Racionalidad Económica y Liberación Femenina

Racionalidad Económica

Uno de los principales elementos que diferencian al ser humano del reino animal es la capacidad de raciocinio, esta capacidad es la manera de utilizar la razón. Esto deriva del ejercicio del pensamiento, y nos permite analizar las opciones que tenemos para tomar una decisión que derive en un beneficio personal o colectivo.

Por consiguiente, la racionalidad económica es un método de elección entre alternativas, o, lo que es lo mismo, un sistema de ordenación de preferencias entre objetos económicos. A lo largo de los años, hemos venido perfeccionando esta capacidad de forma de que a la hora de tomar decisiones saquemos el máximo provecho de estas.

A partir de esta idea, podemos deducir que en nuestro día a día ejecutamos la racionalidad económica de manera inconsciente, ya que desde el primer momento en el que abrimos los ojos tomamos decisiones; levantarnos o no de la cama, vestirnos de una forma u otra, tomar el bus o tomar un taxi, son decisiones en las que analizamos que nos conviene hacer o dejar de hacer debido a que todo proceso de elección conlleva a un análisis de costo-beneficio.

Un caso en donde podemos evidenciar el gran impacto que puede tener una decisión derivada de aplicar la racionalidad económica es en la independización de la mujer en la sociedad. Con la llegada de la llamada “liberación femenina”, que se consolidó en el siglo XX, y que representó el proceso histórico por el cual las mujeres han reivindicado y conseguido, en numerosos casos, la igualdad legal, política, profesional, social, familiar y personal que tradicionalmente se les había negado, la mujer ha logrado un grado de independencia que nunca antes había obtenido.

Esto conllevó a consecuencias de índole social obviamente, pero también en materia económica. Ya la figura del hombre, como aquel individuo que proporcionaba todo el sustento financiero para la familia, poco a poco se desvanecía, y aún en la actualidad sigue desvaneciéndose esta figura. La mujer al no depender totalmente de un compañero que le provea sustento (comida, ropa, comodidad) y sabiendo que no puede ser discriminada por su género, puede decidir, utilizando su capacidad de raciocinio, no involucrarse en un matrimonio a menos que este pueda satisfacer su necesidad de encontrar un ser al cual amar y ser amada por éste.

Todo esto es consecuencia de la oportunidad de analizar las alternativas y tomar aquella en la cual obtenga un beneficio mayor al costo que esta decisión podría generar.

Sin embargo, aún existen países, generalmente en África o Asía, en donde la mujer no alcanzado ese grado de independencia que en las sociedades occidentales ya es común. Según un artículo publicado por Genaro Lozano (2016) titulado “Matrimonios en el mundo”, el 80% de las mujeres hindúes no se divorcian porque “no tienen a donde ir”, este es un claro ejemplo de como

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