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Reporte Del Estado De Dragas


Enviado por   •  31 de Marzo de 2012  •  1.800 Palabras (8 Páginas)  •  491 Visitas

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L os informes anuales de

Naciones Unidas sobre

el consumo de drogas

son muy precisos (1).

No muestran ninguna

tendencia a la baja en el tráfico de

estupefacientes (cannabis, cocaína,

heroína, drogas sintéticas). La pro-

ducción y el consumo permanecen

globalmente estables o al alza. Des-

de hace algunos años, los países in-

dustrializados se han convertido en

productores de las drogas sintéticas

(éxtasis, anfetaminas) que encontra-

mos en todo el mundo. El narcotrá-

fico está sometido a las leyes del

mercado, pero la prohibición apor-

ta un “valor añadido” importante. Y

la transgresión de lo prohibido cons-

tituye un poderoso estimulante para

el consumo. El estado de la situa-

ción es devastador. Y es lógico que

numerosas personalidades de todas

tendencias exijan poner fin a estas

políticas prohibitivas que no han

cumplido su objetivo. Al contrario,

hacen que crezca la violencia, la co-

rrupción y la entrada de dinero su-

cio en la economía mundial.

Numerosos expertos –médicos,

economistas, magistrados, policías–

hacen el mismo diagnóstico (2). En

Latinoamérica, antiguos presidentes

–Ernesto Zedillo (México), Fernan-

do Henrique Cardoso (Brasil), Ale-

jandro Toledo (Perú), Carlos Gaviria

(Colombia)– hicieron un llamamien-

to para que se cambiara totalmente

de enfoque y se legalizaran las dro-

gas. Plantearon una cuestión: ¿có-

mo salir de la trampa en la que la

prohibición ha encerrado a la comu-

nidad internacional?

En el siglo XIX, el comercio del

opio, impulsado por el Reino Unido

y Francia, era muy lucrativo. Por

eso, estos dos Estados lanzaron, en-

tre 1839 y 1860, las “guerras del

opio” contra China. Todo cambió a

principios del siglo XX bajo la pre-

sión de los movimientos prohibicio-

nistas en Estados Unidos. Éstos

persuadieron, en 1906, al presiden-

te Theodore Roosevelt para que lan-

zara una cruzada contra las drogas e

impusiera un nuevo orden moral. El

objetivo expuesto era “proteger a las

razas incivilizadas” de los peligros

de las drogas (incluido el alcohol).

Estados Unidos convocó en Shan-

gai, en 1909, la primera conferencia

internacional. La cual sentó las ba-

ses de las estrategias mundiales pro-

hibicionistas, sin tener en cuenta la

extrema complejidad de un fenóme-

no tan viejo como la humanidad, li-

gado a prácticas religiosas, espiri-

tuales o curativas. En cuanto a la

prohibición del alcohol en Estados

Unidos, duró catorce años (desde

1919 hasta 1933) y se saldó con un

estrepitoso fracaso.

Durante todo el siglo XX, se su-

cedieron las conferencias internacio-

nales, originando normas cada vez

más duras. La ONU se dotó de me-

canismos para supervisar su aplica-

ción: la Oficina de las Naciones

Unidas contra la Droga y el Delito

(ONUDD), la Comisión sobre Estu-

pefacientes, dentro del marco del

ECOSOC (Consejo Económico y

Social de Naciones Unidas), y la

Junta Internacional de Fiscalización

de Estupefacientes (JIFE). Washing-

ton consiguió imponer, gracias a

argumentos moralistas, una prohibi-

ción general y universal, a la que

añadió, una veintena de años des-

pués, razones de seguridad.

Tras los atentados del 11 de sep-

tiembre de 2001, los países occiden-

tales metieron en el mismo saco

tráfico y droga, así como crimen or-

ganizado y terrorismo, por lo que su-

maron aún más confusión a un

problema ya complejo. Todos los

Estados tuvieron que ratificar las con-

venciones internacionales y trasla-

darlas a su legislación interna. Así,

se aplica un régimen uniforme en to-

dos los países, que permite la coope-

ración internacional y la ayuda

judicial mutua contra los traficantes.

Pero, detrás de este consenso, se

esconden profundos desacuerdos y

una confrontación entre el Norte y

el Sur. Los países del Sur, acusados

de ser los proveedores mundiales de

las sustancias prohibidas, reaccio-

naron y consiguieron imponer una

visión un poco más equilibrada en-

tre países productores y naciones

consumidoras, apelando a una “res-

ponsabilidad compartida”. Esto no

fue suficiente para que el arsenal ju-

rídico internacional se volviera más

eficaz. El informe de la Comisión

sobre Estupefacientes de diciembre

de 2009 confirma la imposibilidad

de controlar la circulación y el uso

de estupefacientes mediante medi-

das represivas.

Tras la Convención de 1988, se

creyó que se podía atacar el proble-

ma a través de las finanzas: castigan-

do el bolsillo de los traficantes.

Veinte años después, se puede afir-

mar que los mecanismos antiblan-

queo inventados por los ministros de

Finanzas del G-7 e internacionaliza-

dos por el Grupo de Acción Finan-

ciera (GAFI) han fracasado, y no

impiden la inyección masiva de ca-

pitales de origen ilícito en la econo-

mía legal, mediante los paraísos

fiscales. Una razón simple de este

fracaso: en el contexto de la globa-

lización económica, las medidas an-

tiblanqueo decididas por los países

occidentales se conciben delibera-

damente para no frenar la libre

circulación de capitales. Y es prác-

ticamente imposible diferenciar en-

tre capitales lícitos e ilícitos, salvo

estableciendo controles de capitales

que los imperativos de la desregula-

ción prohíben… Por lo que se ante-

ponen las finanzas a la seguridad

pública. Muchos policías y jueces

han arrojado la toalla.

Siempre se incautarán algunas

cantidades de droga y se meterá a

morralla en la cárcel, pero global-

mente estos “éxitos” son insignifi-

cantes con respecto a la envergadura

de un fenómeno

...

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