidad, el progreso

material comenzó en el siglo XVIII en vastas regiones de una manera categórica y

acumulativa no experimentada anteriormente”.3

Tres épocas de crecimiento económico

La historia del crecimiento económico puede dividirse en tres épocas distintas, separadas

por las revoluciones agrícola e industrial. La revolución agrícola empezó en el Medio

Oriente hacia el octavo milenio antes de Cristo; los comienzos de la revolución industrial

se sitúan precisamente en la Inglaterra del siglo XVIII. La revolución agrícola consistió,

esencialmente, en el paso de la caza, la pesca y la recolección de alimentos al estadio del

cultivo de la tierra con asentamientos poblacionales permanentes, y condujo al desarrollo

de la civilización urbana. La revolución industrial consistió, esencialmente, en el paso de

la agricultura a la industria y los servicios, y condujo a un rápido crecimiento de la

producción, la población y la urbanización. Ambas revoluciones cambiaron radicalmente

la historia de la humanidad, ampliando en grado significativo la capacidad productiva del

hombre y permitiendo a largo plazo el aumento de la población, en forma lenta después

de la revolución agrícola, y de manera explosiva durante la revolución industrial. Estas

revoluciones crearon, sostenía Carlo Cipolla,

3 J. M.

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