Reporte Del Estado De Dragas
Enviado por esteviquez • 31 de Marzo de 2012 • 1.800 Palabras (8 Páginas) • 495 Visitas
AABBRRIILL 22001100 10
L os informes anuales de
Naciones Unidas sobre
el consumo de drogas
son muy precisos (1).
No muestran ninguna
tendencia a la baja en el tráfico de
estupefacientes (cannabis, cocaína,
heroína, drogas sintéticas). La pro-
ducción y el consumo permanecen
globalmente estables o al alza. Des-
de hace algunos años, los países in-
dustrializados se han convertido en
productores de las drogas sintéticas
(éxtasis, anfetaminas) que encontra-
mos en todo el mundo. El narcotrá-
fico está sometido a las leyes del
mercado, pero la prohibición apor-
ta un “valor añadido” importante. Y
la transgresión de lo prohibido cons-
tituye un poderoso estimulante para
el consumo. El estado de la situa-
ción es devastador. Y es lógico que
numerosas personalidades de todas
tendencias exijan poner fin a estas
políticas prohibitivas que no han
cumplido su objetivo. Al contrario,
hacen que crezca la violencia, la co-
rrupción y la entrada de dinero su-
cio en la economía mundial.
Numerosos expertos –médicos,
economistas, magistrados, policías–
hacen el mismo diagnóstico (2). En
Latinoamérica, antiguos presidentes
–Ernesto Zedillo (México), Fernan-
do Henrique Cardoso (Brasil), Ale-
jandro Toledo (Perú), Carlos Gaviria
(Colombia)– hicieron un llamamien-
to para que se cambiara totalmente
de enfoque y se legalizaran las dro-
gas. Plantearon una cuestión: ¿có-
mo salir de la trampa en la que la
prohibición ha encerrado a la comu-
nidad internacional?
En el siglo XIX, el comercio del
opio, impulsado por el Reino Unido
y Francia, era muy lucrativo. Por
eso, estos dos Estados lanzaron, en-
tre 1839 y 1860, las “guerras del
opio” contra China. Todo cambió a
principios del siglo XX bajo la pre-
sión de los movimientos prohibicio-
nistas en Estados Unidos. Éstos
persuadieron, en 1906, al presiden-
te Theodore Roosevelt para que lan-
zara una cruzada contra las drogas e
impusiera un nuevo orden moral. El
objetivo expuesto era “proteger a las
razas incivilizadas” de los peligros
de las drogas (incluido el alcohol).
Estados Unidos convocó en Shan-
gai, en 1909, la primera conferencia
internacional. La cual sentó las ba-
ses de las estrategias mundiales pro-
hibicionistas, sin tener en cuenta la
extrema complejidad de un fenóme-
no tan viejo como la humanidad, li-
gado a prácticas religiosas, espiri-
tuales o curativas. En cuanto a la
prohibición del alcohol en Estados
Unidos, duró catorce años (desde
1919 hasta 1933) y se saldó con un
estrepitoso fracaso.
Durante todo el siglo XX, se su-
cedieron las conferencias internacio-
nales, originando normas cada vez
más duras. La ONU se dotó de me-
canismos para supervisar su aplica-
ción: la Oficina de las Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito
(ONUDD), la Comisión sobre Estu-
pefacientes, dentro del marco del
ECOSOC (Consejo Económico y
Social de Naciones Unidas), y la
Junta Internacional de Fiscalización
de Estupefacientes (JIFE). Washing-
ton consiguió imponer, gracias a
argumentos moralistas, una prohibi-
ción general y universal, a la que
añadió, una veintena de años des-
pués, razones de seguridad.
Tras los atentados del 11 de sep-
tiembre de 2001, los países occiden-
tales metieron en el mismo saco
tráfico y droga, así como crimen or-
ganizado y terrorismo, por lo que su-
maron aún más confusión a un
problema ya complejo. Todos los
Estados tuvieron que ratificar las con-
venciones internacionales y trasla-
darlas a su legislación interna. Así,
se aplica un régimen uniforme en to-
dos los países, que permite la coope-
ración internacional y la ayuda
judicial mutua contra los traficantes.
Pero, detrás de este consenso, se
esconden profundos desacuerdos y
una confrontación entre el Norte y
el Sur. Los países del Sur, acusados
de ser los proveedores mundiales de
las sustancias prohibidas, reaccio-
naron y consiguieron imponer una
visión un poco más equilibrada en-
tre países productores y naciones
consumidoras, apelando a una “res-
ponsabilidad compartida”. Esto no
fue suficiente para que el arsenal ju-
rídico internacional se volviera más
eficaz. El informe de la Comisión
sobre Estupefacientes de diciembre
de 2009 confirma la imposibilidad
de controlar la circulación y el uso
de estupefacientes mediante medi-
das represivas.
Tras la Convención de 1988, se
creyó que se podía atacar el proble-
ma a través de las finanzas: castigan-
do el bolsillo de los traficantes.
Veinte años después, se puede afir-
mar que los mecanismos antiblan-
queo inventados por los ministros de
Finanzas del G-7 e internacionaliza-
dos por el Grupo de Acción Finan-
ciera (GAFI) han fracasado, y no
impiden la inyección masiva de ca-
pitales de origen ilícito en la econo-
mía legal, mediante los paraísos
fiscales. Una razón simple de este
fracaso: en el contexto de la globa-
lización económica, las medidas an-
tiblanqueo decididas por los países
occidentales se conciben delibera-
damente para no frenar la libre
circulación de capitales. Y es prác-
ticamente imposible diferenciar en-
tre capitales lícitos e ilícitos, salvo
estableciendo controles de capitales
que los imperativos de la desregula-
ción prohíben… Por lo que se ante-
ponen las finanzas a la seguridad
pública. Muchos policías y jueces
han arrojado la toalla.
Siempre se incautarán algunas
cantidades de droga y se meterá a
morralla en la cárcel, pero global-
mente estos “éxitos” son insignifi-
cantes con respecto a la envergadura
de un fenómeno
...