Rehumanización Social Y Fabricas Recuperadas

“La nueva esperanza: hacia la re-humanización social”

La subjetividad es una producción social, lo que significa que está determinada por el ambiente en el que se desarrolla el individuo. A su vez, este entorno se construye a partir de las perspectivas propias de cada sujeto.

Entendemos por subjetividad a la articulación de tres niveles que la determinan. En primer lugar, encontramos lo macro-social, es decir, el modelo económico vigente, que establece el modo de producción. En segundo lugar, las instituciones (trabajo, familia, etc.) que ordenan el comportamiento de los individuos, constituyen la esfera meso-social. Por último, el nivel micro-social se compone por la conciencia inherente de cada uno.

Nos proponemos analizar cómo a partir de la experiencia de fábricas recuperadas y su consecuente re-construcción de la subjetividad de las personas se podría pasar de una sociedad de control a una sociedad cooperativa.

Deleuze se basa en el análisis de Foucault de las sociedades disciplinarias para desarrollar el concepto de sociedades de control. Las primeras se caracterizan, justamente, por generar un disciplinamiento social en las instituciones. En el contexto de las fábricas, hay una vigilancia explícita por parte del patrón de la conducta del trabajador. Es decir, el obrero produce porque eso es lo que se le impone. Se genera de este modo una rivalidad entre la autoridad y el subordinado.

En cambio, una sociedad de control reformula este enfrentamiento creando una competencia entre los empleados. Así, no se trabaja por una imposición explícita, sino por la “necesidad” de superar al otro. Consecuentemente, cada trabajador decide qué hacer y cómo hacerlo para conseguir un beneficio propio.

En la experiencia de La Nueva Esperanza, una fábrica de globos recuperada, se ve cómo la transformación en la vida cotidiana de la gente (esfera micro-social) puede terminar en un cambio en la institución (esfera meso-social).

La esfera macro-social, es decir, el sistema capitalista, crea en las personas la necesidad de producir mediante su trabajo, tanto para no ser excluido del mismo como para su propia subsistencia. En el 2001, con la crisis económica, los trabajadores quedaron desocupados porque el dueño de la fábrica decidió cerrarla dado que ya no le generaba ganancia, sino pérdida.

Vemos entonces que lo macro afecta tanto a lo meso, al no haber un patrón que imponga los modos y tiempos de producción; como a lo micro, ya que genera preocupación en las personas que quedaron desocupadas, es decir, excluidas del sistema.

Esta presión macro-social hace que las personas en la vida cotidiana, busquen una solución eficaz y tangible que les permita continuar produciendo y seguir siendo así parte del sistema.

Como no había patrón, los obreros debieron re-organizar la fábrica para suplantar esta figura de autoridad por

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